miércoles, 27 de julio de 2016

QUE NO SE APAGUE MI AMOR POR TI, SEÑOR


Que no se apague mi amor por ti, Señor
27-07-2016

Que no se apague mi amor por ti, Señor;  ven, auxíliame porque, la irradiación del calor me hace desfallecer. Ésta quemazón física del verano aumentada por la vehemencia de un mundo que resuda por todos sus poros entre otros: sensualidad, desenfreno, ausencia total de los principios más básicos de ética y de raciocinio natural, donde a la pasión desenfrenada se le reviste con el sobrenombre de amor. ¿Quién posee fortaleza para refrenar tal situación?, ¿Donde está la vergüenza y el pudor?, ¿Quién, sin tu auxilio es capaz de mantenerse a flote en este agitado mar?, solo los locos por tu amor y con tu ayuda, son capaces de ir contracorriente de una sociedad que ha perdido su rumbo, y se deja llevar por las corrientes que les conducen irremediablemente a su autodestrucción.

Que no se apague mi amor por ti, Señor;  en ocasiones, dudo y pienso que el equivocado soy yo, entonces mi moral baja, mis fuerzas flaquean, y en mi interior se alza un angustioso malestar, te busco y no te veo, te llamo y no me responde, ¿porqué me oculta tu rostro Señor?, en ocasiones me relajo y me dejo llevar, el vacío me invade tras la relajación, y aparece un vacío aún mayor cargado de culpabilidad y arrepentimientos por la falta de voluntad para oponerme a mis apetencias que son de la misma naturaleza que la de los demás, sin embargo, la aparente felicidad que sienten los demás en mí se tornan desazón y desprecio por mi actitud. Y me avergüenzo de mí mismo, sintiéndome indigno de estar en tu presencia, tras varias jornadas de deambular sin sentido, vuelvo a ti, y vuelta a empezar.

Que no se apague mi amor por ti, Señor;  por mi torpeza, desde aquella mañana he necesitado más de dos años en comprender y asimilar tu mensaje de viva y potente voz interior que hizo temblar hasta la última célula de mi cuerpo. Primero: (“Si Dios te ha perdonado, ¿porqué tú no te perdonas?”) he de perdonarme a mí mismo porque Dios me ha perdonado. Porque, por la redención nuestro Señor ha asumido todos nuestros pecados, así que aceptémonos tal como somos y confiemos en su infinito amor y misericordia. Segundo: (“camina hacia Dios, no te importe si cae, levántate y camina hacia Dios, anda, anda no te pares por nada”), voz insistente y repetitiva para sacarme de aquel pozo de culpas que retenía mi crecimiento, haciéndome comprender que lo importante no son las caídas sino, levantarse de forma inmediata y seguir adelante como el hombre que camina por la cresta empinada de una duna de arenas movedizas para poder ver y orientarse desde la cúspide. Tercero: (“Mi paz te dejo, mi paz te doy”), no existe paz verdadera en este valle de lágrimas, solo Dios da la paz, su paz; para entenderla hay que vivirla y una vez vivida aunque sea por una milésima de segundo, no desea abandonarla.

Que no se apague mi amor por ti, Señor; después de pasar por todo esto, ni se piensa ni se siente como antes, no juzga nada ni a nadie, todo se deja a un lado con la certeza de que este tema le corresponde a la justicia real y no a la chapucera y torticera que se practica por nuestros corruptos perjuicios o por jueces y leyes corruptas con las que los gobiernos rigen este mundo. He entendido y comprendido Padre y Dios mío que, Tú no condena a nadie, serán nuestros actos y acciones los que nos justificaran o nos condenaran.

Que no se apague mi amor por ti, Señor; revísteme de tu amor o como decía Francisco de Asís “hazme instrumento de tu amor”. Estoy en el empeño de no dejar de amarte tal como soy, sin importar mis debilidades pues, tu amor me irá purificando y amoldando a tu voluntad, sé que sin tu ayuda nunca conseguiré satisfacer tus deseos de amor, pero, yo seguiré insistiendo una y una miríada de veces en amarte como mi Padre y mi Dios, te amaré a través de mis limitaciones humanas, amo a tu Espíritu Santo en todas y en cada una de las criaturas que has creado por tu amor, te amaré más y más desde lo más ínfimo hasta tu presencia cósmica en el universo; aprenderé a amar a tu Espíritu a través de la sabiduría divina que encierra toda creación visible como invisible, te amaré como miembro de tu cuerpo místico y te ensalzaré como el Alfa y Omega.


Que no se apague mi amor por ti, Señor; aunque me consta el largo y peliagudo trecho que aún me queda por recorrer, mi corazón está prendido de tu amor, te ruego que aumente progresivamente mis capacidades de amarte, para que, esa llama prendida en tu amor aumente hasta que sea una gran hoguera porque, quiero darme en amores de cuanto mi espíritu encierra, hasta dar las últimas sobras, en espera de presentarme en tu presencia con las manos vacía por haber dado todo el amor que tú me diera, y sin saber decir que todos mis esfuerzos los gasté aquí en sembrar unas flores de consuelos y amores, para que ellos te hablen de mí.


martes, 12 de julio de 2016

AMAME TAL COMO ERES


Charles de Foucauld
12-97-2016 
El motivo de escribir hoy es el resultado de haber conocido estos versos de Carlos de Foucauld. Conocía su nombre pero no mucho más. Leyendo y revisando parte de los escritos de mi gran amigo Monseñor D. Félix Martínez Cabrera que está escribiendo otro nuevo libro, por su avanzada edad (87 años) la vista y el dominio del teclado le juegan algunas pequeñas pasadas, yo los leo y le señalo con un rotulados los puntos a corregir, nada más, de aquí no paso, todo es obra de esa mente privilegiada por su claridad, capacidad de síntesis, estructuración mental de los temas a tratar. Es un hombre que está al día en todos los temas ya sean religiosos, políticos, económicos, etc. etc., otra cualidad que quiero resaltar es su humildad y capacidad para ponerse a la altura intelectual de sus contertulios ya sea un científico o un simple ciudadano/a aunque  no sepa leer ni escribir, él está siempre ahí. Podría seguir hablando de él horas y más horas pero por respeto a él que no le gustan las alabanzas, es reacio a elogios porque es un hombre humilde.
El texto que he revisado es un resumen de “Místicos del siglo XX”, como son Simone Weil, Charles de Foucauld, Teilhard de Chardin, Etty Hillesum o Edith Stein. Todos y todas son muy interesantes por la grandeza de sus espíritus: sin menospreciar a las mujeres que son fantásticas pero, los que más me han calado son Teilhard de Chardin con su visión de Cristo en la Materia, la presencia de Dios en el mundo y el Cristo total o la encarnación del Cristo Cósmico y el Himno del Universo; Foucaul, para mí lo más importante a destacar es el desasimiento de todo en su vida que se refleja en la oración de “abandono” y estos versos que me llegan al alma.

Ámame tal como eres.
Conozco tu miseria,
las luchas y tribulaciones de tu alma,
la debilidad y las dolencias de tu cuerpo;
conozco tu cobardía.
Tus pecados y tus flaquezas.
A pesar de todo te digo dame tu corazón.

Ámame tal como eres.
Si para darme tu corazón esperas ser un ángel,
nunca llegarás a amarme.
Aun cuando caigas de nuevo,
muchas veces en esas faltas
que jamás quisieras cometer
y seas un cobarde para practicar la virtud,
no te consiento que me dejes de amar.


Ámame tal como eres.
Ámame en todo momento
cualquiera que sea la situación
en que te encuentres,
de fervor o sequedad,
de fidelidad o de traición.


Ámame tal como eres.
Déjate amar. Quiero tu corazón,
en mis planes está moldearte,
pero mientras eso llega,
te amo tal como eres.
Y quiero que tú hagas lo mismo.


Ámame tal como eres.

Deseo ver tu corazón que se levanta
desde lo profundo de tu miseria:
amo en ti incluso tu debilidad.
Me gusta el amor de los pobres,
quiero que desde la indigencia
se levante incesantemente este grito:
Te amo, Señor.


Ámame tal como eres.
Lo que me importa es el canto de tu corazón.
¿Para que necesito yo tu ciencia o tus talentos?.
No te pido virtudes,
y aun cuando yo te las diera,
eres tan débil, que siempre se mezclaría
en ellas un poco de amor propio.


Ámame tal como eres.
Pero no te preocupes por eso...
preocúpate solo de llenar con tu amor
el momento presente.
Hoy me tienes a la puerta de tu corazón,
como un mendigo,
a mí que soy el Señor de los señores.


Ámame tal como eres.
Llamo tu puerta y espero.
Apresúrate a abrirme.
No alegues tu miseria.
Si conocieras plenamente la
dimensión de tu indigencia,
morirías de dolor.


Ámame tal como eres.
Una sola cosa podría herirme el corazón:
ver que dudas y que te falta confianza.
Quiero que pienses en mi
todas las horas del día y de la noche.


Ámame tal como eres.
No quiero que realices siquiera
la acción más insignificante
por un motivo que no sea el amor.
Cuando te toque sufrir yo te daré fuerzas.
Tú me diste amor a mi, yo te hare amar
a ti más de lo que hayas podido soñar.
Pero recuerda sólo esto:
Ámame tal como eres.
Foto de Charles de Foucauld, autor de estos versos.