NO TE RINDAS
4-12-2019
Hoy el conductor de mis pensamientos imaginariamente me ha llevado a un altozano para otear lo andado en el transcurrir de mis días, por una senda marcada por luces y sombras, esta es como cualquier otra senda, sinuosas por valles y montes y algo oscilantes en las extensas llanuras.
Recorriendo el camino de mi vida, he visto todas las situaciones inimaginables. En mi soledad aparente, nunca me sentí solo ni lo estuve, ni aún, en las mayores dificultades he percibido soledad. Con mayor o menor intensidad hasta el momento, he percibido algo así como un hálito de esperanza que alumbraba mis umbríos momentos cargados de dificultades. Él está siempre a mi derecha, aunque en ocasiones yo crea estar huérfano.
En la lejanía del tiempo o del caminar, advierto que, en mis abandonos era reconducido, levantado y sostenido como por una mano invisible que encausaba mis torpes pasos, ahora que soy consciente doy gracias a ese Ser que me ha conducido hasta estos momentos.
En este tiempo de adviento, vuelvo a retomar nuevos impulsos para poder avanzar hacia esa unión espiritual que me haga ver y sentir que Él vive en mí, siempre y cuando yo haga su voluntad dejando mi espacio para que, sea Él quien viva y actúe en mí, acto simple y sencillo, pero, por lo difícil que es dejar de ser yo.
La dificultad de esta actitud es, conseguir la vacuidad de sí mismo; hemos de entender que en nuestro origen éramos uno con nuestra Fuente de vida, pero al encarnar, por nuestra naturaleza humana, esta unidad al adquirir nuestra personalidad, la fuimos abandonando (raíz de nuestro pecado original), creando y engordando nuestro ego, el cual nos apartó de nuestro origen primario. Toca ahora retomar esta unidad y toma de conciencia para que, cumpliendo la voluntad de Dios, lleguemos a “reconectar” con nuestro verdadero origen, ser uno en Dios, tras seguir las huellas del Verbo encarnado en Jesucristo nuestro Señor el cual, se limitó a hacer la voluntad del Padre.
Esta es mi simple conclusión a grandes rasgos, en estos momentos de mi vida y dado el tiempo de espera o de adviento, el cual nos invita a hacer una reflexión para partir con nuevos impulsos caminando con una alegría expectante que nos conduzca a alcanzar nuevos objetivos en el transcurso del camino que aún nos queda por recorrer.
Solo me queda añadir la petición de poder ver y comprender cual es la verdadera voluntad del Padre, para que esta la hagamos “según su voluntad y no la nuestra.
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