miércoles, 24 de junio de 2015

SIEMPRE APRENDIENDO



Siempre aprendiendo
23-06-2015

Siempre aprendiendo, por mucho que me esfuerce nunca es bastante para estar lo suficientemente despierto para perfilar las aristas de las pequeñas acciones que acometemos días tras días. “El que es fiel en lo poco, lo es en lo mucho”, Lucas 16:10 "El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto”.

A estas alturas de mi vida he llegado a la conclusión de que no puedo hacer otra cosa que tratar de limar las asperezas para perfeccionar las pequeñas cosas o acciones en la convivencia de cada día, esta es la conclusión a la cual he llegado después de muchos intentos y fracasos en proyectos que quedaron como en “aguas de borrajas”.

Nos creemos estables, fuertes, poderosos y sabios, pero no es así. Los hombre somos igual que un soplo de viento; ¿Qué puede haber más volátil o etéreo que un soplo de viento?, con esto se desinfla el globo de nuestra auto-importancia o ¿Qué puede haber más huidizo que una sombra voladora? Y a pesar de todo ¿qué es el hombre para que te fijes en él?, ¡Señor!, ¿Qué son los hijos de Adán para que pienses en ellos?.

Somos como soplos de vida, así es nuestra existencia, nuestros días son como sombras que no dejan rastros de nuestras vidas, si medimos nuestro existir en tiempo y lo comparamos con la existencia del universo, nada somos, ni un simple reflejo, eso sí, somos una sombra en el tiempo que simplemente pasó y al final de nuestros días se refleja en nuestra mente como un sueño que pierde firmezas cuando la observamos desde la madurez.  

Para el ser humano todo empezó cuando el Creador dio el ánima o alma en forma de soplo de vida al homínido, ahí comenzó todo, con la fusión de la materia con el espíritu del Padre y nos hizo a su imagen y semejanza, fundiendo en una unidad lo temporal con lo intemporal así nació la raza humana, convirtiendo al homínido animal irracional en un nuevo animal dotado de raciocinio y voluntad propia con la libertad de ser responsables de su destino mientras se mantengan unidos la materia y el espíritu.

Cuando el espíritu abandona al cuerpo (materia) este, deja de vivir y el verdadero ser regresa al lugar de su procedencia, lúcido y transparente para formar parte de la unidad desde la diversidad, porque somos parte de Dios pero, no somos Dios.




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