Amar a Dios
12-01-2017
Llevo varios días pensando en escribir algo sobre el
amor, pero, no sobre el amor que se siente hacia personas o cosas, ¡no!, no es
sobre este tipo de amor del que la sociedad de hoy se olvida o se desecha,
sobre el cual no quiero referirme. Hoy se suele decir con muchísima frecuencia:
“¡Lo he, o lo hemos dejado porque, se acabó el amor!” se habla de amor como si
hablásemos de “lentejas,” según el refranero español se dice al respecto: “Si
las quieres las tomas y si no, las dejas.”
Quiero pensar en el amor en mayúscula, del que ni se
compra ni se vende. Amor de dioses, porque, cuando se ama así, el amor es sublime,
divino e infinito, es un amor de entrega absoluta al amado sin esperar nada a
cambio.
No acabo de entender ese mercadeo de amar para
recibir, se oye con cierta frecuencia; Señor, te pido por…. para que …, si me
lo concede……, te daré tal o cual cosa o, te prometo hacer tal promesa. Esto no
es amor, es mercadería. Así se ven personas que, por ejemplo, hacen caminatas
descalzas por favores recibidos, así lo creen y así lo hacen.
Nunca lo he entendido ni nunca lo entenderé, creo que
este proceder esta fuera del deseo divino, esto no es amor, es cambalache. Lo
más acorde con la voluntad del Señor es: “por ejemplo, ante una situación
extrema de un familiar que, por cualquier causa está en riesgo de muerte, creo
que nuestra actitud más o menos debe ser, desde el mayor convencimiento posible
decir con toda sinceridad y entrega: Señor, tuyo es, no permitas que sufras,
tómalo si es tu voluntad y danos fuerzas para aceptarla”. Hagámoslo desde
el más hondo sentir, entonces, es posible que se produzcan “efectos no
esperados”.
Señor y Dios mío, hazme instrumento de tu amor, porque,
ya no me siento como tu siervo, soy y estoy convencido de que tú nos quiere
como lo que somos, hijos muy amados por lo cual, no puedo sentirme como tu siervo.
Solo siento un amor inmenso hacia ti y hacia todo aquello que refleja tu Espíritu.
Señor, no puedo sentirme tu siervo, porque te amo sin
esperar nada de ti como fruto de mi amor. Por amor me doy a ti, por amor no
espero nada, solo deseo amarte cada día más, para que, así cada día se cumpla
en mi tu voluntad, conviérteme en instrumento de tu amor hacia ti y hacia todas
tus creaturas, ya que son frutos de tu amor, todos reflejan tu grandeza y sabiduría,
aunque no seamos consciente de ello.
Tú eres amor al igual que todas tus obras, somos parte
tuya porque de ti procedemos. Tu amor se hizo carne, nos dio amor y se nos dio
hasta dar su vida para hacer Tú voluntad, sé a ciencia cierta por qué siempre presentí
que el amor con amor se paga, es lo que desde hace algún tiempo trato de hacer
o imitar.
El amor es tu fortaleza e identidad, cuando te amamos
somos fuertes y divinos, pero, cuando nuestro amor se funde con la carne, es
nuestra debilidad y perdición. Danos el equilibrio para dosificar el amor entre
nosotros, ya que cuando se convierte en pasión lo perdemos todo. Enséñanos a
amar y a ser amado para no caer en la tentación de tiranizar o de ser
tiranizado. Cuando amamos y nos sentimos amados, nuestro corazón y nuestros sentidos
se relajan, pero, cuando nuestro amor se vuelve pasión, todo se altera.
Este tema es casi infinito, pero, seré breve hoy para
no hacer estas notas demasiado larga ni pesada. Ante de finalizar quiero proseguir
con la reproducción literal de la famosa carta del científico Albert Einstein a
su hija, ya que, no tiene desperdicio y complementa lo que he expuesto anteriormente,
aunque no haya pronunciado hasta el momento la palabrea energía = a amor.
A Lieserl Einstein.
Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo.
Te
pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas,
hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico
a continuación.
Hay una fuerza extremadamente
poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación
formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso
está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido
identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el AMOR.
Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor.
Esta fuerza lo explica todo y da
sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante
demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única
energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.
Quizás aún no estemos preparados
para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir
todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada
individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya
energía espera ser liberada.
Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.
Lamento profundamente no haberte
sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti
toda mi vida. ¡Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el
tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he
llegado a la última respuesta!
Tu padre,
Albert Einstein
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