Antes de ser intervenido quirúrgicamente en la próxima semana, quiero estar como un niño en brazos de sus progenitores, confiado y satisfecho. Es muy importante saber que el Señor es nuestro pastor, Él cuida y protege a sus criatura como padre amante de su creación.
¡Señor!, Tú sabes que en mi corazón no tiene cabida la ambición, ni son altaneros mis ojos, no pretendo grandezas temporales que superan mi capacidad; sino que trato acallar y moderar mis deseos, acógeme Señor, como a un niño en brazos de su madre.
¡Cuánto me dice esa imagen! Cierro los ojos, se liberan mis nervios, siento el cálido tacto, el cariño, la protección, y me quedo dormido en plena sencillez y confianza. Esa es la oración que mayor bien me hace, Señor.
Ayúdame Señor, dame la valentía necesaria para lanzarme a tu vacío, entonces podré decir que nada de este mundo me ata, que te pertenezco y que Tú vives en mí y yo en Tí. Despeja el velo que cubre nuestros sentidos, para que decaiga el poder ilusorio que embriaga nuestra razón.
Envíanos Señor tu Espíritu, mueve nuestros corazones, danos luz y sabiduría, porque, esta sociedad está hambrienta y desorientada, en su orfandad deambula sin saber que es el amor el que salvará al mundo. Danos todo el amor del universo para que nos amemos los unos a los otros como Tú nos ama.
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