Siempre aprendiendo
23-06-2015
Siempre
aprendiendo, por mucho que me esfuerce nunca es bastante para estar lo
suficientemente despierto para perfilar las aristas de las pequeñas acciones
que acometemos días tras días. “El que es fiel en lo poco, lo es en lo mucho”, Lucas 16:10 "El que es fiel en lo poco,
también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es
injusto”.
A estas alturas de mi vida he llegado a la conclusión de que no puedo hacer
otra cosa que tratar de limar las asperezas para perfeccionar las pequeñas
cosas o acciones en la convivencia de cada día, esta es la conclusión a la cual
he llegado después de muchos intentos y fracasos en proyectos que quedaron como
en “aguas de borrajas”.
Nos creemos estables, fuertes, poderosos y sabios, pero no es así. Los hombre somos igual
que un soplo de viento; ¿Qué puede haber más volátil o etéreo que un soplo de
viento?, con esto se desinfla el globo de nuestra auto-importancia o ¿Qué puede
haber más huidizo que una sombra voladora? Y a pesar de todo ¿qué es el hombre
para que te fijes en él?, ¡Señor!, ¿Qué son los hijos de Adán para que pienses
en ellos?.
Somos como soplos de vida, así es nuestra existencia, nuestros días son
como sombras que no dejan rastros de nuestras vidas, si medimos nuestro existir
en tiempo y lo comparamos con la existencia del universo, nada somos, ni un
simple reflejo, eso sí, somos una sombra en el tiempo que simplemente pasó y al
final de nuestros días se refleja en nuestra mente como un sueño que pierde
firmezas cuando la observamos desde la madurez.
Para
el ser humano todo empezó cuando el Creador dio el ánima o alma en forma de
soplo de vida al homínido, ahí comenzó todo, con la fusión de la materia con el
espíritu del Padre y nos hizo a su imagen y semejanza, fundiendo en una unidad
lo temporal con lo intemporal así nació la raza humana, convirtiendo al
homínido animal irracional en un nuevo animal dotado de raciocinio y voluntad
propia con la libertad de ser responsables de su destino mientras se mantengan
unidos la materia y el espíritu.
Cuando
el espíritu abandona al cuerpo (materia) este, deja de vivir y el verdadero ser
regresa al lugar de su procedencia, lúcido y transparente para formar parte de
la unidad desde la diversidad, porque somos parte de Dios pero, no somos Dios.
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