Abre tu corazón, Dios te está llamando
24-05-2020
Después de cincuenta días de confinamiento por causa del coronavirus, el pasado el día dos del presente mes de mayo, al pasar a la fase uno del confinamiento, se rompió la racha de escribir con cierta frecuencia, pero, el ansia por salir me ha conducido a dejar a un lado el escribir, el tiempo libre lo he dedicado a salir a caminar como único deporte que me mantiene bien físicamente, ayer mientras andaba, pensaba en la barbaridad que estaba cometiendo a mis setenta y siete años, la prueba es que: después de veinte días, casi todas las horas libre la he dedicado a caminar, y entre una y otra ruta, he hecho más de ciento ochenta Km. Esto me dejaba muy cansado y tenia que reponer fuerzas durmiendo como un lirón.
Por fin, después de cincuenta días de confinamiento total, el sábado dos de mayo he podido salir de casa y caminar, mis pies lo necesitaban, su protesta se manifestaba con inflamación de piernas. Cuando llevaba caminando unos quinientos metros, comenzó un intenso hormigueo que me hacía pensar que no podría terminar la ruta de tres o cuatro kilómetro que tenia proyectado, y más cuando, este malestar avanzaba hacia las pantorrillas, corvas y los muslos hasta la ingle, llegado a este punto comenzó a desaparecer ese hormigueo tan intenso y algo doloroso. Antes de llegar a los dos kilómetros recorrido desapareció toda molestia, fue como una inyección de ánimo hasta el punto de olvidar todo pensamiento, y así llegué hasta los cuatro kilómetros previsto más la vuelta, lo curioso fue que, mientras más andaba mejor me sentía. Con el regreso a casa cada vez me notaba más animado y así completé los ocho mil metros.
Al día siguiente primer domingo de mayo, se celebra todos los años la romería del Cristo de Chircales, este año no solo no se ha podido celebrar la romería, sino que, hasta la ermita estaba cerrada como así lo testificaba un comunicado de su cierre por orden eclesial a propuesta del gobierno. Esta nota pende en la puerta de la ermita. La ruta de este día fue ir a Chircales por el camino del Castellón y regresar por el camino de penitencia, esta ruta tiene una longitud aproximada a los diez kilómetros. Junto a la puerta de la ermita oré y dediqué el caminar en nombre de los miles de personas que no han podido visitar a tan venerado lienzo con la representación de la crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo bajo la advocación del Santísimo Cristo de Chircales.
Así, días tras días y alternando varias rutas siempre que el tiempo me lo permitía, porque, esta primavera esta siendo bastante lluviosa. El campo está precioso, con gran abundancia de pastos y todo en flor, lo que si quiero anotar es la sensación que sentí el primer día: después de casi dos meses sin salir y respirando un aire tan depurado por la ausencia de vehículos, cuando salí del pueblo, de vez en cuando percibía un olor a podredumbre y muy ácido que desaparecía y aparecía de forma intermitente, pensé en algún animal en estado de descomposición. Por mucho que buscaba en una y otra dirección, cada vez estaba más desorientado sobre el origen de dicho mal olor. Por fin descubrí la fuente de tan desagradable y molesto hedor.
Nunca imaginé que el intermitente olor fétido y ácido podría salir del escape de los vehículos que salían del pueblo para hacer las labores del campo, las intermitencias de los olores coincidían con el paso de los 4X4 y de las mulillas mecánicas, todos movidos por motores de gasóleo. Cuando fui consciente del daño tan inmenso que le estamos haciendo a nuestra madre naturaleza, por la ponzoña que estamos vertiendo a la atmósfera, contaminando nuestro propio sistema que nos mantiene vivos y sanos. Es posible que este virus u otros que vengan, sean las consecuencias al maltrato que le estamos dando a nuestro planeta. Si no ponemos frenos a la contaminación, posiblemente (Apocalipsis 15: 1-8 vendrán más plagas y desastres, este cobid19 es un aviso, las copas bíblicas están a punto de desborde por causas de nuestras maldades.
Solo advertí el mal olor el primer día que salí a caminar después de cincuenta días de confinamiento, desde entonces, no he olido nada igual ni tan repugnante, por eso quiero dejar constancia en este blog para que conste como una mota curiosa ya que, ni antes ni después de ese día he elido nada semejante.
Han transcurrido veintidós días y solo he pensado en hacer los menesteres domésticos y caminar pero, esta semana toca cambiar el chips, ya que el próximo domingo día treinta y uno de mayo es el gran día de Pentecostés, hemos de prepararnos de una forma muy especial para recibir y celebrar la festividad y la venida del Espíritu Santo, tomemos consciencia de que Él vive en el interior de cada uno de nosotros, pues, no hemos de olvidar que somos templos vivos del espíritu de Dios, que, a pesar de nuestra ignorancia, Él vive y mora en nuestro interior aunque tu no seas consciente de ello.
Abre tu corazón, Dios te está llamando
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