martes, 20 de octubre de 2020




A IMAGEN Y SEMEJANZA
20-10-2020


Nos estamos sumergiendo en unos cambios profundos

    Octubre 2020, año bisiesto, cargado de dolor por los hechos que están aconteciendo y que todos sabemos. El pájaro de mal agüero sigue con sus vuelos funesto merodeando sobre nuestras cabezas, “¡es hora de levantar el vuelo!” como Ave Fénix resurgimos de nuestras cenizas, esta forma de vida ya no merece ni fructifica lo que hasta ahora estamos admitiendo. Nuevos y pestilentes vientos nos empujan a una “nueva normalización” (en medios políticos) se dice que esta sociedad caminará “hacia una nueva humanidad más humana y más pura” pero, eso ni ellos se los creen.

    Aprovechando la actual pandemia de Covid-19, los gobiernos actuales se les ve muy interesados en destruir el sistema actual, por eso, de forma machacona nos dicen que ya nada será igual, auguran cambios, los gobiernos actuales quieren invalidar todo los pilares que sustentan a nuestras vidas o formas de vivir en la actualidad, sembrando en la sociedad consignas que nos llevarán a la destrucción de los pilares democráticos conseguidos con grandes esfuerzos. Ahora, “la nueva normalización” nos conducirán hacia cambios precipitados, estamos en los umbrales del parto de una nueva humanidad, pero no hemos de olvidar que no hay parto sin dolor ni sangre.

    En realidad, también estamos sumergiéndonos en un cambio profundo de nuestro ser como persona; durante algún tiempo ya iniciado, vienen y vendrán empujando nuevas oleadas de generaciones cada vez más sensibles con nuestro entorno e ideas bellas, pero, por ahora, advierto cierta inmadurez e incertidumbre, el tiempo se ha de encargar de pulirlas, es cuestión de esperar para que las aguas turbulentas que provoca todos los grandes cambios en la humanidad se vuelvan apacibles y se clarifiquen. Esta sociedad está sedienta de aguas puras y cristalinas. Posiblemente estos cambios por muy negativos o positivos que los veamos, sean necesarios para que la “nueva normalización” nos conduzcan a alcanzar unas generaciones limpias de lastres adquiridos antaño, que ya no nos dejan de avanzar hacia un hombre nuevo.


Alcanzar la unidad con el Padre

    El vaciado o pérdida de los principios éticos y morales de la sociedad actual, nos empujan a buscar nuevos principios más acordes con el verdadero espíritu de las enseñanzas evangélicas, donde el hombre ha de buscar y alcanzar la unidad con el Padre ..., y, ¿Cómo llegar al Padre? Es en 1 Corintios 6: 16 y 19 (RV-R1990). 16¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si Dios habita en nosotros, no tenemos por qué buscarlo fuera ni lejos Él está en nuestro interior. Empecemos por conocernos bien a nosotros mismos, porque, mientras más y mejor nos conozcamos a nosotros mismos, el rostro de Dios se nos irá desvelando; hemos de buscar y encontrar en nuestro interior el reino de Dios y su justicia, todo lo demás se nos dará por añadidura, repetiré nuevamente ..., 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

    Cuando oramos o rezamos el Padrenuestro decimos: Venga a nosotros tu Reino, es en Mateo 6:33 (es donde Jesús nos dice:) Pero buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. .... Es en Juan 12:45 Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. En otro versículo Jesús se refiere a la promesa del Espíritu Santo, es en (Juan 14:19-20), 19Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. 20Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. 

    Nosotros, los seres humanos en sí, somos seres espirituales encarnados en cuerpos de homínidos. (he dicho homínido porque aún en los genes, este cuerpo humano lleva incrustado los instintos y necesidades del antropoide). Por lo dicho, podemos deducir que: a nuestro espíritu le fue dado un cuerpo, el cual es nuestro vehículo durante esta vida material, que, pertenece al Padre, este mismo cuerpo que a la par somos nosotros , es el templo en el cual mora el Espíritu de Dios, por tanto, nuestro cuerpo es templo de Dios, es ahí donde nos debemos adentrar mediante la meditación y o la contemplación, por estas acciones haremos posible que el reino de Dios venga a nosotros.

    ..... llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, .... mientras descansaba junto al brocal del pozo de Jacob, llegó una mujer samaritana, ... de la biblia de Jerusalén extraigo lo siguiente: Juan 4:21,23-24, 21.Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adorareis al Padre. 23Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. 24Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad.»

Dios nos hizo a “su imagen y semejanza”

    Porque, nuestro espíritu proviene del Padre, y a Él regresará. Esta chispa divina que proviene del Padre es, el soplo de vida que da vida a nuestros cuerpos, nuestros cuerpos tendrán vida mientras ambos estén unidos. De este soplo divino emana toda vida en todo cuanto existe, por él, todos somos unos en el Padre, y en nuestra pluralidad seremos uno con Él dentro de nuestra diversidad. La sabiduría que encierra todo el Universo es, y proviene del  Padre, y es la misma que encierra cada átomo o partícula subatómica igual o menor en tamaño al Bosón de Higgs.
   
    Puesto que somos uno con el Padre, pienso que: el Padre se manifiesta a sí mismo a través de su creación y, si nosotros por la meditación y contemplación alcanzamos el conocimiento, desde nuestro interior emanará la luz que nos hará consciente de la sabiduría que engloba su creación, creo que así Él se nos manifiesta en SÍ mismo a través de que tomemos conciencia de nuestra verdadera realidad. Por eso nos hizo a su imagen y semejanza.
    
    Nuestro espíritu que es puro porque procede de Dios, se manifiesta en el hombre a través de la memoria, del entendimiento o discernimiento y de la voluntad que son las cualidades o potencias de nuestra alma o cuerpo de los sentimientos, pensamientos y deseos, y todas estas sensaciones se reflejan en nuestro cuerpo alimentando nuestro “yo” o, a nuestro Espíritu. Por tanto, es nuestra alma la que usando al cuerpo y con su libre albedrío hace y deshace, ya sean positiva o negativa las acciones según su parecer.

    El alma viene con el cuerpo (y también se extinguirá); el cuerpo es el vehículo de nuestro espíritu y de nuestra alma, nuestro “yo” se aferra al cuerpo, y si el “yo” se disuelve, todos sus valores se integran en el espíritu, es entonces cuando nos hacemos uno en el Todo, por eso, en nuestra diversidad formamos o formaremos parte de esa unidad en el Creador que es a la vez nuestro Padre y nuestra Madre, porque es Creador y Matriz de todo lo creado. Alabado sea por siempre en Jesucristo nuestro Señor, Verbo del Padre.

PD:He tratado de resumir este tema a la mínima expresión, otro día lo desarrollaré con más amplitud ya que, han quedado algunos puntos por desarrollar y hacerlo más entendible.