domingo, 24 de abril de 2022

RESURRECCIÓN

RESURRECCIÓN
24-04-2022

            Nada está perdido por muy negras que sean las noches del alma. En esta vida, por muy grande que sea la oscuridad de la aparente muerte del alma, nada puede retener la resurrección del nuevo día, luz que despeja todas las dudas. Corramos la pesada piedra que ensombrece nuestro interior para que, nuestro espíritu quede inundado por la luz divina que emana del Ser Supremo. Busquemos en nuestros corazones la resurrección de la Luz de Cristo.

       Seamos sensatos caminando por senderos de luz, por desgracia, no somos consciente de la luz que reside en nuestro interior. Nuestra ceguera es como la piedra que cierra el sepulcro, al no deja pasar la luz a nuestro interior. Hemos de rodarlas para que la Luz de Cristo Resucitado nos ilumine.

        Padre Santo y Eterno: Eres la respiración de la vida, la fuente del sonido, la acción sin palabras, el creador del cosmos, ... Haz brillar tu Luz dentro de nosotros, entre nosotros, y fuera de nosotros, para que podamos hacerla útil. Para que Tu deseo y el nuestro sean uno solo, en toda la Luz, así como en todas las formas, en toda existencia individual, así como en todas las comunidades. Haznos sentir el alma de la tierra dentro de nosotros, pues de esta forma sentiremos la sabiduría que existe en todo. No permitas que la superficialidad y la apariencia de las cosas del mundo nos engañen, y nos libere de todo aquello que impide nuestro crecimiento. No nos dejes caer en el olvido de que Tú eres el Poder y la Gloria del mundo, la canción que se renueva de tiempo en tiempo, y que todo lo embellece, que Tu Amor esté donde crecen nuestras acciones, y que así por siempre sea.

        Procuremos por todos los medios a nuestro alcance, no olvidarnos ni un solo instante del día recuperar la Luz del Verbo, que está dentro de nuestro Ser. Rescatémosles de nuestro olvido, resucitando a la Luz con Cristo, en Él y con Él, e imitándole en todo, porque su palabra es la Luz que salva al mundo. Sin Él, no somos nada ni nada podremos ser. Amemos a Dios sobre todas las cosas y a nuestros semejantes como Él mismo nos ama.