jueves, 25 de octubre de 2018

VENGA A NOSOTROS TU REINO



Venga a nosotros tu Reino
2018-10-25

Mas adelante, cuando relea estas anotaciones, he de tener presente que permanece ahí dentro y en silencio, el conductor de mis pensamientos no está olvidado no, ni creo que me abandone, el tiempo pasa, y..., si hecho un vistazo, a mi me puede dar la impresión de que, me he dejado de escribir o que no tengo nada que decirme, no es así. Estos últimos meses han sido exteriormente e interiormente intensos, he navegado entre dos aguas; es normal cuando una cuestión te viene de frente, pero, si en vez de uno son dos torrentes laterales, es muy difícil afrontarlo con holgura, es como, si un torero tiene que lidiar dos toros bravos a la vez en el mismo coso, la cuestión es doblemente difícil.

Ahora me ceñiré al tema que más me interesa porque es más lenta y difícil, su evolución se me presenta como algo que ya conozco pero, aún no lo he aceptado en su totalidad en mi foro mas interno, por su apariencia me parece sencillo y simple pero, por su esencia me es muy difícil de asimilar, necesito meditarlo muy bien y madurar para que, esta intuición se acople a mi ser. Paréceme como si se trata de una contradicción ya que, aparentemente creo conocerlo y se que está en mi, pero, es tan grande esta aparente simpleza que me cuesta horrores decir “sí” en mayúscula.

El que ES, se engendró en el seno de una virgen, dando lugar a la encarnación del Verbo, del Hijo del Hombre, como tal vivió rescatándonos de nuestras miserias y errores, así Cristo glorificó al Padre y así mismo.

            Cristo, la segunda mónada de la identidad Divina, se encarnó honrando en sí mismo al Padre, para que nosotros los hombres lo reconozcamos y lo honremos como Él hizo. Cristo es la personificación del Amor del Padre, que por amor se entregó en la persona de su bien Amado hijo para rescatarnos de toda indigencia humana. Además, quiere que reconozcamos y que recordemos que somos coparticipe de su divinidad. (veamos algunas citas:)

1)        (Jn 14, 20)  20En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
2)        Salmo 82, 6  Así dice Dios: Vosotros sois dioses e hijos del Altísimo.
3)        Jn 10, 34 Jesús les replicó: ¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”?  
4)        y en Jn 20, 36  ....¿decís vosotros: “¡Blasfema!”. Porque he dicho: Soy hijos de Dios”?
5)        (1 Corintios 6:19), “19¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios? Y no os pertenecéis.
6)        2ª Corintios 6, 19 .... Pues nosotros somos templo del Dios vivo; así lo dijo él: Habitaré entre ellos y caminaré con ellos; seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

En las sagradas escrituras existen muchísimas citas más, pero ....“para muestra, con un botón basta”, como así dice un dicho popular.

Es hora de rescatar del olvido o de la incomprensión inducida por varios factores sobre uno de los mensajes mas importantes que nos dejó nuestro Señor Jesucristo. El tan cacareado y menos comprendido: “El Reino de Dios en la tierra”, todos los días, los que rezamos ....“venga a nosotros tu Reino....” una y cien mil veces en la vida y ...., el reino no aparece por ningún lado ....¿porqué?, nos hemos preguntado alguna vez: ¿donde está?, ¡si el Señor no se equivoca....! ¿donde está el fallo?

¿Somos seres creados a imagen y semejanza de nuestro Creador, o por desgracia somos producto de un error de la naturaleza?, por lo mal que lo estamos haciendo parece lo segundo, pero yo creo que no es así.

El hecho es que no hemos entendido bien que somos parte de Dios, ya que, nuestras almas o espíritus, son inmortales, porque, el espíritu del hombre es esa chispa divina y eterna, es el Espíritu de Dios el que habita en nosotros con la misma esencia del ser íntimo, parte del Todo y esencia divina hecha a su imagen y semejanza, somos la maravillosa fusión por la cual Dios vive, y actúa a través de nosotros, no somos dos sino uno en el Todo conservando nuestra identidad como parte.

Cuando reconozcamos y vivamos de manera conscientes que Dios está y vive en nosotros y nosotros en Él, cambiará por completo nuestra forma de vivir. Primero, hemos de ser conscientes y procurar ver en las acciones del otro que no somos nosotros quienes actuamos, sino el Espíritu de Dios el que actúa a través nuestro. Hemos de intuir que es el espíritu de Dios quien actúa, aunque nuestro interlocutor sea una persona sin fe o profese otras vivencias laicas o de otra naturaleza.

Los primeros pasos pueden ser algo más inestable, debido a nuestra naturaleza humana, pero, cuando avancemos o evolucionemos en la fe y en el amor, es en ese momento cuando se haga realidad la petición o deseo de “venga a nosotros tu reino”. Es entonces cuando los cristianos podamos vivir en verdadera comunión de acción y espíritu. Será entonces cuando sea una realidad “el Reino de Dios” en la tierra. Hemos de evolucionar cada uno de forma personal o individual, esta evolución nos llevará a una colectividad donde vivamos una verdadera vida en comunión entre nosotros y con Cristo, formándose una trilogía formada por un centro en el cual está Cristo que vive y actúa a través de nosotros por la acción del Espíritu Santo.

Es entonces cuando el hombre hará verdaderamente la voluntad del Padre, ya que, glorificando a Cristo en nosotros, Cristo glorifica al Padre y se glorifica así mismo a través nuestro. No hay mayor gloria a Dios que esta. Será entonces cuando hayamos alcanzado la plenitud de sentí y vivir como Cristo vivió físicamente entre nosotros, consciente de su divinidad, también nosotros adquiriremos ese sentir y ese vivir en Dios como parte integrante nuestra, será entonces cuando podremos decir que somos verdaderos hijos de Dios a semejanza de Cristo. Y decir “somos dioses”, como decía el salmista en el Salmo 82, 6, .... Así dice Dios: Vosotros sois dioses e hijos del Altísimo.