jueves, 14 de septiembre de 2017

LA CRUZ ES EL CAMINO


Hoy se conmemora la festividad de la Exaltación de la CRUZ, esta mañana había pensado escribir algo sobre esta festividad, pero unas horas después me dije: ¿Por qué no  volcar a este blogs lo que ya tengo escrito sobre la Cruz? y este es el resultado, espero guste, es el fruto de un estudio que realice en el 2015.

LA CRUZ ES EL CAMINO

PRÓLOGO


"La CRUZ es camino, o, el camino es la CRUZ", es una recopilación de información compuesto en parte por informaciones extraídas de diversas páginas publicadas en internet, por aportaciones del autor y del Diccionario Enciclopédico de Exégesis y Teología Bíblica.
He tratado de recoger datos dispersos para que por medio de su recopilación, obtener una información lo más acertada y amplia sobre el significado de aquella respuesta de Jesús: “.... El que quiera seguirme, que tome su cruz y me siga”.
Es, cargar nuestros problemas o dificultades de la vida diaria de índole personal, familiar y añadir o asimilar las dificultades y calamidades de esta humanidad tan convulsa; es ver y vivir al cristo íntimo y personal de cada uno de los habitantes de este planeta lleva en sí mismo, amándonos, ayudándonos y siendo solidarios.
Es necesario conocer la cruz de Cristo para que, podamos reconocer y amar nuestra propia cruz, transformándonos en cruces luminosa, cruces de vida y amor, cruz para glorificar al Padre en nombre de su muy amado hijo Jesucristo señor y redentor nuestro.


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Historia
La causa de adoptar la cruz como símbolo cristiano vino especialmente con la visión que el emperador Constantino tuvo hacia el año 312 d.C., dicha visión fue anterior a su victoria en el puente Milvio. La visión de la cruz iba acompañada de las palabras “In hoc signo vinces”, que significa “Con este símbolo vencerás”. Entonces se empezó a denominar a los cristianos “los religiosos de la cruz”.
El 3 de mayo del año 324 D.C., en Bizancio, (madre del emperador Constantino I el Grande,) Helena de Constantinopla dice haber encontrado en Jerusalén la cruz de madera en la que murió Jesucristo.
El día 13 de septiembre del 335, tuvo lugar en Jerusalén la dedicación y la consagración de las basílicas constantinianas Iglesias del Santo Sepulcro y de la Resurrección: llamada la del Martyrium, en el Gólgota y llamada también: al Crucem; y la de la Anástasis, es decir: de la Resurrección.
En el año 614, el rey de Persia, Cosroes, conquistó Jerusalén y se llevo consigo la reliquia de la Cruz, que fue hallada, según se dice, también un 14 de septiembre.
el 3 de mayo del año 628, el emperador bizantino Heraclio recuperó los trozos o reliquias de la cruz. (por esta causa en muchos pueblos se viene celebrando ese día se como fiesta de las cruces)
Para evitar o prevenir futuros robos, la Cruz fue partida en tres trozos mayores, destinando uno de ellos a Roma, otro a Constantinopla y el último se quedo en Jerusalén; el resto se partió en infinidad de pedazos que se repartieron entre todas las iglesias del mundo, conocida como "Veracruz" (La verdadera Cruz).
En 1187 fue llevada la reliquias de la cruz a la batalla de Hattin (Galilea) por el obispo de Belén, en esta batalla se perdió definitivamente, no sin que antes se desparramaran algunas partículas por el mundo cristiano.
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Según manifiesta la historia, al recuperar el precioso madero, el emperador Heráclito quiso cargar una cruz, como había hecho Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero al hombro e intentó entrar a un recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó paralizado. El patriarca Zacarías que iba a su lado le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargando la cruz por las calles de Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su atuendo imperial, y con simples vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo hasta dejar la cruz en el sitio donde antes era venerada.
(El Monasterio de Santo Toribio de Liébana, en España, alberga el mayor trozo de madera de la Cruz de Cristo. En 1958 fue analizado mediante estudios microscópicos por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y se determinó que la madera era del árbol “cupressus sempervivens” pertenece a un ciprés abundante en Palestina).
COMO ES LA SEÑAL DE LA CRUZ EN
LA IGLESIA ORTODOXA
Para los ortodoxos, al hacer la señal de la cruz deben juntar los tres primeros dedos de la mano derecha, pulgar, índice y medio, doblando los otros dos, anular y meñique, hacia la palma de la mano.
Los tres primeros dedos les demuestran su fe en la Santísima Trinidad, y los dos dedos doblados significan que el Hijo de Dios bajó a la tierra siendo Dios y se hizo hombre, demostrando así sus dos naturalezas, la divina y la humana.
Al inicial la señal de la cruz ponen los tres dedos juntos en la frente para santificar su mente; en el pecho para santificar los sentimientos interiores; en el hombro derecho, tiene su razón de ser: “el Hijo está sentado a la derecha del Padre”, y después en el izquierdo, para santificar todas sus fuerzas corporales. Esta antiquísima manera de persignarse, que aún se conserva en el seno de la Iglesia Ortodoxa, expresa de manera sencilla la doctrina trinitaria.


 


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Cruz de la Iglesia Ortodoxa, utilizada principalmente por la Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia Ortodoxa Serbia.
La cruz se muestra en diferentes formas, tamaños y estilos, puede ser usada como joyería o estar montada sobre edificios eclesiásticos. Es mostrada tanto vacía como con el cuerpo de Cristo (corpus) fijo a ella, en este caso se llama crucifijo, esta palabra en su sentido etimológico, denota un cuerpo fijado a una Cruz. Las descripciones católicas son la mayor parte de las veces crucifijos, en orden de enfatizar el sacrificio de Cristo. Muchas tradiciones evangélicas describen la cruz sin el corpus, interpretando que esto expresa la fe en la resurrección por sobre al intervalo entre la muerte y resurrección de Jesús.
Las cruces son figuras prominentes en los cementerios  cristianos, tanto grabadas en las lápidas o como monumento funerario (estela). debido a esta relación con la muerte en algunos países de cultura cristiana se plantan pequeñas  cruces en lugares de muertes trágicas (ej, accidentes de tránsito).
Las cruces han sido erguidas o talladas en centros de cultos paganos como cimas de montañas o  menhires para contrarrestar sus influencias. En países católicos, las cruces son frecuentemente instaladas en la cimas de las montañas, como la Cruz del Tercer Milenio en Coquimbo, Chile, y así sea visible en toda el área alrededor.
La forma más conocida es la de la cruz con brazos iguales con pie más largo, la cruz latina (por ser usada prominentemente por la iglesia católica romana), en contraposición con la cruz ortodoxa que tiene una segunda barra cruzada.
Otras formas de cruces cristianas incluyen
Cruz de altar: Cruz sobre una base plana que le permite estar sobre un altar.


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Cruz de San Andrés <X>: En forma de X, es la forma de la cruz en que San Andrés fue martirizado, es el símbolo nacional de Escocia.  
Anj (  ): Es el símbolo egipcio de la vida.
Tau (  ): Es la forma de cruz que más frecuentemente usaban los romanos en sus ejecuciones, también llamada cruz de San Antonio o crux commissa, es usada por los franciscanos.  
Cruz Arzobispal: Cayado metálico rematado en una cruz con dos barras, la superior de menor tamaño, empuñada por los arzobispos en las procesiones de su diócesis  
Cruz del calvario(  ). Cruz montada sobre tres escalones simulando al Gólgota. Usada en heráldica y en lápidas.
Cruz de San Pedro: Cruz invertida con la barra horizontal más cerca del suelo que de el medio. fue en ella en la que se crucificó a San Pedro.
Buena respuesta: La cruz el elemento de tortura por excelencia de la antigua roma, tan cruel que la dejaron de usar para usar otros tipos menos crueles de ejecución,: eso es para unos, para otros escandalo, y maldición, para el católico es la puerta, por la que pasa el HIJO DE DIOS, por cada uno de los seres humanos en su muestra suprema de amor por todo aquel que le aceptan como su salvador, esa cruz tan cargada de sufrimiento, tan cargada de sacrificio, nos dice que nuestro caminar por la vida, es como el ultimo camino que hizo nuestro Señor, aceptándola, no rechazándola, abrazándola en definitiva, y así ha sido y así es, esta vida es para el católico el camino al calvario, un camino lleno de dolor, y sufrimiento pero con la meta en el reino de Dios, mientras que muchos se escandalizan, el católico ve mas allá de ese madero, y sigue los pasos de Jesús, como así nos lo mandó, el que me quiera seguir tome su cruz y me siga, así para nosotros los católicos es un símbolo cargado de realidad, y de amor... el amor que Dios nos muestra hasta el punto de dejarse clavar por mi, y por ti para que tu y yo tengamos vía libre hacia el Padre, al católico no le da miedo, al contrario sabemos que la cruz es la puerta y también sabemos que a satanás y los suyos ese símbolo le horroriza.
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Significado de la Cruz Bizantina
Por la Cruz vino nuestra salvación. Los Bizantinos recuerdan que Cristo murió por nosotros cuando vemos la imagen de la cruz (que representa al Señor crucificado), y nos recuerda que Él ascendió de los muertos, cuando contemplamos el icono de Cristo "no hecho por manos" (Eslavo: HepykyTBopeHoMy o6pa3b) en el manto (que representa al Señor resucitado de la muerte).
Alabando al Señor crucificado están dos ángeles que vuelan, con la inscripción entre ellos que dice: "Los ángeles del Señor" (en Eslavo: AHrenw rocnoRHw). En algunas representaciones de la Cruz los Ángeles están sosteniendo una imagen de la Santa Trinidad, pero por lo general los ángeles están simplemente sosteniendo un manto, lo que indica su posición como mensajeros que sirven al Señor y que esperan en Él.
La colgar a manera de burla sobre la cabeza de Cristo. En este letrero fue inscrita la frase: "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos", en hebreo, griego y latín (abreviado como "INBI" en iniciales griegas, o las iniciales latinas "INRI" en la tradición occidental). Esta frase ha sido sustituida por la inscripción cristiana: "Rey de la Gloria" (Eslavo: L4apb cnaBbI), situado debajo de las rodillas de los ángeles. En el título de la placa se inscribe en las iniciales «IC XC", siendo la primera y última letras del nombre de Cristo en griego (en Griego.: Iisous Xristos, Eslavo Antiguo: Icoycb Xpwcrocb; Nuevo Eslavo: Iwcycb Xpwcrocb). Además, justo por encima de los brazos de Cristo, vemos la inscripción: 'NIKA', que en griego significa: "Cristo, vence". De acuerdo a la tradición bizantina, El Salvador no lleva una corona de espinas (como en la tradición occidental), ni es mostrado vivo sobre la cruz, ni en cualquier aspecto de sufrimiento, sino, en un estado de reposo, humilde y pacífico, con la cabeza inclinada. También tenga en cuenta que sus pies están clavados con dos clavos.
La barra de en medio, es en la cual las manos de nuestro Señor fueron clavadas. En las esquinas superiores vemos las representaciones del sol a la izquierda, (Eslavo: conHga) y la luna a la derecha, (Eslavo: nyHa), por: "El sol se escondió su luz, y la luna se convirtió en sangre." (Joel 2: 31). La inscripción: "Hijo de Dios" (Eslavo: CbIHb Boжіw) se coloca a ambos lados de la cabeza de Cristo, y por debajo de sus brazos se lee la inscripción: "Ante tu Cruz nos postramos, Soberano, y tu Santa Resurrección, glorificamos" (en Eslavo: KpecTy TBoeMy noKJIoMHfieMcfi BjiaRbIKo, IN cBfiToe BocKpeceHINe TBoe cnaBINMb). En el nimbo de Cristo está inscrita con las letras griegas “o w v”, que
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significa: “El que es”, para recordarnos que Cristo es el mismo Dios que se identificó con estas palabras a Moisés en el antiguo testamento.
Detrás del cuerpo de Cristo, a cada lado encontramos una lanza (con la cual fue traspasado) y en una caña, una esponja (que estaba empapada de hiel y vinagre y que le ofrecieron a beber). La Lanza (izquierda) está indicada con "K" en Eslavo; que significa "Konwe", mientras que la esponja (derecha) está indicada con "T" que significa "rpocrb" (que significa “junco” o “caña”). En algunas cruces podemos ver en lugar de "T" la inscripción "r" que significa "ry6Ka" (esponja) en Eslavo. El cuerpo de Cristo tiene sangre y agua que brota de su costado.
La barra superior de la cruz es la que contiene el letrero que Pilato ordenó.
La barra inferior inclinada es la base de los pies. En las oraciones de la novena hora, la Iglesia compara la Cruz a un tipo de equilibrio de la justicia:
"Entre dos ladrones Tu Cruz demostró ser un balance de la justicia: por qué uno de ellos fue arrastrado hacia abajo al Hades por el peso de su blasfemia [lado hacia abajo], mientras que el otro fue aligerado de sus transgresiones a la comprensión de la teología [lado hacia arriba]. Oh Cristo Dios, gloria a Ti”.
La ciudad de Jerusalén se representa en el fondo, porque Cristo fue crucificado fuera de las murallas de la ciudad. Al pie de la cruz están las letras: "r r" para “el monte Gólgota” (en Eslavo: ropa ronrocpbi), esta es la colina a las puertas de la ciudad en la que Cristo fue crucificado. Por debajo de los pies de Cristo están cuatro letras eslavas con las marcas de la abreviatura: "M.J1.P.6.", que significa: "El lugar de la calavera, donde estaba Adán" (en Eslavo: Mecro no6Hoe paii 6bicrb). Escondido en una cueva debajo de la tierra está “el cráneo de Adán” (según la tradición Cristo fue crucificado precisamente en el mismo lugar donde fue enterrado Adán), identificados con las letras:" r A "(en Eslavo: maga ARaMna).
Debemos, pues, recordar que nuestro padre Adán perdió el Paraíso a través del árbol de la que erróneamente participó, Cristo es el nuevo Adán, nos trae la salvación y el Paraíso a través del árbol de la Cruz.


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¿POR QUÉ LA CRUZ?
"Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre" (Mt 24,30). La cruz es el símbolo del cristiano, que nos enseña cuál es nuestra auténtica vocación como seres humanos.
Hoy parecemos asistir a la desaparición progresiva del símbolo de la cruz. Desaparece de las casas de los vivos y de las tumbas de los muertos, y desaparece sobre todo del corazón de muchos hombres y mujeres a quienes molesta contemplar a un hombre clavado en la cruz. Esto no nos debe extrañar, pues ya desde el inicio del cristianismo San Pablo hablaba de falsos hermanos que querían abolir la cruz: "Porque son muchos y ahora os lo digo con lágrimas, que son enemigos de la cruz de Cristo" (Flp 3, 18).
Algunos afirman que es un símbolo maldito; otros que no hubo tal cruz, sino que era un palo; para muchos el Cristo de la cruz es un Cristo impotente; incluso hay quien enseña que Cristo no murió en la cruz. La cruz es símbolo de humillación, derrota y muerte para todos aquellos que ignoran el poder de Cristo para cambiar la humillación en exaltación, la derrota en victoria, la muerte en vida y la cruz en camino hacia la luz.
Jesús, sabiendo el rechazo que iba producir la predicación de la cruz, "comenzó a manifestar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho... ser matado y resucitar al tercer día. Pedro le tomó aparte y se puso a reprenderle: '¡Lejos de ti, Señor, de ningún modo te sucederá eso!' Pero Él dijo a Pedro: “¡Quítate de mi vista, Satanás!¡...porque tus pensamientos no son de Dios, sino de los hombres!” (Mt 16, 21-23).
Pedro ignoraba el poder de Cristo y no tenía fe en la resurrección, por eso quiso apartarlo del camino que lleva a la cruz, pero Cristo le enseña que el que se opone a la cruz se pone de lado de Satanás.
Satanás el orgulloso y soberbio odia la cruz porque Jesucristo, humilde y obediente, lo venció en ella "humillándose a sí


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mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz”, y así transformo la cruz en victoria: "...por lo cual Dios le ensalzó y le dio un nombre que está sobre todo nombre" (Flp 2, 8-9).
Algunas personas, para confundirnos, nos preguntan: ¿Adorarías tú el cuchillo con que mataron a tu padre? ¡Por supuesto que no!
1°. Porque mi padre no tiene poder para convertir un símbolo de derrota en símbolo de victoria; pero Cristo sí tiene poder. ¿O tú no crees en el poder de la sangre de Cristo? Si la tierra que pisó Jesús es Tierra Santa, la cruz bañada con la sangre de Cristo, con más razón, es una Cruz Santa.
2°. No fue la cruz la que mató a Jesús sino nuestros pecados. "Él ha sido herido por nuestras rebeldías y molido por nuestros pecados, el castigo que nos devuelve la paz calló sobre Él y por sus llagas hemos sido curados". (Is 53, 5). ¿Cómo puede ser la cruz signo maldito, si nos cura y nos devuelve la paz?
3°. La historia de Jesús no termina en la muerte. Cuando recordamos la cruz de Cristo, nuestra fe y esperanza se centran en el resucitado. Por eso para San Pablo la cruz era motivo de gloria (Gál 6, 14).
EXALTACIÓN DE LA CRUZ EN EL A.T y N.T.
Una vez más quiero destacar el valor tipológico del AT con relación al NT. Aquí no se trata solamente de una conexión tipológica, sino que además es citada literalmente por el NT.
Posiblemente, se trata de una historia etiológica, creada para explicar el origen de la serpiente de bronce que existía y recibía culto poco ortodoxo en el templo de Jerusalén hasta que Ezequías la mando destruir: “El fue quien quitó los altos, derribó las estelas, cortó los cipos y rompió la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque los israelitas le habían quemado incienso hasta aquellos días; se la llamaba Nejustán” ( 2 Re 18, 4)


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La serpiente de bronce alzada sobre un asta: “Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá( Nm 21, 8) proporciona al cuarto evangelio un buen símbolo para expresar de una manera plástica la fuerza salvífica y el poder curativo que brota de la cruz de Cristo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna.” (Jn 3, 14-15)
El versículo 6 narra el castigo de Yahveh contra el pueblo: Envió entonces Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel
Las serpientes eran venenosas; dado que su mordedura producía inflamación, el versículo 8 relata el mandato de Yahveh a Moisés, expresión de que su petición ha sido escuchada: Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá.»
Es llama “de fuego.
El versículo 9 nos dice que Moisés hizo lo que Yahveh le había sugerido: Hizo Moisés una serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida. El libro de la Sabiduría 16, 5-14 ofrece un comentario al episodio, quitando a la imagen toda virtud mágica.
Como hemos dicho y después explicaremos más detenidamente Juan ve en este hecho un tipo de Jesús en la cruz (Jn 3, 14).
Es posible que su origen se remonte a la catequesis primitiva de san Pedro: “Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.» (Hch 2, 36); “El ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, = anunciándoles la Buena Nueva de la paz = por medio de Jesucristo que es el Señor de todos(Hch 10, 36).
2, 6-8: Humillación de Cristo.
6 “El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios
La primera frase expresa el punto de partida de la humillación de Cristo: Siendo de condición divina (literalmente “estando en forma de Dios”). Estando en esa condición, no se aprovechó de su igualdad con Dios. Ser igual a Dios significa sustancialmente lo mismo que ser de
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condición divina, y hace referencia no sólo al ser divino del Hijo de Dios sino a su condición de gloria propia de Dios.
7 “Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre
En el v. 7 se expone el verbo principal: se anonadó a sí mismo (lit. “se vació a sí mismo”). Usado aquí en un sentido absoluto,
equivale se        humilló totalmente. También puede          entenderse “se
despojó de algo que tenía
”.
Tomando la condición de esclavo. Con la palabra esclavo el himno quiere expresar una forma concreta de hacerse hombre: en la total renuncia a los honores, al poder, a la riqueza , en la humillación que lo lleva hasta la muerte más ignominiosa. La condición de esclavo aparece en contraste con la proclamación de Jesús como Señor, de la segunda parte del himno.
Haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; Pablo quiere expresar con estas frases que Cristo se hizo igual a los demás hombres. La humanidad de Cristo es como la nuestra, excepto en el pecado. Todas las limitaciones físicas de la humanidad las sufre también Cristo. Algunas veces su humanidad tan marcada, nos hace olvidar que esa humanidad es reflejo de la divinidad.
8 “Y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.”
La humillación llegó hasta el extremo: se hizo obediente hasta la muerte y una muerte de cruz. El texto resalta el carácter libre de esa acción: se humilló a sí mismo haciéndose obediente. La muerte en la cruz es la expresión suprema de la humillación, especialmente para los ciudadanos romanos: muerte propia de esclavos y de extranjeros.
Segunda estrofa: Exaltación (2, 9-11).
Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.”
10”   Para que al nombre de Jesús = toda rodilla se doble = en los cielos, en la tierra y en los abismos,”
1”       Y toda lengua confiese = que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre.”


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La exaltación de Cristo aparece como la respuesta de Dios a la humillación libremente escogida por Cristo.
La acción de Dios se describe con dos verbos: en primer lugar sobresaltó. El segundo aspecto de la exaltación es y le concedió el nombre que sobrepasa todo nombre. La exaltación se simboliza ahora con la concesión de un nombre, no de un nombre personal (Jesús) que ya tenía en su humillación, sino de un “título” que expresa el nuevo estado en que se encuentra Cristo. Ese “título” expresa la nueva realidad de Cristo glorificado, que le coloca por encima de todos los demás seres.
Sin duda se usa un lenguaje que recuerda a Is 45, 23, donde Yahveh se proclama como único Dios, como único que puede salvar: “ Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua”.
Los versículos 1-21 del capítulo 3 hablan del encuentro de Jesús y Nicodemo. El sentido de la Liturgia de hoy no pide que hagamos un estudio o presentación de este diálogo, sino que nos paremos un poco a reflexionar el significado de algunos versículos, que hace relación con la Fiesta de hoy: La Exaltación de la Santa Cruz. Quizá sea conveniente a hacer una somera presentación de todo este diálogo para comprender mejor los versículos elegidos.
Nicodemo, seriamente interesado por Jesús, aparece en escena como representante del judaísmo docto, pero no quiere que sea conocida su simpatía por Jesús. Por eso acude a él de noche. Existen en el diálogo-monólogo tres fases. En la primera Nicodemo reconoce la autoridad de Jesús, basada en los signos, que hace, pero Jesús reacciona diciendo que eso no es suficiente (Jn 3, 1-3). La segunda fase (Jn 3, 4­8) pone de relieve que lo esencial es aceptar a Jesús como enviado, el revelador del Padre, procedente del mundo de arriba. Para ello es necesario nacer de arriba, de lo alto, de Dios. Lo contrario es considerar a Jesús desde las simples categorías o posibilidades humanas. El nuevo nacimiento es obra del Espíritu y se realiza en el bautismo. Sin ellos no hay salvación, ni vida, ni posibilidades de entrar en el reino. La tercera fase (Jn 3, 9-21), que también comienza con el recurso a la incomprensión- recurso muy utilizado por el evangelista-, se centra en describir cómo ha acontecido la salvación: la iniciativa procede de Dios ( Jn 3, 16), se realiza por medio del Hijo, que ha venido de su parte y que vuelve a él, a través de la cruz-exaltación ( Jn 3, 14), y el hombre la hace propia, la rechaza, mediante la fe o la incredulidad en


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el enviado. Estudiaremos el versículo 14, muy apropiado para esta Fiesta y que ya ha sido como señalado e indicado en la Primera Lectura
La “elevación” de Jesús (Jn 3, 14) es la que constituye el reino, reinado o señorío de la vida. En la elevación a la cruz va incluida la exaltación a la gloria. En dicha elevación, el evangelista Juan acentúa las ideas siguientes: la victoria sobre el príncipe de este mundo; la participación del hombre en ella mediante la fe; la muerte en cuanto paso necesario y un aspecto parcial de la elevación; la cruz no es el lugar de la máxima humillación, sino un aspecto de la elevación. En este evangelio el fundamento de la teología o de la reflexión teológica no es la cruz, sino el estar sentado a la derecha del Padre; Jesús aparece como el vencedor de la muerte y el dador de la vida para todos los que creen en él.
El Antiguo Testamento habla del “árbol” que cambia las aguas amargas en dulces: símbolo del Árbol de la Cruz. (Éxodo 15,22-16,1). En otro lugar nos recuerda que el Señor reprocha y corrige a quienes ama y que la Divina Sabiduría es “árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen.” (Proverbios 3,11-18). Nuevamente representa una referencia a la Cruz la cual es, tal como proclama “para los llamados, ... poder de Dios y sabiduría de Dios.” (I Corintios 1, 18-25)
Leemos en el Antiguo Testamento la Profecía de Isaías que habla de la “Ciudad del Señor” en donde habitan juntos gentiles y judíos y “vendrán humillados” y se prosternarán a los pies de Dios y conocerán que “yo el Señor soy el Salvador tuyo y el Redentor tuyo”, el Fuerte de Jacob.” (Isaías 60, 11-16) Aquí encontramos la referencia directa a la Cruz delante de la cual nos prosternamos. El mismo tema se expresa en el versículo del salmo que se repite constantemente en estos oficios y que nos llama a “postraos ante el estrado de sus pies” (Salmos 99, 5; 110, 1,etc.)
LA EXALTACIÓN y GLORIFICACIÓN de la SANTA CRUZ
La Cruz de Cristo fue encontrada en el siglo cuarto por Santa Elena, la madre del Emperador Constantino. Luego fue tomada por los persas, más en el siglo séptimo el Emperador Heraclio la recuperó, y en esta oportunidad fue elevada (o exaltada) en la Iglesia de la Santa Resurrección en Jerusalén. Son estos dos grandes acontecimientos históricos lo que conmemora la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz,


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celebrada el día catorce de Septiembre. Desde su elevación en Jerusalén en el siglo séptimo, la “elevación universal” de la cruz de Cristo fue celebrada anualmente en todas las Iglesias del imperio cristiano.
Cuando Constantino decidió aliarse con los cristianos, perseguidos por sus rivales Magencio en Italia y Licinio en Asia, es porque los cristianos ya eran mayoría en muchas ciudades y minorías importantes, vivas y coordinadas en otras muchas. La demografía cristiana ya había ocupado socialmente el imperio antes de Constantino.
En el siglo VII encontramos que se celebra la fiesta en Occidente: aquí traducen el griego hypsosis por exaltación (en griego: "Yq~waiS Toú Tiµíou fTaupoú; en latín: Exaltatio Sanctæ Crucis), también conocida como Triunfo de la Santa Cruz, es una fiesta religiosa de la Iglesia Católica, de la Iglesia Ortodoxa y otras denominaciones cristianas.
El día siguiente, o sea el 14, se expuso la reliquia de la Cruz, que fue hallada, según se dice, también un 14 de septiembre. En ella se conmemora la Cruz en la que fue crucificado Jesucristo. La fecha de esta celebración es el 14 de septiembre.
Esta exaltación de la cruz en Occidente está relacionada con la recuperación de la preciosa reliquia que el rey de Persia, Cosroes, se había llevado consigo en el año 614 cuando conquistó Jerusalén; el emperador bizantino Heraclio la recuperó el 3 de mayo del año 628. (por esta causa en muchos pueblos se viene celebrando ese día se como fiesta de las cruces)
La Iglesia Católica, muchos grupos protestantes y ortodoxos celebran la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz el 14 de septiembre.
Quien posee la cruz posee un tesoro.
Cristo nos enseña que la cruz es su exaltación, cuando dice: “Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”. Está claro, pues, que la cruz es la gloria y exaltación de Cristo.
La cruz es llamada gloria y exaltación de Cristo. El mismo Cristo nos enseña que la cruz es su gloria, cuando dice: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él, y pronto lo glorificará”. Y también: “Padre, glorifícame con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese”. Y asimismo dice: «Padre, glorifica tu nombre». Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».


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Si Cristo no hubiese sido clavado en la cruz, no hubiéramos sido declarados libres, no disfrutaríamos del árbol de la vida, el paraíso continuaría cerrado. Sin la cruz, no hubiera sido derrotada la muerte.
La cruz significa a la vez el sufrimiento y el trofeo del mismo Dios:
El sufrimiento, porque en ella sufrió una muerte voluntaria;
El trofeo, porque en ella quedó herido de muerte el demonio y, con él,
fue vencida la muerte.
Junto con Cristo Crucificado, nos elevamos hacia lo alto, para, dejando abajo la tierra y el pecado, y gozar de los bienes celestiales.
TEOLOGÍA DE LA CRUZ
Jesús dijo: "Como Moisés levantó a la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado (en la cruz) el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna" (Jn 3, 14-15).
Al ver la serpiente, los heridos de veneno mortal quedaban curados.
Al ver al crucificado, el centurión pagano se hizo creyente;
Juan, el apóstol que lo vio, se convirtió en testigo. Leer: Juan 19, 35-37.
DIOS nos envía a su HIJO para Morir en la CRUZ
"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna". (Jn 3, 16).
Pero ¿cómo lo entregó? ¿No fue acaso en la cruz? La cruz es el recuerdo de tanto amor del Padre hacia nosotros y del amor mayor de Cristo, quien dio la vida por sus amigos (Jn 15, 13).


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El demonio odia la cruz, porque nos recuerda el amor infinito de Jesús. Leer: Gálatas 2, 20.
LA CRUZ
1. EN LA HISTORIA DE LAS RELIGIONES. 2. EN LA TEOLÓGIA BIBLICA.
I. EN LA HISTORIA DE LAS RELIGIONES
En su forma simple de dos líneas que cruzan perpendicular o diagonalmente puede rastrearse la presencia de la cruz ya en el Neolítico reciente. Las interpretaciones son hipotéticas, pero no parece erróneo entenderla cómo señalización o como ornamentación y también como símbolo cósmico y religioso. Sus formas concretas son muy diversas (en diagonal, en forma de T(au), la cruz griega (es decir, con los lados de la misma longitud), la cruz latina (con el tramo vertical más largo que el horizontal), radiada, esvástica, con asas, y otras muchas variantes).
La orientación hacia los cuatro puntos cardinales (cruz griega y cruz radiada) simboliza el universo (cielo y tierra) en las culturas mesopotámicas, las de América del Norte y Mesoamérica y en la Roma antigua (“la tierra dividida en cuatro partes”. La conocían como símbolo del sol los asirios, los galos v los germanos septentrionales. Platón interpretó el cosmos como “a1ma del universo” con la letra X. En la India, la cruz radiada simboliza el curso circular de toda vida (samsara), La esvástica (cruz radiada con el circulo roto) significa en el budismo la fractura del samsara, es decir, de la vida autentica. Pueden rastrearse ya en las culturas del Bronce interpretaciones que la entendían como señal de bendición y de protección. La cruz con asas está inequívocamente testificada. en Egipto como símbolo de la vida, Esta significación como símbolo humano básico hace posible y comprensible, en la óptica de la ciencia de la religión, que en el ámbito del Imperio romano de Oriente (desde Constantino el Grande y la emperatriz Helena) y en los Padres de la Iglesia griegos se llevara a cabo una reinterpretación de la cruz desde su primer sentido como instrumento de castigo y ejecución a signo salvífico universal (no solo soteriológico) y que se impusiera rápidamente en las formas de la inculturación: primero en el circulo de la cultura helenista, luego en las misiones (germanas y mesoamericanas) y también, al parecer, en Asia central y oriental.
·        Bibliografía: HWDA 5, págs. 478- 484; RGG3 4, págs, 45s.; EKL3 2, págs. 1462-1468. F. HEILER, Erscbeinungsformen und Wesen der Religión. S 21.979, págs. 104ss.; H.-J. Klimheit, <Das Kreuz
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Symbol> en G. STEPHENSON (dir.), Leben und Tod in den Religionen, Da 1980, págs. 61-80; M. LURKER, Die Botschaft der
Symbole, M :1990, págs. 279-289.           Franz Wolfinger
2. EN LA TEOLOGÍA BÍBLICA
La cruz es un instrumento para la ejecución del castigo, en sus orígenes un madero (o-ta-upOc latin crux, palo de tormento), que entre los romanos era de ordinario un travesaño.
<Crucificar> (0-rappobv) indica el correspondiente modo .de ejecución. 4.) En este sentido emplean los evangelios sinópticos (y los [Hechos) los conceptos, primero como indicación del género concreto de la muerte sufrida por Jesús (en Mc 15 par.). A la luz del kerigma de la resurrección, el discurso sobre el Crucificado (participio perfecto) adquiere una permanente significación cristológica (Mc 16,6 par. Mt 28,5).
Empalmando con esta idea, acentúa Lc la necesidad historicosalvifica de la muerte en cruz de Jesús (Lc 24,7.20 <26> y la justificación del Crucificado en virtud de la resurrección (Hch 4,10; 2,36; cf. 5,30; 10,39 <colgar del madero>; 13,29). La sentencia acerca. de «llevar la, cruz>, que fue en sus orígenes una metáfora para la disposición al martirio, se convierte, en el contexto de los evangelios, en imagen de la radicalidad del seguimiento de Jesús exigido a todos (Lc 14,27 Q), que implica fundamentalmente arriesgar incluso la propia vida (Mt 10,28s.) redacción); Mc 8,34s. par, Mt 16,24s.) y, en concreto, la acreditación <diaria> (Lc 9,23s.).
b) El evangelio de Juan emplea el concepto de cruz (crucificar) exclusivamente para el género especifico de la muerte de Jesús (Jn 19). En lo que concierne al contenido, la muerte en cruz se inserta, a través del concepto de la <exaltación>, en un contexto de clara orientación cristológica, en el que aparecen entrelazadas la crucifixión y la sessio ad dexteram Patris (3,14; 8,28; 12,32ss.), La exaltación en la cruz pone en claro q u e el retorno del enviado del Padre es la glorificación d e l H i j o d e l h o m b r e ( h e c ho carne), de modo que en la cruz alcanza consumación la gloria ya perceptible en la vida terrena 12,23.28; 13,31). En este sentido, puede hablarse de una theologia crucis joanea (Kohler, Knöppler).
e) Ha sido Pablo quien con mayor rigor ha reflexionado sobre el hecho de la muerte en cruz de Jesús como theologia crucis en el sentido de un concepto soteriológico. La paradoja de un Cristo crucificado (Hengel), que es necedad para los paganos (la idea del castigo en la cruz les resultaba repugnante a los ciudadanos romanos, cf Cicerón, Pro Rabirio 16) y <escandalo> para los judíos (el judaísmo de aquella época desconocía la
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idea de un Mesías crucificado; una cierta explicación de la tradición establecía una relación entre Dt 21,23 y la crucifixión: TRE 64, pags, 7­13), se convierte en Pablo justamente en la demostración de que el no anuncia la sabiduría humana, sino la sabiduría de Dios, quien, a través de la necedad de la cruz, quiere salvar a los creyentes (1 Cor 1,17-25; cf. 2 Cor 13,4. El Crucificado se muestra como el misterio de la sabiduría divina, oculta al mundo, que ahora se ha revelado media del Espíritu (1 Car 2,6­10) “La <palabra de la cruz> (1 Cor 1,18) o respectivamente <del Crucificado> (1 Cor 2,2; cf. Gal 3,1), se convierte en la esencia del mensaje salvífico cristiano (Flp 2,8). Esta paradoja gnoseológica adquiere en Gál profundidad de contenido. Exigir la circuncisión (a los paganos) seria eliminar el <escandalo>, de la cruz (salvadora) (5,11; cf 6.12; Flp 3,18). Gál 3,13 establece ha referencia expresa con Dt 21,23 (<un hombre colgado ... es una maldición)) e interpreta consecuentemente la muerte vicaria de Jesús <por nosotros> de la formula de la muerte de Jesús (influida por Is 53) como <muerte de maldición>) (<hecho maldición por nosotros>; cf. como transición en 1 Cor 1,13: <crucificado por vosotros>) El paralelo en 2 Cor 5,21 (<Dios lo hizo pecado por nosotros>) permite descubrir que la extremosidad que hace de Cristo <maldición> y <pecado> está pensada en analogía con el sacrificio por el pecado (Lv 4,5.16), en el que en la muerte el animal sacrificado se realiza simbólicamente la muerte del pecador. En Cristo crucificado, «hecho maldición por nosotros» (Gál 3,13) puede homo peccator reencontrarse consigo mismo para conseguir en él una identidad nueva (la de alter (Jhristus, ;28). El creyente, por consiguiente, ha crucificado su carne (de una vez por todas: aoristo 5,24), de modo que es (permanentemente) un crucificado con Cristo (Gal 2,19, perfecto; cf. 6,14), en el que el mismo vive (2,20). En Rom 6,6 se aplica esta idea bautismo, en el que «nuestro hombre viejo fue crucificado» (aoristo).
d) La theologia crucis paulina avanza un paso más cuando en Col se establece una vinculación estricta entre la idea de la reconciliación universal y la cruz (1,20; cf. 2,14s,), o en Ef, donde la cruz aparece como la posibilitación de una única Iglesia (de judíos y gentiles) (2,16). Se halla cerca de la tradición paulina 1 Pe 2,24, donde el texto de Is 53,4.12 (<el llevó el pecado de muchos>) se concreta en la cruz (<el mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo y los subió al madero>). En Heb 6,6; 12,2 aparece la cruz como expresión de burla y de ignominia.
·                 Biografía; L. MORRIS, The Cross in the NT, GR 1965; E. DINKIER, Signum Crucis., Tu 1967; G. DELLING, Der K.- Tod
Jesu in der urchr. Verkündigung. Go 1972; M. HENGEL, Mors turpissima crucis: .Rechtfertigung. FS E Käsernann, Tu-Go 1976, págs. 125-184; H. WEDER, Das .Kreuz Jesu bei Paulus, Go 1981; C. ANDRESEN y G. KLEIN, (dirs.), Theologia crucis-Signurn crucis. FS E. Dinkler, Tu 1979; H. KOHLER, Kreuz und Menschwerdung im Johannes-Evangelium, Z 1987; H. MERKLEIN, Studien zu Jesus und Paulus, Tu 1987, pág. 1-106; TRE 19, págs, 713-725 (W, H. Kuhn); R. HOPPE, Der Thiumph des Kreuzes, St 1994; 'T. KNÖPPLER, Die theologia crucis des Johannes-Evangelium, N.k 1994.
Helmut Merklein


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Diccionario Enciclopédico de Exégesis y Teología Bíblica
Crucifixión
CRUCIFIXIÓN
La crucifixión, calificada por Cicerón como el mas cruel y más espantoso modo de morir,) (In Verrem II, 5, 64, 165; cf Josefo, bell. hid. VIE, 6,4), tiene un origen y una antigüedad desconocidos. Hay algunos vestigios entre los medos y los persas. Llegó hasta los romanos en el curse de las guerras púnicas (desde el 264 a.C.), Se introdujo en Palestina en fechas relativamente tempranas (desde el s. I. a. C.), aunque en el Antiguo Testamento se habla ya de ajusticiados <colgados en un madero> (Gn 40,19; Dr 21,22 y otros). E1 derecho romano castigaba con la muerte en cruz los delitos de robo a mano armada, asesinato, alta traición, injurias de lesa majestad y rebelión.
De ordinario los condenados, tras ser azotados, llevaban por si mismos el travesaño horizontal (patibuturn) hasta el lugar de la ejecución, donde eran atados o clavados a un palo vertical, en general pequeño, que acto seguido era izado. Para aliviar el tormento, se les suministraba una bebida embriagante. Para retrasar el momento de la muerte se colocaba en el centro del pato vertical una especie de asiento (sedile). La muerte se producía a causa de una cruel asfixia. Como norma, se dejaba el cadáver en la cruz para pasto de los animales salvajes o hasta su descomposición, aunque había excepciones.
Esta fue, en líneas generales, la secuencia de la crucifixión de Jesús, aunque existen dudas sobre algunos detalles. Debido a la f1agelación a que Jesús había sido sometido inmediatamente antes, ya en el pretorio mismo (Mc 15,15 par.; Jn 19,1) estaba demasiado débil para transportar por si solo el travesaño hasta el Gólgota (Mc 15,22 par.). Según Mc 15,23 rechazó la bebida habitual que le ofrecieron, Fue clavado desnudo (Mc 15,24 par,; Jn 19,23s.) probablemente de pies y manos (Jn 20,25; L,c 24,39; Hch 2,23) a una cruz en forma de T, que apenas seria algo más alta que la de los dos malhechores que le flanqueaban (Mc 15,27 par.) Una tablilla, que no es posible localizar, anunciaba (probablemente en arameo y griego) el nombre y la culpa (Mc 15,26 Jn 19,19). Fueron testigos de aquel cruel acontecimiento algunas mujeres galileas (Mc 15,40 par.; 19,25ss.).El descendimiento del cuerpo, tras haber obtenido el permiso de Pilato, corrió a cargo de Jose de Arimatea, antes del inicio del sábado (Mc 15,43;Jn 19,38).
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·        Bibliografía: J. BLINZLER, Der Prozess Jesu, Rb 41969, págs. 357-384 (trad, cast.: El proceso de Jesús); L. Diez Merino, <El suplicio de la cruz en la literatura judía intertestamental LAGREG 24 (1976), págs. 31-120; M. HENGEL, La crucifixión dans l’antiquite et la folie du message de la croix, P 1981 págs. 13-113 (bibliografía); W. Bösen, Die letzte Tage des ,Jesús von Nazaret, Fr 31995 (bibliografía).
Willibald Balsa
Diccionario Enciclopédico de Exégesis y Teología Bíblica
MUERTE
a)     Antiguo Testamento. La condición de ser mortal del hombre es uno de los enunciados básicos de la antropología paleotestamentaria (Gn 2,17; 3,19; Jos 23,14; 2Sam 14,14). La muerte es entendida como la disolución y extinción de la existencia humana (2 Sam 14,14; Job 14,1) y como inversión incluso del acto creador (Sal 104,29; 146,4; Qo 12,7). El hombre pasa como <una sombra> al reino de los muertos, del que no hay retorno (2Sam 12,23; Is 14,9s.; Job 7,9; Qo 9,10).
b)     Ya desde las primeras etapas se perfilan dos actitudes diferentes frente a la muerte: por un lado, la idea de una muerte <natural>, con la esperanza de ir <anciano y saciado de días> a <reunirse con los antepasados> (Gn 25,8) y, por otro lado el temor a una muerte siempre «prematura> (p. ej., Is 39,10) la muerte en edad temprana era incluso interpretada como un castigo de Dios (Gn 38,7; Am 7,11.17; Jr 14,11s).
Con la aparición, a partir del s. II a.C., de la esperanza de la resurrección de los muertos se modificó la postura ante la muerte. Los Justos y los mártires entran a través de la muerte en la vida en la que su fidelidad será recompensada (Du 12,1ss.; 2 Mac 7). Según Sab 2,23, la vida eterna es parte constitutiva de la esencia del hombre y la muerte se presenta como un transito obvio al otro mundo (Sab 4,7-16).
c)     Nuevo Testamento. Jesús y la comunidad cristiana aceptan la idea de la resurrección de los muertos del Antiguo Testamento (Mc 12,18-27; cf. Heb 6,1ss.). La comunidad primitiva la considera confirmada en virtud de la resurrección de Cristo (1 Cor 15).
d)Las alusiones a la muerte del hombre están, por consiguiente, marcadas por la esperanza (Jn 11,21-27; Rorn 8,31b-39; 1 Tim 4,7-10; Ap 21,1-8). Aunque se percibe en toda su dimensión la amenazadora experiencia de la muerte (cf 2 Car 1,8ss.; Heb 5,7), desde la muerte de


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Jesús es posible una relación nueva con ella (Heb 2,7; cf. también el carácter parenético especialmente en la historia lucana de la pasión).
Bibliografía: R. MARTIN-­‐ACHARD, De la morta la resurrection d’apres l’at., Neuchate 1956; L. WÄCHTER, Der Tod im AT, St 1967;. H. THIELIKE, Vivir con la muerte, Ba 1984; 0. KAISER y E. Lohse, Tod und Leben, Sty otros, 1987: C.-­‐P. MÄRZ, Hoffnung aufLeben, St 1995.
Klaus-­‐Peter März
Diccionario Enciclopédico de Exégesis y Teología Bíblica
MUERTE DE JESUS
Según el testimonio concordante de los cuatro evangelios, Jesús murió un viernes, según Jn 1.9,14.31a.42 el 14 de nisán (parasceve de la passah), según Mc 15,42 par. el 15 de nisán (el mismo día de la passah). No es posible armonizar la disparidad de estos datos. El intento por resolver el problema recurriendo a un doble calendario (Jaubert) puede considerarse fracasado. Aún teniendo bien en cuenta los argumentos de los sinópticos, la mayoría de los exegetas se inclinan por la cronología joanea, aunque tienen que contentarse con el año 30 como fecha meramente aproximativa. Según Mc 15,34 par. la muerte se produjo en la hora nona y, en todo caso, no mucho después de la crucifixión (Mc 15,25: tres horas; Jn 19,14: seis horas). Como causa de la muerte se proponen, además de un agotamiento generalizado (cf Simón de Cirene), la asfixia y la perdida de sangre a consecuencia de la flagelación y la sujeción a la cruz con clavos, todo lo cual habría producido un rápido colapso. Los evangelios, que son los únicos testigos, describen la muerte con verbos y giros en parte poco usuales, pero con una significación inequívoca (Mc 15,37.39 par. Lc: <expiró>; Mt 27,50: <exhala el aliento vital> o Jn 19,30: <entrego el espíritu>. De las siete palabras en la cruz (Mc 5,34 par. Mt; Lc 23,34.43.46; Jn 19,26s.28.30), la que reclama la más alta probabilidad, justamente por su dureza, es la del <grito de abandono> del Sal 22 (Mc 15,34, palabras de Jesús en la cruz). Los evangelistas tienen especial interés en insistir en el hecho de que la muerte fue real, con la mirada puesta, no en último término, en las tempranas dudas y los intentos por negarla (cf. la hipótesis del robo en Mt 27,64; cf. Jn 20,3). No están exentas de propósitos apologéticos, entre otras, las escenas de la perforación del costado de Jesús con una lanza. (Jn 19,31-37), el diálogo del centurión con Pilato sobre la rapidez con que se .produjo el fallecimiento (Mc 15,44s.), la sepultura con testigos oculares (MC 15,47 par.) en un sepulcro bien localizado y destinado a una sola persona (Mc 15,46 par.; Jn 19,41); cf la insistencia en la sepultura en la antigua confesión de fe de 1 Car 1.5,3s.; la custodia del sepulcro con guardias (Mt 27,62-66). Fueron testigos históricamente fiables según los cuatro evangelios algunas mujeres de Galilea conocidas por sus nombres,


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aunque solo pudieron verlo <desde lejos> (Mc 15,40s. par.; Jn 19,25ss.). Es discutido recurso a la sábana santa de Turín. La muerte de Jesús nunca aparece en el Nuevo Testamento descrita solo en sus factores externos, sino siempre vinculada a su significación salvífica de perdón de los pecados y reconciliación con Dios (expiación). Tienen función interpretativa en los sinópticos el eclipse de sol (Mc 15,33 par.), el desgarramiento del velo del templo (Mc 15,38 par.) y la resurrección de muertos (Mt 27,52s.). Son asimismo esquemas de interpretación, sobre todo en las cartas paulinas, las referencias al culto sacrificial veterotestamentario (Lv 1-7), a la liturgia del Día de la Expiación (Lv 16), a la teología martirial (1 Mac 6s.) y al canto del Siervo de Yahveh (Is 5:3). Existe abundante controversia en torno a la pregunta de la interpretación que el Mismo Jesús daba su muerte (Mc 10,45; 14,24).
·                     Bibliografía: A. JAUBERT, La date de la Cène, P 1957; J. BLINZLER, Der Prozess Jesu, Rb 41969 (trad. castelana: El proceso de Jesús, Ma 1968); K. KERTELGE (dir.); Der Tod Jesu. Deutungen im NT (QD 74), Fr 1976; G. FRIEDRICH, Die Verkündigung des Todes Jesu im NT, Nk 1982; C. BARTH, Der Tod Jesu im Verständnis del NT, Nk .1992: W. BÖSEN, Der letzte Tag des Jesus von Nazaret, Fr 31995; CH. COHN, Der Prozess und Tod Jesu aus judischer Sicht, F 1997; S. J. PATTERSON, Beyond the Passion: Rethinking the Death and Life of Jesus, Mn 2004; J, FREY y J. Schröter (dirs.), Deutungen des Todes Jesu im Neuen Testament, Tu 2005; S. MCKNIGHT, Jesus and His Death: Historiogniphy, the historical Jesus, and Atonement Theory, Waco 2005; C. PULCINELLI, La morte di Gesu come espiazione: La concezione paulina Cinisello Balsam° 2007,
Wilibald Bösen
Diccionario Enciclopédico de Exégesis y Teología Bíblica
LAS ENSEÑANZAS DE LA CRUZ
Nos enseña quiénes somos
La cruz, con sus dos maderos, nos enseña quiénes somos y cuál es nuestra dignidad: el madero horizontal nos muestra el sentido de nuestro caminar, al que Jesucristo se ha unido haciéndose igual a nosotros en todo, excepto en el pecado. ¡Somos hermanos del Señor Jesús, hijos de un mismo Padre en el Espíritu! El madero que soportó los brazos abiertos del Señor nos enseña a amar a nuestros hermanos como a nosotros mismos.
Y el madero vertical nos enseña cuál es nuestro destino eterno. No tenemos morada acá en la tierra, caminamos hacia la
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vida eterna. Todos tenemos un mismo origen: la Trinidad que nos ha creado por amor. Y un destino común: el cielo, la vida eterna. La cruz nos enseña cuál es nuestra real identidad.
LAS LLAGAS DE CRISTO EN LA CRUZ
Fuerza de Dios
"Porque la predicación de la cruz es locura para los que se pierden... pero es fuerza de Dios para los que se salvan" (1 Cor 1, 18),
Como el centurión que reconoció el poder de Cristo crucificado. Él ve la cruz y confiesa un trono; ve una corona de espinas y reconoce a un rey; ve a un hombre clavado de pies y manos e invoca a un salvador.
Por eso el Señor resucitado no borró de su cuerpo las llagas de la cruz, sino las mostró como señal de su victoria. Lee: Juan 20, 24-29.
La señal de la Cruz de los cristianos
Los cristianos, con frecuencia, hacemos con la mano la señal de la cruz sobre nuestras personas. O nos la hacen otros, como en el caso del bautismo o de las bendiciones.
Al principio parece que era costumbre hacerla sólo sobre la frente. Luego se extendió poco a poco a lo que hoy conocemos: o hacer la gran cruz sobre nosotros mismos (desde la frente al pecho y desde el hombro izquierdo al derecho) o bien la triple cruz pequeña, en la frente, en la boca y el pecho, como en el caso de la proclamación del evangelio.
Es un gesto sencillo, pero lleno de significado. Esta señal de la Cruz es una verdadera confesión de nuestra fe: Dios nos ha salvado en la Cruz de Cristo. Es un signo de pertenencia, de posesión: al hacer sobre nuestra persona esta señal es como si dijéramos: "estoy bautizado, pertenezco a Cristo, El es mi


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Salvador, la Cruz de Cristo es el origen y la razón de ser de mi existencia cristiana...".
No hace falta llegar a los estigmas de la cruz en el propio cuerpo,
como en el caso de algunos Santos. El repetir el gesto nos recuerda que estamos salvados, que Cristo ha tomado posesión de nosotros, que estamos de una vez para siempre bendecidos por la Cruz que Dios ha trazado sobre nosotros.
En realidad, el primero que hizo la "señal de la Cruz" fue el mismo Cristo, que "extendió sus brazos en la cruz" (Plegaria Eucarística 2ª.), y "sus brazos extendidos dibujaron entre el cielo y la tierra el signo imborrable de tu Alianza" (Plegaria Eucarística 1ª. de la Reconciliación)... Si ya en el Antiguo Testamento se hablaba de los marcados por el signo de la letra "tau", en forma de cruz (Ezeq 9,4-6) y el Apocalipsis también nombra la marca que llevan los elegidos (Apoc 7,3), nosotros, los cristianos, al trazar sobre nuestro cuerpo el signo de la Cruz nos confesamos como miembros del nuevo Pueblo, la comunidad de los seguidores de ese Cristo que desde su Cruz nos ha salvado.
LA CRUZ, EN EL ANTIGUO TESTAMENTO- REFERENCIA
Esta lectura nos recuerda que el Señor reprocha y corrige a quienes ama y que la Divina Sabiduría es “árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen (Proverbios 3,11-18)”; .... es de la Profecía de Isaías que habla de la “Ciudad del Señor” en donde habitan juntos gentiles y judíos y “vendrán humilladosy se prosternarán a los pies de Dios Así conocerás que yo, Jehovah, soy tu Salvador y tu Redentor, el Fuerte de Jacob (Isaías 60, 11­16)”.
Aquí encontramos la referencia directa a la Cruz delante de la cual nos prosternamos.
El mismo tema se expresa en el versículo del salmo que se repite constantemente en estos oficios y que nos llama a “postraos ante el estrado de sus pies” ¡Exaltad a Jehovah, nuestro Dios! Postraos ante el estrado de sus pies, porque él es santo (Salmos 99, 5).


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El Señor dijo a mi señor: "Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos como estrado de tus pies(Salmos 110, 1); el evangelio es de San Juan, en el que Cristo afirma: “Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos a mí mismo” (Juan 12, 32).
Como cordero degollado, Isaías 53, 7 “Él fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca. Como un cordero, fue llevado al matadero; y como una oveja que enmudece delante de sus esquiladores, tampoco él abrió su boca”.
Que frase tan bella: Señor, Tu eres mi “esperanza crucificada”, solo esperaré en ti, Tu cruz es mi cruz y, mi vida es Tu vida. Toda mi vida pende de Ti, por eso me consuela y fortalece cuando al recitar el versículo 7 del Salmo 39 que dice: 7Ahora, oh Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti”.
Cuando elevamos la Cruz y nos postramos ante ella en veneración y en adoración a Dios,
por lo tanto, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2,19;
porque esperaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios (Hebreos 11,10)”;
No vi en ella templo, porque el Señor Dios Todopoderoso, y el Cordero, es el templo de ella (Apocalipsis 21,22)”.
LA CRUZ, SIGNO DEL CRISTIANO
Signo de nuestra reconciliación
La cruz es signo de reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con los humanos y con todo el orden de la creación en medio de un mundo marcado por la ruptura y la falta de comunión.


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La Cruz es el símbolo radical, primordial para los cristianos: uno de los pocos símbolos universales, comunes a todas las
confesiones.
Durante los tres primeros siglos parece que no se representó plásticamente la cruz: se preferían las figuras del
Pastor, el pez, el ancla, la paloma...
Fue en el siglo IV cuando la cruz se convirtió, poco a poco, en el símbolo predilecto para representar a Cristo y su misterio de salvación.
Desde el sueño del emperador Constantino, hacia el 312 ("In hoc signo vinces": con esta señal vencerás), que precedió a su victoria en el puente Milvio, y el descubrimiento de la verdadera Cruz de Cristo, en Jerusalén, el año 326, por la madre del mismo emperador, Elena, la atención de los cristianos hacia la Cruz fue creciendo. La fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, que celebramos el 14 de septiembre, se conoce ya en Oriente en el siglo V, y en Roma al menos desde el siglo VII.
Las primeras representaciones pictóricas o esculturales de la Cruz ofrecen a un Cristo Glorioso, con larga túnica, con corona real: está en la Cruz, pero es el Vencedor, el Resucitado. Sólo más tarde, con la espiritualidad de la Edad Media, se le representará en su estado de sufrimiento y dolor.
En nuestro tiempo es la Cruz, en verdad, un símbolo repetidísimo, en sus variadas formas:
—la cruz que preside la celebración, sobre el altar o cerca de él,
—la cruz procesional que encabeza el rito de entrada en las ocasiones más solemnes, y parece ser el origen de que luego el lugar de la celebración este presidido por ella,
—las que colocamos en las habitaciones de nuestras casas,
—la cruz pectoral de los Obispos, y el báculo pastoral del Papa, basta recordar el magnifico báculo de Juan Pablo II, en forma de cruz, heredado de Pablo VI.


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—las cruces penitenciales que los "nazarenos" portan sobre sus espaldas en la procesiones de Semana Santa,
—la cruz como adorno y hasta como joya que muchas personas llevan al cuello,
—y las variadas formas de "señal de la cruz" que trazamos sobre las personas y las cosas (en forma de bendición) o sobre nosotros mismos en momentos tan significativos
La Cruz y el Bautismo:
A la hora de empezar la vida cristiana, la señal de la cruz es como una marca de posesión y de fe en Cristo Salvador.
El bautismo es un rito elocuente por demás. La cruz también es una renovación del bautismo. El sacerdote (y después los padres y padrinos) hacen al bautizando la señal de la Cruz en la frente: “te signo con la señal de Cristo Salvador... ”
En el caso del Bautismo de Adultos es todavía mas explícito el gesto. El sacerdote le signa en la frente diciendo: "recibe la cruz en la frente: Cristo mismo te fortalece con la señal de su victoria; aprende ahora a conocerle y a seguirle".
El sacramento del bautismo significa la muerte y la resurrección, como lo que hizo Cristo en la Cruz.
El Bautismo nos hace entrar en el misterio de Cristo
Un momento particularmente expresivo en que sobre nuestras personas se traza la señal de la Cruz es el del bautizo.
En verdad, a la hora de empezar la vida cristiana, la señal de la cruz es como una marca de posesión y de fe en Cristo Salvador. No es algo mágico, como una especie de amuleto protector: sino una profesión de fe en la persona de Cristo, que, en su Cruz y por su Cruz, nos ha conseguido la salvación y, que esperamos que durante toda nuestra vida nos siga bendiciendo.


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Por eso, siempre que hacemos la señal de la Cruz estamos recordando en algún modo el Bautismo. Y es una costumbre cristiana digna de alabanza que los padres, que en el rito del bautizo han participado en esta asignación a sus hijos, sigan haciéndolo en la vida. Muchos padres cristianos trazan esta señal sobre sus hijos en el momento de acostarlos, de enviarles a la escuela, al comienzo de un viaje. Hecha con fe, este gesto es un signo de que lo que empezó en el Bautismo, la vida cristiana, se quiere que continúe desarrollándose y creciendo. Sus hijos son también hijos de Dios, pertenecen a Cristo. Es como si les dijeran: "el que tomó posesión de ti en el Bautismo te acompañe en todo momento".
La misma señal de la Cruz se trazará al final, en los ritos sacramentales de la Unción, y las exequias, sobre el cristiano que lucha contra la enfermedad o que está próximo a la muerte. En muchas regiones es costumbre que los familiares hagan la cruz sobre la frente del difunto: así nuestra vida cristiana queda enmarcada, desde principio a fin, con el signo victorioso de la Cruz de Cristo.
LA CRUZ, UN SIMBOLO ELOCUENTE
(1 Cor 1:18,19-22,23). 18Porque para los que están pereciendo, el mensaje de la cruz es locura; pero para nosotros que estamos siendo salvados, la cruz es poder de Dios. 19 Porque está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los inteligentes. 22Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; 23pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: que para los judíos es tropezadero, y para los gentiles es locura.
No nos damos mucha cuenta, porque ya estamos acostumbrados a ver la Cruz en la iglesia o en nuestras casas. Pero la Cruz es una verdadera cátedra, desde la que Cristo nos predica siempre la gran lección del cristianismo. La Cruz resume toda la teología sobre Dios, sobre el misterio de la salvación en Cristo, sobre la vida cristiana.
La Cruz es todo un discurso: nos presenta a un Dios trascendente pero cercano; un Dios que ha querido vencer el mal con su propio dolor; un Cristo que es Juez y Señor, pero a la vez Siervo, que ha querido llegar a la total entrega de sí mismo, como imagen plástica del amor y de la condescendencia de Dios; un Cristo que en su Pascua —muerte y


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resurrección— ha dado al mundo la reconciliación y la Nueva Alianza entre la humanidad y Dios...
Esta Cruz ilumina toda nuestra vida. Nos da esperanza. Nos enseña el camino. Nos asegura la victoria de Cristo, a través de la renuncia a sí mismo, y nos compromete a seguir el mismo estilo de vida para llegar a la nueva existencia del Resucitado.
La Cruz, que para los judíos era escándalo y para los griegos necedad (1 Cor 1,18-23), que escandalizó también a los discípulos de Jesús, se ha convertido en nuestro mejor símbolo de victoria y esperanza, en nuestro más seguro signo de salvación y de gloria.
No es de extrañar que, cuando en nuestra celebración empleamos el gesto simbólico del incienso —signo de honra, de veneración y alabanza— sea en primer lugar la Cruz la que reciba nuestro homenaje. En esa Cruz se centra nuestra comprensión de Cristo y de su Misterio Pascual. Ahí esta concentrada la Buena Noticia del evangelio. Todas las demás palabras y gestos simbólicos lo que hacen es explicar, desarrollar (y, a veces, oscurecer) lo que nos ha dicho la Cruz...
LA CRUZ Y LA ASCÉTICA
La Cruz es una verdadera cátedra desde la cual Cristo nos predica siempre la gran lección sobre Dios, sobre el misterio de la salvación en Cristo y sobre la vida cristiana. Generalmente no nos damos cuenta porque ya estamos acostumbrados a ver la Cruz en la Iglesia o en nuestras casas.
Esta es la Cruz que ilumina nuestra vida, que nos da esperanza y que nos muestra el camino, es la Cruz quien nos presenta a un Dios que trascienden en la lejanía, pero al mismo tiempo es más íntimo que cercano. Un Cristo que en su muerte y resurrección ha dado al mundo la reconciliación entre Dios y la humanidad. Un Dios que ha querido vencer el mal con su propio dolor.
Una vida según la Cruz
Todo gesto simbólico, todo signo, pueden ayudarnos por una parte a entrar en comunión con lo que simboliza y significa. Que
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es lo importante. Y por otra, puede ser también un peligro, si nos quedamos en la mera exterioridad. Entonces el gesto se convierte un poco en gesto mágico, ritual, rutinario, que no significa nada ni nos lleva a nada.
De tanto ver la Cruz, y de tanto hacer sobre nosotros su señal, se puede convertir en un gesto mecánico, que no nos dice nada. Y más cuando se puede convertir sencillamente en un objeto de adorno, más o menos estético y precioso, pero que no parece indicar que comporte una auténtica fe en lo que significa.
Cuando colocamos una Cruz en nuestras casas, o la vemos en la iglesia, o nos hacemos la señal de la Cruz al empezar el día, al salir de casa, al iniciar un viaje, o —ya dentro de la celebración— cuando nos santiguamos al empezar la Eucaristía o al recibir la bendición final, deberíamos dar a nuestro gesto su auténtico sentido. Debería ser un signo de nuestra alegría por sentirnos salvados por Cristo, por pertenecerle desde el Bautismo. Un signo de victoria y de gloria: nosotros como cristianos "nos gloriamos en la Cruz de Nuestro Señor Jesús" (Gal 6,14) y nos dejamos abarcar, consagrar y bendecir por ella.
Más aún. Esta señal de la Cruz repetida quiere ser un compromiso: porque la Cruz es el símbolo mejor del estilo de vida que Cristo nos ha enseñado. La imagen o la señal de la Cruz quieren indicarnos el camino "pascual", o sea, de muerte y resurrección, que recorrió ya Cristo, y que nos invita ahora a nosotros a recorrer: "si alguien quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame" (Mt 16,24)
Es fácil cantar: "victoria, tú reinarás, oh Cruz, tú nos salvarás". Y fácil también hacer, más o menos distraídamente, la señal de la Cruz en esos momentos en que estamos acostumbrados. Lo que es difícil es escuchar y asimilar todo el mensaje que nos viene predicado desde este símbolo. Un mensaje de salvación y esperanza, de muerte y resurrección. De vida cristiana entendida como servicio. Y un recordatorio —todavía— no sólo de Cristo, sino de todos los que han sufrido y siguen sufriendo en nuestro mundo: Cristo, en la Cruz, es como el portavoz de todos los que lloran y sufren y mueren, a la vez que es la garantía y la proclama de victoria para todos.
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Los cristianos, a la Cruz, le tenemos que reconocer todo su contenido, para que no sea un símbolo vacío. Y entonces sí, puede ser un signo que continuamente nos alimente la fe y el estilo de vida que Cristo nos enseñó. Si entendemos la Cruz, y si nuestro pequeño gesto de la señal de la Cruz es consciente, estaremos continuamente reorientando nuestra vida en la dirección buena.
ASCÉTICA II
TOMA TU CRUZ Y SIGUE A JESÚS
"El que no toma su cruz y sigue en pos de mí no es digno de mí" (Mt 10.38), dice el Señor. El da a cada uno sus cruces. Hay que asumir con dignidad y valentía las cruces de la honestidad, la sinceridad, el compromiso, el sacrificio, el ser mejor, el mantenerse firme en la fe y la fidelidad y no tirarlas en el camino de la vida. Los pueblos más fracasados, que menos resurgen, son aquellos que dejan tiradas sus cruces en el camino. Esas cruces abandonadas y tiradas miden la poca calidad de un pueblo y también de una persona. Por eso Cristo dice que el que quiera salvar su vida que tome su cruz y lo siga.
En el Evangelio de San Mateo 10.37-39: dice el Señor:
37El que ama a padre o a madre más que a mí no es digno de mí, y el que ama a hijo o a hija más que a mí no es digno de mí. 38El que no toma su cruz y sigue en pos de mí no es digno de mí. 39El que halla su vida la perderá, y el que pierde su vida por mi causa la hallará”.
En este interesante relato, Cristo pone la prueba máxima. (El primer amor, el más grande y el más importante es el amor de Dios. No hay nada que pueda igualarlo). Si tu, por amar a tu padre o a tu madre, a tu hijo o tu hija, a tu esposo o a tu esposa, deja de amar a Dios y lo pone en segundo lugar no eres digno de El.
Jesús dice que el que ame su vida la perderá y el que la pierda por Su causa la salvará. ¿Quién es el que pierde la vida por


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causa de Cristo? Pues aquel que diariamente se consume en servir a Cristo Jesús constituyendo un matrimonio honrado, siendo un padre fiel, un hijo respetuoso y obediente. Aquel que trabajar por el reino y para mayor gloria de Dios, que se hace misionero o que en su parroquia, comunidad o grupo de oración es fiel a los compromisos, ya sea laico, sacerdote o religioso/a. ¿Quiénes son esos que pierden su vida por Cristo?. Los que son fieles a la Palabra; los que se mantienen firmes en la fe y que prefieren dejar aquello que parece bueno pero que no es lo mejor para seguir a Jesús. Aquellos que todos los días cumplen humildemente sus compromiso de ser auténticos cristianos, dejando atrás lo malo y cumpliendo los mandamientos de Dios;. Eso es lo que significa asumir la cruz de Cristo. La cruz de Cristo es camino salvífico.
¿Quiere ser de Jesús? Toma su cruz de cada día, sube al calvario de tu vida, déjate clavar en la cruz por amor, sigue a Cristo y así tú será santo, para la mayor gloria de Dios.
Hermanos, por la Palabra del Señor se nos ha ido revelando lo que es el misterio de la cruz. Se fiel en el seguimiento del camino emprendido. Ama tu cruz de cada día y no la suelte por nada ni por nadie; No olvide que tú no lleva todo el peso de la cruz. La cruz parece muy pesada, pero realmente no lo es tanto porque el Señor lleva gran parte del peso. A la hora de la verdad, tú lleva sólo un pedacito y la mayor parte la lleva Cristo. Pero si tú suelta el pedacito que te corresponde, la cruz se cae. Si tú no ha caído, solamente es porque El te está ayudando siempre a cargar tu cruz. Pero el Señor no quiere que suelte el peso que te corresponde a ti de esa cruz y que te llevará a la salvación.
Aunque no lo entienda muy bien, da gracias a Dios por las cruces. Ama las cruces y no las suelte nunca, aunque no te gusten. Toda cruz, aún la menos deseada, la que más te disgusta, es camino de salvación. Tú te está perfeccionando gracias a las cruces que carga con amor. Las cruces te van a salvar. Las cruces más salvíficas y las que más te pueden ayudar a ser santo son las que Dios te impone. . Si asume la cruz con gallardía, dignidad y fuerza en el Espíritu, ésta se convierte en camino de salvación. El Señor, pues, bendice a todos con las cruces que necesitan, no las que cada persona desea escoger.


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La historia de nuestro Señor Jesucristo puede verse como un fracaso. Pero de su "fracaso" brotó el éxito y esa es la gran
lección de la Cruz de Cristo. Del aparente fracaso de Jesús, que
fue Su muerte en la Cruz, brotó el mayor triunfo: Su Resurrección que venció a la muerte. Esta es la invencibilidad de
Dios. Por su triunfo sobre la muerte, Dios es y será siempre . . . ¡INVENCIBLE!
Síntesis del Evangelio
San Pablo resumía el Evangelio como la predicación de la cruz (1 Cor 1,17-18). Por eso el Santo Padre y los grandes misioneros han predicado el Evangelio con el crucifijo en la mano: "Así mientras los judíos piden milagros y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos (porque para ellos era un símbolo maldito) necedad para los gentiles (porque para ellos era señal de fracaso), mas para los llamados un Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios" (1Cor 23-24).
Hoy hay muchos católicos que, como los discípulos de Emaús, se van de la Iglesia porque creen que la cruz es derrota. A todos ellos Jesús les sale al encuentro y les dice: ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria? Lee: Lucas 24, 25-26. La cruz es pues el camino a la gloria, el camino a la luz. El que rechaza la cruz no sigue a Jesús. Lee: Mateo 16, 24
Nuestra razón, dirá Juan Pablo II, nunca va a poder vaciar el misterio de amor que la cruz representa, pero la cruz sí nos puede dar la respuesta última que todos los seres humanos buscamos: «No es la sabiduría de las palabras, sino la Palabra de la Sabiduría lo que San Pablo pone como criterio de verdad, y a la vez, de salvación» (JP II, Fides et ratio, 23).


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VIVIR SEGÚN LA CRUZ
La Cruz como todo gesto simbólico, todo signo, pueden ayudarnos a entrar en comunión con lo que simboliza y significa, que es los importante. Pero también puede ser un peligro si nos quedamos en la pura exterioridad. Cuando un signo se convierte en gesto ritual y rutinario, ya no significa nada ni nos conduce a nada.
Por tanto, cuando hacemos la señal de la cruz sobre nosotros mismos, si no lo hacemos con la fe debida, puede convertirse en un gesto mecánico que no nos dice nada y que no parece indicar que comporte una auténtica fe en su significado.
Al colocar una cruz en nuestra casa, o cuando hacemos la señal de la cruz al empezar la Eucaristía o al recibir la bendición final, deberíamos dar a nuestro gesto su auténtico sentido y “gloriándonos en la Cruz de Nuestro Señor Jesús”. La cruz debe ser un signo de nuestra alegría por sentirnos salvados por Cristo, dejándonos abarcar, consagrar y bendecir por ella.
San Pablo en su carta a los Gálatas 6:14 nos dice: “Pero lejos esté de mí el gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien el mundo me ha sido crucificado a mí y yo al mundo”. Más aún, la señal de la cruz debe ser un compromiso, porque la Cruz es el mejor símbolo del estilo de vida que Cristo nos enseñó y que nos invita a recorrer: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame(Mateo 16:24).
Hemos reconocer en la Cruz todo su contenido, para que no sea un símbolo vacío, y entonces sí será un signo que continuamente nos alimente la fe y el estilo de vida que Jesús nos enseñó.
La Espiritualidad de la CRUZ
Nuestro cristianismo tiene mucho que ver con la espiritualidad de la cruz y no podemos permanecer indiferentes a ella. La cruz
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es el camino, el medio en el cual simbolizamos nuestra muerte al pecado y al mundo.
En la Palabra de Dios según la carta de San Pablo a los Filipenses, Capítulo 2, versículos 5ss, aparece un texto precioso que es un himno maravilloso a Jesucristo. Dice San Pablo:
"Tengan unos con otros la manera de pensar propia de quien está unido a Cristo Jesús, el cual, aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su igualdad con El, sino que renunció a lo que era suyo y tomó naturaleza de siervo, haciéndose como todos los hombres y presentándose como un hombre cualquiera, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz. Por eso, Dios le dio el más alto honor y el más excelente de todos los nombres, para que, ante ese nombre concedido a Jesús, doblen todas las rodillas en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, y todos reconozcan que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre."
Este hermoso himno de San Pablo nos dice que Cristo Jesús, siendo Dios, se despojó de todo para ser como nosotros, asumir el calvario y morir abandonado por todos con la muerte más vergonzosa, la de la cruz, para que a través de Su muerte fuéramos en El glorificados. El fue el primero en ser glorificado. Después de El seremos glorificados nosotros, pero a través de la cruz.
Cristo es Dios, pero al hacerse hombre en un niño pobre, se despojó de todo lo que Dios tiene, sin dejar de ser Dios, y asumió la condición humana y sencilla de un hombre pobre. Entonces, aún siendo Dios, se despojó de todo y no gozó de ninguno de los grandes, totales e infinitos privilegios de ser Dios. Lentamente, como oveja llevada al matadero, el siervo doliente que aparece en la Sagrada Escritura, en el libro del Profeta Isaías, va asumiendo el papel de mártir hasta morir por los pecados de todos.
Para San Pablo todos debemos pasar por una purificación, un despojo; dejar atrás el hombre viejo, sepultado y muerto. Eso es lo que implica el camino de la salvación. Pablo compara esa purificación con la que experimentó Jesús.
Si queremos ser cristianos, tenemos que seguir el mismo camino que siguió Cristo. Sin dejar de ser felices, de vivir una


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vida plena y de tener el más grande amor, tenemos que purificarnos y asumir esa cruz camino al calvario. Para el hombre y la mujer de Dios, el camino se va estrechando y apretando en la medida en que más se definan, sigan a Cristo y se hagan del Señor. Entonces, se van despojando de cosas innecesarias y superfluas, dejan de invertir tiempo en cosas vanas y tontas, de servir al mundo en aquello que es pecado. Poco a poco se ven más comprometidos, definidos y auténticos y menos enredados en las tonterías del mundo.
La persona se va tornando más seria y comprometida, pero más feliz, auténtica y en paz, porque ya tiene menos enredos en el mundo. Ese es el camino de la purificación y la espiritualidad cristiana. Si usted sigue ese camino y sube hasta la cumbre, sentirá que se va despojando de cosas innecesarias, tonterías y absurdos existenciales que producen una ridícula vanagloria.
Entonces, sin dejar de preocuparse por sí misma, la persona sufre un proceso de purificación en el que se va despojando de cosas que no son importantes. La mujer que quiere ser en verdad cristiana deja de ir tanto al salón de belleza para asistir más al templo y leer más la Palabra. Las gavetas del armario se van quedando vacías, porque se va deshaciendo de ropa que muchas veces no necesita ni utiliza, para dársela a otras personas que la necesitan más. ¿Para qué tener abandonados esos zapatos que le sobran y además nunca usa, cuando otro los está necesitando?
La persona que es de Dios pone todo en su sitio: lo que antes era importante y preocupante, como la fama, el buen nombre o el qué dirán, se convierte en una cosa secundaria y aparece Cristo, el Señor y la construcción del Reino como lo único importante. La vida se hace más sencilla, menos complicada y más evangélica. Ese es el camino estrecho, el camino de la salvación.
El hombre y la mujer que son de Dios se liberan de apegos y dependencias que en el pasado lo hacían sentirse bien, pero ahora no importan. Escogen la mejor parte, como María. ¿Recuerdan esas dos hermanas y su conflicto con Jesús? Marta servía, pero María se quedaba a los pies de Jesús. Dentro del corazón de María, su alma palpitaba sintiendo Su presencia y dejó todo para escuchar al Maestro. Atareada y abrumada por los quehaceres en la cocina, Marta se molestó y dijo a Jesús que regañara a su hermana porque no la ayudaba. Jesús le contestó, ay Marta, te
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afanas por muchas cosas, pero en definitiva lo único importante es lo que María está haciendo ahora. La vida, mientras más evangélica es más sencilla. El que vive muy apegado a cositas y tonterías, a las que convierte en fetiches y a las que adora y guarda con gran celo, se va dando cuenta del poco valor que realmente representan esas cosas. Eso es camino de redención y salvación.
Usted podrá estar metido en muchas luchas, pero adquiere una sencillez y un desapego a muchas cosas que en el pasado eran importantes y por las que era capaz de jugarse hasta la vida. ¡Es una tontería jugarse la vida por lo secundario! Juéguese la vida por Dios y por Su Reino. Esa es la espiritualidad de la cruz, que es camino salvífico.
NUESTRA VIDA ES UNA VIDA DE CRUZ QUE NOS PURIFICA
El Plan de Dios para la Salvación
Amigo mío: Te voy a hacer la pregunta más importante de tu vida. El gozo o la tristeza que experimentes en la eternidad dependen de tu respuesta. La pregunta es: ¿Estás salvado? La pregunta no es cuán bueno eres, o si perteneces a alguna iglesia, sino ¿estás salvado? ¿Estás seguro que irás al cielo cuando mueras?
Dios dice que para ir al cielo, tienes que nacer de nuevo. En Juan 3:7, Jesús le dijo a Nicodemo, “Os es necesario nacer de nuevo”. Dios nos da en la Biblia el plan de cómo nacer de nuevo, o cómo salvarse. Su plan es muy sencillo y tú puedes salvarte el día de hoy. ¿Cómo?
En primer lugar, amigo mío, debes reconocer que eres pecador. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”(Romanos 3:23). Por cuanto eres pecador, estás condenado a la separación eterna de Dios. “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6.23). Esta muerte incluye una separación eterna de Dios en el infierno. “ . . . está establecido


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para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27.
Sin embargo, Dios te amó de tal manera que dio a su Hijo unigénito, Jesucristo, como tu sustituto. El pagó por tu pecado en la cruz y murió en tu lugar. “ . . . por nosotros Dios lo hizo pecado [A Jesús, quien no conoció pecado] para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).
Jesús tuvo que derramar su sangre y morir por ti. “Porque la vida de la carne en la sangre está”, (Levítico 17:11).
“Sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22).
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
Nuestra mente no alcanza a comprender cómo Jesús fue juzgado por todos nuestros pecados, pero Dios así lo afirma en su Palabra. Así que Jesús pagó por tu pecado y murió por ti. Esto es verdad, Dios no puede mentir.
Amigo mío, “Dios . . . ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30). Este arrepentimiento es un cambio de mente, es aceptar delante de Dios que eres pecador y necesitas apropiar lo que hizo por ti en la cruz.
En Hechos 16:30-3l, el carcelero de Filipos les preguntó a Pablo y Silas: “ . . . Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo . . . ”. Simplemente cree que él pagó por tus pecados, murió en tu lugar, fue sepultado, y resucitó. Esta resurrección le asegura al creyente que tiene vida eterna cuando recibe a Jesús como su Salvador personal.
Simplemente tienes que creer que él pagó por tus pecados, murió en tu lugar, fue sepultado y resucitó por ti. Luego invócalo. “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13. “Todo aquel” te incluye a ti. “Será salvo” no significa que quizá sea salvado, sino que afirma que será salvado. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen


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en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
En Lucas 18:13 encontramos que el pecador oró: “ . . . Dios, sé propicio [misericordioso] a mí, pecador”. Seguramente te das cuenta que eres pecador. Ahora mismo, dondequiera que estés, dirígete a Dios y con tus propias palabras ora así:
“Dios, sé que soy un pecador. Creo que Jesús fue mi sustituto cuando murió en la cruz. Creo que su sangre derramada, su muerte, sepultura, y su resurrección fueron para mí. Lo recibo ahora como mi Salvador. Te agradezco el perdón de mis pecados, el regalo de la salvación y la vida eterna, por su gracia misericordiosa. Amén.”
Abrázate de Dios y su Palabra, y reclama esta salvación por fe. Cree, y serás salvo. Ninguna religión ni ninguna obra buena puede salvarte. Recuerda, Dios es el que salva.
Resumiendo, el plan de Dios es sencillo: Tú eres pecador. A menos que creas que Jesús murió en tu lugar, pasarás la eternidad en el infierno. Si crees en él como tu Salvador, crees que fue crucificado, sepultado y que resucitó por ti, recibirás por fe el perdón de todos tus pecados y el regalo de la salvación eterna.
Quizá piensas que esto no puede ser tan sencillo pero sí lo es, la Palabra de Dios lo afirma. Amigo mío, cree en Jesús y recíbelo como tu Salvador hoy.
Si este folleto no está perfectamente claro, léelo varias veces, pídele a Dios que te ayude a entenderlo, y no lo deseches hasta que lo entiendas y esta salvación sea tuya. Tu alma vale más que el mundo entero.
“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36). Asegúrate de ser salvo. Si pierdes tu alma, también perderás el cielo y lo perderás todo. Permite que Dios te salve en este momento.
Dios tiene el poder para salvarte para siempre. El también te va a permitir que vivas una vida cristiana victoriosa. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es
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Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13).
No confíes en tus sentimientos, pues ellos cambian, afírmate en las promesas de Dios, que nunca cambian. Después de que has sido salvado, hay tres cosas que tienes que practicar diariamente para crecer espiritualmente: Ora, de esta manera hablas con Dios; lee la Biblia, así es como Dios habla contigo; comparte esta salvación que has recibido con otros.
“Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor,” (2 Tim. 1:8). “Si alguien me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32).
Más Versículos Bíblicos
Juan 3:16, 1 Pedro 2:24, Isaías 53:6, Santiago 1:15, Romanos 10:9-10, Efesios 2:8-9, Proverbios 27:1, 1 Corintios15:3-4, Juan 10:27-30, 1 Juan 5:13
REDENCIÓN
Diccionario Enciclopédico de Exégesis y Teología Bíblica
1. ANTIGUO TESTAMENTO. 2. NUEVO TESTAMENTO
1. ANTIGUO TESTAMENTO
Los verbos preferentemente utilizados en el Antiguo Testamento para designar la acción redentora de Dios son [ j¨s`] (hifil), [pdh] y [g`l].
El primero significa <ayudar,>, <socorrer>, <salvar>, <acudir en auxilio>. Aquí se contempla simplemente la acción auxiliadora, o salvadora Dios que acude en ayuda de un individuo o del pueblo. Dios ayuda porque es misericordioso, justo, santo. [0 c:fabl) es un concepto procedente del derecho mercantil con la significación de <rescatar> o <redimir>. Se utiliza para el rescate de la vida de hombres y animales que, de acuerdo con las concepciones jurídicas sacras de la divinidad, pertenece a Dios (Ex 13,15; Nm 3,12; 1 Sam 14,45 y otros). Cuando Dios rescata a su pueblo de la esclavitud de Egipto (Dr 9,26; 15,15;


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21,8) o a un individuo concreto (2 Sam 4,9; Jr 1 f.;,,21 ; Os 7,13; job 5,20), no se ningún precio de rescate, porque el es el creador de toda vida y redime siempre en virtud de su gracia. [gäàl] es un concepto del derecho familiar que se utiliza para el rescate de la vida de los parientes próximos (p. ej,, en el contexto de la venganza de sangre: 35,12; Dt 19,6) o de las posesiones familiares (Lv 25,25s.) o para cumplimiento de la ley del levirato. (Rut 3,9.12). A Dios se le puede llamar goel (rescatador) de su pueblo (p. ej... Is 41,14), no porque este vinculado a Israel por lazos de sangre, sino porque se ha puesto, por su libre decisión, del lado de su pueblo, con el que ha concluido una alianza. Padah y ál han perdido con frecuencia su significación concreta de <rescate> o <desempeño> y conservan el sentido, mas genérico, de <salvar>, <liberar>. Hay, además, una gran variedad de verbos que aclaran el sentido de la intervención redentora de Dios: sanar (Sal 8,8), vivificar (Sal 119,25.30,93), proteger, preservar (Is 38,17; Sal 86,2), apoyar (Sal 119,116), intervenir (Sal 18,17), <restituir> (Job 33,30), cobijar (Sal 17,18), salir al encuentro (Sal 17,13; 22,6), alzar (Sal 30,4; 40,3), conceder espacio o alivio (Sal 4,2), arrancar (Sal 144,7.10), sacar (Sal 107,28). Señalan, asimismo, las múltiples modalidades de la indigencia humana y su consiguiente necesidad de ayuda y redención, por ejemplo, la caída en el pecado, la enfermedad, la persecución, el destierro, la esclavitud, la violencia, la muerte. Aquí la mirada se dirige a la liberación de una necesidad terrena. No parece darse todavía una redención orientada a la vida ultraterrena tras la resurrección, dejando aparte los textos influidos por la apocalíptica en la fase tardía del Antiguo Testamento.
Redimir es tarea exclusivamente reservada a Dios. Su acción redentora se manifiesta preferentemente en la elección y la historia de Israel. Dios ha rescatado a Abrahán, el antepasado fundador del pueblo (Is 29,22), .Esto significa que le ha sacado y guiado desde el país <al otro lado del rio>, donde el y sus antepasados veneraban a otros dioses (Jos 24,2). En recompensa por su obediencia, recibió la promesa de una descendencia innumerable, Por su medio serán bendecidos todos los pueblos de la tierra (Gn 18,18; 22,170. En los relatos de Jacob y de Jose, la providencia de Dios soluciona el conflicto entre hermanos y lo encauza a la reconciliación, de modo que el linaje de Jacob sobrevive al hambre y se mantiene a salvo de odios autodestructivos (Gn 27-35, 37-50).
La acción redentora mas sobresaliente consistió en liberar al pueblo de la servidumbre egipcia, con el paso del mar de las Cañas (Éxodo).
Esta acción redentora pudo vincularse con el nombre de Dios mediante la formula confesional: <Yo soy Yahveh, tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto> (Sal 81,11) y ha entrado a formar parte del credo de Israel. Como trasfondo histórico se barrunta una intervención salvadora prodigiosa en favor de nómadas fugitivos que, perseguidos por enemigos mortales, pudieron cruzar por aguas peligrosas siglo XIII a.C.?). La historia fue más tarde ampliada:
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Israel era esclavo de Egipto, Moisés es llamado por Dios y recibe el encargo de liberar al pueblo, el Faraón se ve obligado, por imperativo de .Dios, a dejar salir al pueblo (plagas de Egipto), Yahveh rescata al esclavo Israel. La significación de este acontecimiento fue realzada mediante la inclusión de la idea de la alianza y de las revelaciones de la ley. Con la fiesta de passah echó raíces en el culto.
La segunda gran experiencia de rescate fue el retorno del exilio babilónico impuesto por Nabucodonosor. Según Is 52„7, un mensajero de la dicha, que trae la paz, la felicidad y la salvación, anuncia la acción redentora con las palabras <Reina tu Dios>. Es notable la confluencia de los conceptos mensajero de dicha, salvación y realeza de Dios. Dios se manifiesta como rey de Israel al rescatar a so pueblo de la esclavitud terrena. El éxodo de Egipto y el retorno del exilio se convirtieron en el prototipo y modelo del rescate del fin de los tiempos (Jr 23,7s.; Is 43,16­19; 51,9s.).
En el tiempo escatológico, -Dios liberará a su pueblo de la opresión externa, reunirá a los dispersos (Miq 2,12; Is 11,12; Jr 32,37 y otros) y purificaran sus corazones (Ez 11,19; 36,26s.). Concluirá una alianza nueva (Jr 31,31-34). A veces la redención parece ampliarse hasta adquirir una dimensión universal y cósmica (Is 66,18-22: 65,17; Mal 1,11). Se mantiene viva en los profetas la esperanza en un re y mesiánico de casa de David (Is 9,6; Ez 37,22ss.; Am 9,11; Zac 4,6-14).
2. NUEVO TESTAMENTO
En las concepciones sobre la redención del Nuevo Testamento perviven y se mantienen eficaces las del Antiguo, pero ahora bajo una forma modificada.
a) El centro de la. Proclamación de Jesús y de los evangelios es el reino de Dios. Solo cuando este reino logre implantarse plenamente quedará asociado el anhelo humano de redención. La redención es la salvación definitiva a que está destinado el hombre, es su futuro absoluto. No puede ser alcanzada por medio del esfuerzo humano, sino que es puro don de Dios (Mt 6,10; 42,32; 22,29). No es posible imponerla por medios políticos o militares (contra el zelotismo). Se les promete preferentemente a los pobres y marginados de la sociedad, porque so existencia está remitida a Dios (Le 6,20ss.). La redención es en primer termino la salvación que se espera en el futuro, aunque puede percibirse y experimentarse su eficacia redentora ya ahora, en las acciones de Jesús y de sus discípulos sobre todo en las curaciones y los exorcismos (Lc 11, 20 par.; Mt.10,7s.) también en su trato y contacto liberador con los recaudadores de impuestos, los pecadores, las prostitutas, que indica que ha venido ya el año de gracia de Dios (Lc 4,19; 15). El macarismo de los
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pobres no es un consuelo fácil que remite a un lejano Más Allá, sino una promesa real de salvación. En todo caso, se mantiene en pie y se garantiza la reserva escatológica. Lo que se experimenta aquí y ahora les parece a algunos demasiado poco y de hecho es poco comparado con la revelación definitiva del reino de Dios, aunque ciertamente los modestos inicios garantizan un final grandioso. Así lo explican las llamadas parábolas del crecimiento (Mc 4,3-9.26-32). Esta asimismo relacionada con el reino de Dios y la redención la exigencia de conversión, que adquiere ,perfiles concretos en las clausulas del Sermón del monte: su cumplimiento seria ya en si misma un primer paso liberador hacia su repercusión eficaz en el mundo. La concepción del reino de Dios desborda las fronteras nacionales, en contraposición a las concepciones de los fariseos, para quienes era importante el restablecimiento del trono de David. (cf. SalSa 17). Este reino es entendido, desde sus inicios (cf. Mt 8,11 par.), como una dimensión universal.
b) Pablo inserta firmemente la redención en la cruz y la resurrección de Cristo. Ambas son para el la síntesis del evangelio (1 Cor 15,1-5), según el cual Cristo murió por nuestros pecados, del mismo modo que fue resucitado para nuestra justificación (Rom 4,25). Tal vez en esta concentración estaba influido por formulas precedentes. En todo caso, desarrolla una concepción soteriológica genial, íntimamente vinculada al destino de Cristo. Su exposición más perfecta, coherente y cerrada se encuentra en la Carta a los romanos. Tras haber descrito la perdición del género humano, es decir, tanto de los judíos como de los paganos (3,9: <todos están bajo pecado>), expone, con la mirada puesta en el acontecimiento de la cruz, que interpreta como revelación, su doctrina de la justificación del hombre por la fe (3,21-26). Dado que únicamente la Fe justifica, esta vía de acceso está abierta a todos los hombres, no solo a los .judíos. Y así es como conviene a la unicidad de Dios (3,30). Se explica la fe justificante de la mano del ejemplo de Abrahán, que se insertó en la promesa y creyó contra toda esperanza, del mismo modo que el cristiano cree en Dios que ha resucita.do a Jesús de entre los muertos y a una con ello, cree también en su acción redentora, que supera toda experiencia humana (Rom 4). La redención es, además, para Pablo, liberación del pecado como poder funesto, que ha entrado en el mundo por medio de la desobediencia de Adán y en cuya acción mortal se ven envueltos todos los hombres. Se celebra a Cristo como el nuevo Adán que, en virtud de su obediencia, ha quebrantado el poder del pecado y ha sido declarado gula y jefe de una humanidad nueva, destinada la vida (Rom 5,12-21). Hemos sido finalmente liberados de la escisión profunda entre el bien y el mal que había provocado el pecado, se había instalado en nuestro interior y se alzaba siempre con la victoria (7,7­25a). La liberación se produjo mediante el don del Espíritu Santo (8,1-11), por media del cual se ha derramado el amor de Dios en nuestros corazones (5,5) y nos capacita para las obras del amor. La metáfora del rescate es utilizada
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pocas veces, pero en pasajes centrales, especialmente en (Gal: <Cristo nos rescató de la maldición de la ley haciéndose maldición por nosotros>. (3,13). El envió del Hijo al mundo se produjo, <para que rescatara a los que estaban bajo la ley; a fin de que recibiéramos la adopción filial> (4,4s.), Se discute si el verbo <rescatar> se emplea aquí en su significación simbólica real. En este caso, su trasfondo sería el rescate jurídico sacro del esclavo. Conviene señalar que el propietario de los esclavos es la Torá y que Pablo entiende que esta situación bajo la ley es pasajera. La liberación de la esclavitud se produjo mediante la adquisición del estatus de adopción. Se desborda así el marco comparativo del rescate de esclavos y se advierte claramente que el hilo de la argumentación no está determinado por el lenguaje simbólico sino por el contenido teológico. Así se expresa, de manera singularmente. destacada, cuando se aduce el motivo a partir del cual actúa Cristo, a saber, el amor (<hecho maldición por nosotros>). Cuando, pues, en 1 Cor 6,20 y 7,37 se llega incluso a mencionar el precio del rescate, la pregunta que debe formularse no es a quien se ha pagado este precio. La idea es que ahora los cristianos, en cuanto comprados, tienen un nuevo dueño.
Son también temas paulinos la paz y la reconciliación que, sobre todo en las cartas deuteropaulinas a los efesios y los colosenses, son entendidas en sentido universal, cósmico. Dado que Cristo es <nuestra paz >, reúne a la humanidad escindida, judíos y gentiles, en un tercer linaje reconciliado (Ef 2,14-18; cf. 1,10). El universo ha sido reconciliado media me la muerte de Cristo (Col 1,20). En esta sentencia están incluidos incluso los poderes espirituales que perturban la creación (Ron 8,18-23).
c) El concepto de redención de los escritos joaneos se entiende desde el trasfondo de un dualismo consecuentemente construido, pero que no debe ser concebido -como el de la gnosis, al que precisamente se enfrenta- en una dimensión metafísica, sino como un dualismo de decisión. El mundo entero está sometido al Maligno (1 In 5,19), es un espacio de tinieblas en el que se han aclimatado el odio, la mentira y la muerte. Y, sin embargo, Dios ama al mundo. Así lo demuestra al enviar a
su Hijo. El Hijo ha sido enviado para salvar al mundo (Jn 3,16s.).   Todos
los hombres están llamados a decidirse frente al Revelador. La teología joanea explica el alcance de esta decisión en el marco de una escatología concebida coma ya presente. Quien no crea ya ha sido juzgado, el creyente no es juzgado (3,18), pues ha conseguido ya la vida eterna, ha pasado de la muerte a la vida (5,24; 11,25s.). El Padre y el Hijo vendrán y fijarán su morada en aquel que se deje alcanzar por el amor (14,23). Los dones de la salvación están indisolublemente vinculados a Jesús. El es la luz del mundo (8,12), la puerta (10,7.9), la resurrección (11,25), el camino, la verdad y la vida (14,6). Ha venido para llevar a su consumación la obra de la salvación (19,30) al morir para la vida del mundo (6,51) y asumir sobre sí los pecados del mundo (1,29). Son también dones salvíficos la paz (14,27; 16,33), la
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reconciliación (1 Jn 2,2), el gozo (Jn 15,11), la amistad con Cristo (15,14s.). Cristo envía al Paráclito que guiara a los discípulos hasta la verdad plena, les enseñará y les capacitará para ser testigos (14,26; 15,26s.).
d) Es especial mente en la Carta a los hebreos, que presenta a Cristo como sumo sacerdote, donde adquiere la muerte expiatoria su significación suprema. .Este sumo sacerdote se ofreció a si mismo (7,27). El resultado del sacrificio es la anulación de los pecados (2,17: a fin de expiar los pecados del pueblo; 9,14: purifica nuestra conciencia de las obras muertas; 9.15: redime de los pecados cometidos durante la primera alianza; 9,28: mediante su sacrificio ha quitado los pecados de muchos). Todos estos enunciados están impregnados de sentido bíblico, porque el pecado es el gran obstáculo en el camino hacia Dios. Por eso, la acción de Cristo también nos ha consagrado (10)10) y ha perfeccionado para siempre a los consagrados (10,14). En ese sentido, puede instarse a acercamos (a Dios) pues hemos <lavado el cuerpo con agua pura> (10,22, alusión al bautismo).
* Bibliografía: CH. BART, Die Erretung von Tode in den individuelen Klage- und Dankliedern des AT, Zollikon 1947; S. HERRMANN, Die prophetische Heitserwartung im AT, St 1965; S. LYONNET, De peccato et redemptione, R 1957-1959; J. G. GIBIRS, Creation and Redemption, Le 1971; j. GNILKA, Theologie des NT Fr 1994, pap. 77-108; 159­165, 275-294, 375-385; G. L. MÜLLER, Dogmática, Herder, Ba 2009, pAgs. 372-387.
Joachim Gnilka
REDENTOR
En el Antiguo Testamento„ Dios es el redentor (goel) de su pueblo, su creador y configurador, al que llaman por su nombre (Is 43,1). El es el redentor santo de Israel (41,14), que ha demostrado su actuación salvadora al guiar a su pueblo (Ex 6,6; 1.5,13; 4'4,6.22 y otros), con el que se sabe vinculado mediante su alianza. Pero actúa como redentor sobre todo en la liberación de la esclavitud de Egipto: <Yo soy Yahveh, tu Dios, el que te guió desde Egipto> (Sal 81,11), El concepto veterotestamentario de <redentor> se toma del derecho familiar, donde designa el rescate de las posesiones familiares o de la vida, mientras que el nombre neotestamentario es salvador. Llama la atención el hecho de que esta denominación aparece preferentemente en los escritos neotestamentarios tardíos (en el corpus de los sinópticos sólo en Lc 1,47; 2,11), y más en particular en las cartas pastorales y en 2 Pe. Puede aplicarse el calificativo a Dios (Lc 1,47; 1 Tim 1,1; 2,3 y otros) y, con idéntico sentido, a Cristo. Tal vez esta presencia tardía se deba a que para entonces se hacía ya ineludible el enfrentamiento con las divinidades redentoras competidoras (religiones mistéricas) y el culto imperial. Es instructivo a este respecto el relato de la noche de Navidad, que se inicia
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con el edicto imperial del emperador Augusto: el ángel proclama: <hoy os ha nacido un Salvador (Soter)> (Lc 2,11). Según Jn 4,42; 1 Jn 4,14, Cristo es el Salvador del mundo. En los escritos protopaulinos, el termino Soter sólo se encuentra en Flp 3,20, donde se cita la que es probablemente la más antigua formula de la fe: se espera a Cristo como Salvador del cielo en su parusía y para nuestra liberación definitiva, cuando configurará la humilde condición de nuestros cuerpos y los igualará al cuerpo de su condición gloriosa.
·                 Bibliografía: W. STAERK, Soter Die biblische Erölser-Erwartung als religionsgeschichliches Probem, 2 vol., Gt 1933 y 1938; F. J. DöLGER, Antike und Christentum, vol. 6, Ms 1950, págs. 241-272; 0. S. Berge < Our G'reat God and Saviour> A Study of Soter as Christoligical Title in Tit 2,11-141 Dis. Union Theol Seminary in Virginia, 1973.
Joachim Gnilka.
Diccionario Enciclopédico de Exégesis y Teología Bíblica
REINO DE DIOS
1. Antiguo Testamento. 2. Judaísmo temprano. 3. Nuevo Testamento 1. ANTIGUO TESTAMENTO
Las formaciones abstractas para designar el reino, el reinado y la realeza de Dios ([malküt] realeza, poder del rey: Sal 103,19; [malükä], dominio real: Sal 22,29; [mamlälä], reino: 1 Cró 29,11;[maemsälä] dominio, reino: Sal114,2) no aparecen en el Antiguo Testamento hasta fechas relativamente tardías. Aquí, los conceptos dominio o de reino se entienden funcionalmente como el poder ejercido de hecho, mientras que la realeza se refiere a la institución coordinada con aquel poder. Aunque en el terreno histórico la concepción de realeza de Yahveh no aparece testificada en la época preestatal, está fuera de toda duda que la idea del reino y del reinado ha tenido desde los orígenes, en razón de su conexión esencial con Yahveh y con su revelación historicosalvifica, una significación central para Israel. Un elemento característico para la concepción del reino y del reinado de Dios en el Israel preestatal es la fe, que se encuentra ya en la religión de los patriarcas, en un Dios Padre trascendente y personal que se revela en el mundo a los que el ha elegido, los congrega, como hermanos y hermanas, de manera análoga a la solidaridad que él practica con los hombres, los defiende contra los ataques y se descubre a ellos, en la intrahistoria, en el campo de tensión de promesa y
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cumplimiento (descendencia y tierra), como quien camina junto a ellos y está presente aquí para ellos (Gn 12-50). También durante la etapa de asentamiento de Israel en Canaán, cuando la asociación tribal era sociedad segmentada sin una instancia central que ejerciera el domino político, la idea del reino y del reinado de Dios marcó con su sello la fe del pueblo, tal como testifican la reclamación de exclusividad de .Yahveh frente a los dioses extranjeros y sus adoradores, las celebraciones de las fiestas principales en el santuario y el solemne festejo del día séptimo (Ex 34,10­26), así como las acciones libertadoras de Yahveh, entendidas como demostraciones de su justicia (Jue 5,11). El establecimiento de la monarquía de David en Jerusalén y la centralización del culto de Yahveh en el templo de Sión introdujeron una nueva concepción de la fe en el reino, el dominio y la realeza de Dios. El domino universal madurado en el curso de los enfrentamientos con la concepción paleooriental de la realeza transmitida a través de Canaán, ejercido a modo de un consejo del trono celeste y asegurado en virtud de la victoria sobre el Caos frente a catástrofes cósmicas, como función arquetípica para todas y cada una de las realezas terrestres, dio origen una nueva concepción de la fe que interpretaba ahora La supremacía de Yahveh en el sentido de su superioridad absoluta sobre todos los dioses y todos los seres divinos, asentado en su trono muy por encima de los torrentes del Caos y como señor todopoderoso que impera sobre el universo en la creación y en la historia (Sal 93; 95-99), que tiene en Sión el lugar de la presencia de su revelación (Sal 46-48) y en David a su representante en la tierra (Sal 89). En oposición a la perversión del ideal teocrático introducida en Israel, y con la critica a la falta de voluntad y a la incapacidad del pueblo, apartado de Yahveh, de dar respuesta satisfactoria a la reclamación ética del reino y de la realeza de Dios, la profecía preexílica anunciaba que la realeza de Yahveh manifestada en Sión se transformaría en castigo (Is 6,1-11) y que todas las demasías contra la divinidad perpetrada en Israel (Am 8,2; Ez 7,2) y en el mundo de los pueblos (Is 10,5-15) tocarían a su fin. Tras el hundimiento de la monarquía davídica y en conexión con el conocimiento revelado de la conversión en el castigo y de la salvación de un Resto, la profecía postexílica transformaba la concepción tradicional del reino y de la realeza de Yahveh y la situaba en una perspectiva escatológica. A partir de ahora, y empalmando con el nuevo éxodo del exilio como testimonio de la realeza de Yahveh (Is 41,21; 43,15; 44,6), Israel se encamina de nuevo hacia Sión (Is 52,7), donde al final de los días -Yahveh, como salvador de su pueblo (Is 33,17.22) y rey de la creación entera (Is 24,23) revelará, tras el sometimiento de sus enemigos (Zac 14,9) y la aniquilación de la muerte (Is 25,8) un reino universal de paz para todo el orbe (Is 2,2ss.), con un nuevo David (Is 11,1-9). La apocalíptica introdujo, a continuación, mayor calado teológico en esta concepción de la fe al trazar, por un lado, una estricta línea de separación entre el reino de Dios manifestado en Israel y el dominio histórico de los imperios paganos y al establecer, por otro lado, en virtud del enfrente metahistòrico, una estrecha
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vinculación con este reino (Dn 2,31-45; ya sea porque Dios dirige (Dn 2,21) y pone a su servicio a los poderes políticos (Dn.1,1 s.) o por la oposición del Antiyahveh (Dn. 7,23-27; 8,9-12). El camino de Israel bajo el reinado de Yahveh se convierte en el lugar de la acreditación de la fe y de la salvación (Dn 3 y 6), anterior al reino y al reinado eterno que Dios entregar, al Hijo del hombre como representante de Dios (Dn 7,13s.) que liberado de cualquier otro poder (Dn 7,11), abarca la creación entera, transformada en nuevo cielo y nueva tierra (Is 65,17).
Bibliografía: M. BuBER, <Konigtum Gottes,), en Obras completas, vol. 2. M 1964, págs. 485­723; J . COPPENS, La royauté <Le regne> Le royaume de Dieu, Cadre de la releve apocalyptique, Lv 1979; TRE 15, págs. 176-189 (bibliografía) (E. ZENGER); E. Lipinski, La royautei de Yahwe dam la
poesie et le culte de l'ancien Israel, B1 21968; E. HAAG, <Gottes Herrschaft und Reich irn AT>, IKaZ
15 (1986), págs. 97-109.
Ernst Haag
Diccionario Enciclopédico de Exégesis y Teología Bíblica
2. JUDAISMO TEMPRANO
El concepto de reino a respectivamente de reinado y de realeza de Dios es una formación abstracta surgida en el judaísmo temprano que tiene como base el enunciado veterotestamentario verbal <Dios es rey>. Esa concepción se orienta, en primer lugar, a un reino de Dios permanente o actual (casi siempre imaginado como universal): Jdt 9,12; Dn 3,33 (100); 4,31; 6,27s.; Henet 9,4s.; 12,3; 25; 27,3; 63,4; 81,3; 84,2-6 y otros; cf. SalSa 5,18s.; Sab 10,1.0). Alcanzó singular importancia en la etapa del judaísmo temprano la dimensión escatológica. La esperanza, virulenta desde el exilio, de que Dios, para demostrar su unicidad (Deuteroisaías; Zac 14,9) liberaría a Israel de la esclavitud de los pueblos y establecería en Sión su reino (sobre todo el mundo: Is 52,7-10; 24,21ss.: 25,6ss.) asumió en el s. II a.C., bajo la presión del dominio extranjero helenista (sobre todo bajo Antíoco IV),
Contornos apocalípticos. En Lugar de un giro salvífico intrahistórico, se esperaba una historia nuevamente puesta en marcha por Dios cuya salvación no está ahora garantizada por medio de un regente humano sino por Dios mismo (Dn. 2,34s.44s.; cf. la visión de las bestias y el Apocalipsis de las diez semanas de Hertet; para Egipto: Sib III, 767-784). .En perspectiva metahistórica, este reino y este reinado de Dios aparecen enfrentados al dominio de Satanás de Belial o (en conexión con la idea de los Ángeles de los pueblos) entregados a su adversario Miguel el Hijo del hombre (Dn 7,13s.; 1QM. XVII, 5ss.; cf. Melquisedec (11Q 13 II) o Miguel y Melquiresa (4Q 544.280). En perspectiva terrena tiene su correspondencia en el dominio de Israel o respectivamente del colectivo de los elegidos (Dn 7,18.27; 1QM XII, 15s.; XVII, 7s.). En contaminación con la espera del Mesías, se llegó a la concepción de un reino mesiánico antes del
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nuevo eón (4 Esd 7,26-31; 12,31-34) o de un reino eterno del Mesías (Barsi 39,7; 40,1ss.; 72-74). No tiene nada de casual que la esperanza de un reinado al final de los tiempos se tomara particularmente aguda en épocas calamitosas: después de los macabeos, de nuevo con el inicio del dominio romano (SalSa 17 <en conexión con la espera de un reino davídico>), después de la creación de la provincia romana de Judea (Jesús; AsuMo 10,1-10; TestDan 5,10-13; cf. Sib III, 46-62) y tras la destrucción del templo (4 Esd; Barsi; Dieciocho oraciones 11). Es difícil determinar, dado el estado de las fuentes, el papel desempeñado por los movimientos militantes (macabeos, zelotas) en el concepto del reino y el reinado de Dios, pero es clara, en todo caso, su conexión objetiva con el movimiento del primer mandamiento.
3.- NUEVO TESTAMENTO
a) Evangelios sinópticos. Donde con mayor frecuencia aparece la expresión reino de Dios (Mt) es en los evangelios sinópticos, donde con este concepto se expresa el contenido central del anuncio de Jesús. Prolongando la tradición profética exilica/postexilica, Jesús emplea este término en un sentido exclusivamente escatológico. En cuanto bien apocalíptico, la implantación de este reino cae bajo la competencia única. de Dios (Mc 4,26-29; Lc 17,21). El hombre solo puede suplicar su venida (Lc 11,2 par.). La precedente conexión establecida en la historia de la tradición entre el reino de Dios e Israel encuentra su sedimentación en el hecho de que Jesús se dirige en primer termino a este pueblo (Mc 10,5s.). La situación de juicio y castigo que Jesús, igual que Juan Bautista, da por supuesta (Mt 3,7-12 par.; Lc 13,3.5) de acuerdo con la tradición deuteronomista (cf. Dn 9,3-19; Bar 1,15-2,10; Henet 93,8s, y otros) queda disuelta mediante la proclamación de la salvación escatológica en favor de Israel. Esto acontece en la bienaventuranza dirigida a los <pobres>, a quienes se les promete el reino de Dios (Lc 6,20s. par.), o en el enunciado de la cercanía del reino de Dios (Mc 1,15; Lc 10,9 par.). Condición previa para ello es que Satanás (coma adversario y acusador de Israel) ha sido arrojado del cielo (Lc 10,18). Puede, pues, instalarse ya ahora -por la acción eficaz de Jesús- el reino de Dios en la tierra (Lc 11,20 par.; 10,23s. par.; 19,23 par.; 7,22s, par.: 1.1,31s. par.; Mc 2,19a; 3,27). Jesús se propone introducir a sus oyentes, sobre todo a través de las parábolas, en el acontecimiento que convertirá un suceso al principio insignificante en la grandiosa realidad del reino de Dios (Mc 4,3-9.30ss. par.; Mt 13,44.45s.; Lc 15 y otros). El reino de Dios es, por un lado, un don que debe ser aceptado (Mc 10,15 par.) pero que, por otro lado, pide una decisión radical (Mc 9,43.45-47; Mt 11,12s, par.; especialmente en el caso de los discípulos: Mt 8,21s. par.; Mc 1,16-20). Incluso enfrentado a la muerte, se atiene Jesús con firmeza a la validez de su mensaje del reino de Dios (Mc 14,25 par.). La resurrección de Jesús no solo confirma su mensaje sino que aporta ya una primera realización de su contenido escatológico, que hasta
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entonces solo estaba simbólicamente constituido (en las palabras y los hechos de Jesús). Todo elle conduce a una intensificación de la espera próxima (dada por supuesta, de una manera mas bien arrefleja, por Jesús), que a continuación se convierte en tema expreso y explicito (Mt 10,23; Mc 9,1). En el evangelio de Marcos (1.3,30), esta espera se inserta en la fe en la presencia del reino de Dios en las actividades de Jesús y en la proclamación misional de la Iglesia (8,35; 10,29; 13,10; 14,9). Así acontece también, y con mayor fuerza aún, en el evangelio de Lucas y en lo Hechos (Lc 4,16-30; 10,9.11.; 11,20; 17,20s.; Hch 1,3; 8,12; 19,8), donde el contenido intentado encuentra su expresión adecuada en el discurso sobre la <proclamación del reino de Dios> (Lc 4,43; 8,1; 9,2.1.1.60; 16,16; Hch 8,12; 19,8; 20,25; 28,23,31). El evangelio de Mateo hace coincidir la ley y la gracia cuando el Sermón del monte las identifica con el <evangelio del reino> (4,23; cf, 9,35; 24,24) y pone corno condición para <entrar en el reino de los cielos> la practica de una <justicia> superior (5,20; 6,10.33; 18,3; 19,23s) o la herencia escatológica de la que están excluidos los pecadores (Cor 6,9s,; Gal 5,21; cf. Ef 5,5) que tienen participación los <pobres>. (Sant 2,5). En 1 Cor 4,20;15,50;Rom 14,17 se destaca su discontinuidad respecto de las normas y las situaciones de este mundo.
c) Reino de Dios y reino de Cristo.
Aunque el reino de Dios y el reino de Cristo aparecen a veces en paralelo (Ef 5,5; Ap (1 Cor 11,15; cf. Ap 12,10), no son conceptos sinónimos. La idea del reino de Cristo está vinculada a contenidos muy diversos: el reino mesiánico del Señor exaltado (1 Cor.15,24s.; cf. el reino de los mil años <milenarismo>, Ap 20,1-6), el mundo como reino o zona de dominio del Hijo del hombre (Mt 13,41), La gloria de Cristo que se manifestará en la / parusía (Mt 16,28; 20,21; 2 Tim 4,1; cf. Lc 22,29s.), la actual zona de reinado de Cristo en oposición al mundo (Jn 18,36), el ámbito celeste de la salvación al que han sido ya trasladados los creyentes (Cal 1,13; cf. El 1,20-23) a lo serán en el futuro) (2 Tim 4,18; 2 Pe 1,11; Lc 23,42s.).
* Bibliografia: R. SCHNACKENBURG, Reino y reinado de Dios, Ma 21970; J, JEREMIAS, Las parábolas de Jesús, Estella 31971; R..BULTMANN, <Profecía y cumplimiento>, en Creer y comprender !!, Ma 1976, pags. 137-155; J. SCHLOSSER, Le Regne de Dieu dans les dits de Jesús, 2 vol., P 1980; H. MMIKLEIN, Die Got-tesherrschaft ats Handlungprinzip, Wu 31.984; DEM, jesu • Botschaft von der Gottesherrschaft, St 31989; C. A. ZIGCA R DI, The Relationship offesus and the Kingdom of God according to LukeActs, R2008; C. C. BLACK, AMark.asHistorian of God's Kingdom', CBQ 71 (2009), pags. 64-83.
Helmut Merklein
Diccionario Enciclopédico de Exégesis y Teología Bíblica


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ASCÉTICA PARTE III
En la celebración de la Eucaristía
En el signo del Pan y del Vino consagrados, Jesucristo resucitado y glorificado, “Luz para revelación de las naciones y gloria de tu pueblo Israel(cf. Lc 2, 32), manifiesta la continuidad de su Encarnación. Permanece vivo y verdadero en medio de nosotros para alimentar a los creyentes con su Cuerpo y con su Sangre.
Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida”. (Juan 6:55); “Estas cosas dijo en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaúm”. (Juan 6:59).
Otro de los momentos privilegiados en que el signo de la Cruz tiene particular significado es cuando los cristianos nos congregamos para celebrar la Eucaristía. Además de que la Cruz preside toda la celebración, en un lugar notorio—no hace falta que esté sobre el altar—, hay varios momentos en que de una manera u otra hacemos sobre nosotros mismos la señal de la Cruz: al principio de la Misa, al comenzar el Evangelio y al recibir la bendición final.
Empezar la Eucaristía con la señal de la Cruz grande, es como un recuerdo simbólico del Bautismo: vamos a celebrar en cuanto que todos somos bautizados, pertenecemos al Pueblo de los seguidores de Cristo, el Pueblo consagrado como comunidad sacerdotal por los sacramentos de la iniciación cristiana. Todo lo que vamos a hacer, escuchar, cantar y ofrecer, se debe a que en el Bautismo nos marcaron con la señal de nuestra pertenencia a Cristo. Además la Eucaristía apunta precisamente a la Cruz: es memorial de la Muerte salvadora de Cristo y quiere hacernos participar de toda la fuerza que de esa Cruz emana, también para que sepamos ofrecernos a nosotros mismos—la Cruz, hecha nuestra—en la vida de cada día.
En el caso de esta señal de la Cruz que hacemos al principio de la Eucaristía se añade todavía otro matiz interesante: la hacemos "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".
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Unimos, por tanto, el símbolo de la Cruz de Cristo con el Nombre santo del Dios Trino.
La Cruz de Cristo y el Dios Trino están íntimamente relacionados: el Cristo que murió en la Cruz es el Hijo de Dios, y es el que nos dio su Espíritu. Cuando fuimos bautizados, lo fuimos también en este santo Nombre de Dios Trino. Cuando se nos perdonan los pecados, o celebramos los demás sacramentos, invocamos o se invoca sobre nosotros el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y, además, trazando a la vez la señal de la Cruz de Cristo en todos los casos. Por tanto, empezar conscientemente la Eucaristía con este doble recuerdo del Bautismo—la Cruz y el nombre de la Trinidad—es dar a nuestra celebración su verdadera razón de ser.
También hacemos la señal de la Cruz, esta vez en su forma de triple cruz, sobre la frente, boca y pecho, al empezar el Evangelio. En rigor el Misal (IGMR 95) parece indicarlo sólo del lector—diácono o sacerdote—, pero es costumbre que toda la comunidad se santigüe en este momento. El sentido es bastante claro: queremos expresar nuestra acogida a la Palabra que se va a proclamar. Queremos hacer como una profesión de fe: la Palabra que escucharemos es la de Cristo; más aún, es el mismo Cristo, y queremos que tome posesión de nosotros, que nos bendiga totalmente, a toda nuestra persona (pensamientos, palabras, sentimientos, obras). Es como si dijéramos: "atención, en este momento nos va a hablar Cristo Jesús, nuestro Señor, al que pertenecemos desde el Bautismo: su Palabra es en verdad salvadora y eficaz, y quiere penetrar hasta el fondo de nuestro ser". Este es también el motivo por el cual, en el rezo de la Liturgia de las Horas, nos santiguamos al empezar los cánticos evangélicos, el Magníficat, el Benedictus y el Nunc dimittis: no tanto porque sean cánticos, sino porque son Evangelio (la única proclamación—cantada, además—del Evangelio en la Liturgia de las Horas).
Sobre la señal de la Cruz que nos hacemos cuando el presidente nos bendice para concluir la celebración, cfr. la reflexión de R. Grández, La bendición final de los actos litúrgicos: Oración de las Horas 7-8 (1980) 181-184.


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Sigue diciendo San Pablo en los versículos 13 al 15:
"Ustedes, en otro tiempo, estaban muertos espiritualmente a causa de sus pecados y por no haberse despojado de su naturaleza pecadora; pero ahora Dios les ha dado vida juntamente con Cristo en quien nos ha perdonado todos los pecados. Dios canceló la deuda que había contra nosotros y que nos obligaba. Lo eliminó clavándolo en la cruz. Dios despojó de su poder a los seres espirituales que tienen potencia y autoridad, y por medio de Cristo los humilló públicamente llevándolos como prisioneros en su desfile victorioso."
Cristo Jesús anuló el documento de la deuda que usted adquirió desde que Adán y Eva pecaron y Caín mató a Abel y que era impagable. Con todos los pecados atroces que ha cometido la humanidad, existía una deuda por la que usted y yo estábamos destinados a la muerte eterna. Cristo pagó la deuda del pecado del mundo con su muerte en la cruz.
No se asombre cuando el sacerdote, después de hacer usted su confesión de todos los pecados que cometió, nada más le pone como penitencia tres Ave Marías. ¡Ni 300 ni 3 millones de Ave Marías, ni 200,000 Padre Nuestros, nada de lo que usted haga por sí mismo podrá pagar la deuda del pecado cometido! La deuda la pagó Cristo muriendo y derramando Su sangre en la cruz por usted. La penitencia es un símbolo con el que, en alguna forma pequeñísima, usted se suma y completa la pasión de Cristo. Pero el que pagó la deuda de nuestro pecado fue el Señor Jesús con Su muerte en cruz. Por eso, la cruz es camino salvífico.
Usted solamente podrá asumir plenamente toda esa bendición si sube al calvario y se deja clavar en la cruz. ¿No cree usted que mantener la fidelidad y el amor matrimonial es clavarse en una cruz. ¿No es vivir crucificada la madre auténtica que entrega toda su vida al servicio de sus hijos? ¿No vive clavado en una cruz el empresario honesto o el campesino serio y trabajador que no roba a nadie?
Lo más fácil y divertido es ser ladrón y tramposo, consiguiendo dinero mal habido. Ser contrabandista o narcotraficante produce ganancias y la plata llega rápido. Eso parece bueno, pero qué maldición se adquiere con ese dinero que cuesta la vida de otros, como sucede con los que trafican drogas.
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Pero clavarse en la cruz de la honestidad, ser un trabajador serio, que se gana cada centavo con el sudor de su frente, sin quitarle nada a nadie, es subir al monte calvario. Ser fiel en el matrimonio por amor y no andar con otras mujeres u otros hombres es dejarse clavar en la cruz del calvario. Ser fiel no es fácil; cuesta. Pero el que lo hace demuestra que ama y el amor lleva a la persona a la perfección.
La madre soltera que cuida a sus hijos pasando toda clase de sacrificios, los cría bien y no los abandona es una mujer que sube al monte calvario, se deja clavar en la cruz del amor por sus hijos y se hace santa. Eso es ser cristiano--mantenerse clavado en la cruz y no querer escaparse de las cruces para vivir una vida irresponsable. Como es el caso de esos hombres que hacen hijos en diferentes partes y nunca los atienden. No aceptan la cruz del compromiso y de adquirir la responsabilidad de un buen padre con sus hijos.
¡Cuidado, porque los que no quieren cargar sus cruces se pueden condenar! La cruz es camino salvífico y solamente aquellos que humildemente suben al monte calvario y se dejan crucificar por amor serán salvados por el Señor. Que tengan cuidado aquellos que huyen de las cruces y prefieren vivir su vida cómoda, tranquila, sin preocupaciones y viviendo del cuento. Los que no quieren adquirir compromisos en la vida se están jugando la salvación, porque la cruz es camino salvífico
LOS ENEMIGOS DE LA CRUZ DE CRISTO
¿Quiénes son los enemigos de la cruz de Cristo? Los enemigos de la cruz de Cristo son los enemigos de la salvación, porque la cruz es camino salvífico. Son aquellas personas cuyo fin es la perdición, porque su dios no es el Señor sino sus propios malos apetitos y deseos y hasta se enorgullecen de lo que debería darles vergüenza.
Esto es lo que nos dice el Señor a través de San Pablo en la carta a los Filipenses, capítulo 3, versículos 17 al 21, que aclara más el misterio de la cruz:


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"Hermanos, sigan mi ejemplo y fíjense también en los que viven según el ejemplo que nosotros les hemos dado a ustedes. Ya les he dicho muchas veces, y ahora se los repito con lágrimas, que hay muchos que están viviendo como enemigos de la cruz de Cristo y acabarán por ser destruidos. Su dios son sus propios apetitos, y sienten orgullo de lo que debería darles vergüenza. Sólo piensan en las cosas de este mundo. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y estamos esperando que del cielo venga el Salvador, el Señor Jesucristo, que cambiará nuestro cuerpo miserable para que sea como su propio cuerpo glorioso. Y lo hará por medio del poder que tiene para dominar todas las cosas."
Los que solamente se preocupan por sus negocios, fincas, reses, cuentas de banco, carros, tractores o por cualquier otra cosa del mundo se hacen enemigos de la cruz de Cristo, aunque no roben, ni maten, ni cometan pecados de la carne. Su dios es el mundo y no el Señor. El amigo del Señor es el que lo pone siempre en primer lugar y cuya primera preocupación es la construcción de Su reino. ". . . den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios" (Lc 20.25).
Entonces, la finca, el ganado, el tractor y la cuenta de banco deben estar en segundo lugar. Es lógico, porque ¿quién se llevará una vaca o un tractor al juicio final? ¡No nos llevamos nada! Lo que es timbre de orgullo puede convertirse en motivo de vergüenza en el juicio final, cuando Dios le reclame que usted se preocupó más por sus vacas que por sus hijos. O por atender el ganado usted no asistía a misa el domingo. O usted prefería estar atendiendo sus negocios que rezar. Claro que tiene que atender su negocio porque como buen administrador debe ser responsable. Sin embargo, muchas veces olvida que el dueño de la finca, las vacas y de toda su vida es el Señor. Pero usted nunca se acuerda de hablar con El, de orar ni de rendirle homenaje como Dios y Rey. Usted se hace, así, enemigo de la cruz de Cristo y la cruz es su camino a la salvación.
Usted dirá que nunca ha robado. ¿Cómo que no? Acaso no le roba a Dios el derecho de estar con usted o Su derecho a ser adorado porque usted nunca va a misa. Usted es un ladrón, porque le ha robado a su esposa el derecho de pasar más tiempo con usted y a sus hijos el derecho que ellos tienen de ser


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atendidos por usted. ¡Claro que es un ladrón! Si usted quiere ser del Señor, tiene que poner al mundo en su lugar.
Es tan ridícula y absurda la forma en que se maneja la publicidad. Los anuncios que se ven en los medios de comunicación le aseguran que si usted se pone esa camisa, será una persona auténtica y feliz; si se pone esos zapatos, será brillante y elegante; si compra esa marca de carro, será la persona más realizada. ¡Tonterías! Usted será una persona realizada cuando se convierta a Cristo, se entregue al Señor y a Su causa y se desarrolle plenamente en el servicio de un mundo mejor. Se realizará en la medida en que deje atrás lo superfluo y se entregue a causas que sean auténticas.
En el mundo vivimos engañados, porque creemos que con un par de cositas seremos mejores y dejamos a un lado a Dios, que es el único importante.
En la carta de San Pablo a los Colosenses, capítulo 2, versículos 9 al 12, hay un texto precioso que nos iluminará más sobre el significado de la cruz, que es el único y verdadero camino para alcanzar la salvación.
"Porque toda la plenitud de Dios se encuentra visiblemente en Cristo, y en El Dios los hace experimentar todo su poder pues Cristo es cabeza de todos los seres espirituales que tienen poder y autoridad. En El, también, ustedes han sido circuncidados, no con una circuncisión hecha por los hombres, sino por la circuncisión hecha por Dios al unirlos a Cristo y despojarlos de su naturaleza pecadora. Al ser bautizados, ustedes fueron sepultados con Cristo, y fueron también resucitados con El, porque creyeron en el poder de Dios, que lo resucitó."