27-11-2022
Es tiempo de reflexionar sobre lo vivido durante el año que finalizará próximamente. Para evitar los errores cometidos, hemos de aprovechar esta nueva etapa de luz y esperanza que nos ofrece el nuevo periodo de adviento, para ello, es necesario tomar nuevos impulsos durante estos días que nos invitan a reflexionar dando vida en nosotros al Verbo de Dios encarnado como lo fue en una virgen adolescente, en María fue engendrada la humanidad divina de la palabra (Jesucristo) o Verbo Divino, ahora, para hacerla nuestra hemos de darle vida en lo más profundo de nuestro ser.
Como lo hice en advientos anteriores, a este lo puedo catalogar de igual forma, veo que son avances casi inapreciables que instan a desertar del empeño, pero, si repaso los ciclos desde el principio, el avance es bastante considerado, pero, no lo creo suficiente.
Escucha mi voz suplicante Roca mía, tú eres mi fuerza y mi escudo: Da luz a mi ceguera para que, pueda caminar sin apartarme de tu senda, ella es también la mía, pero, sin tu auxilio no sé ni puedo avanzar.
Acudo a Ti porque, solo Tú eres firme, único y el que me puedes dar garantías para enfrentarme a mis temores y dudas por la falta de tu luz. Enciende en mí la lámpara del conocimiento y así podré desprenderme de mis oquedades.
Dudas y temores nacidos especialmente de las crisis que actualmente todos conocemos y, por su implicación que abarca la totalidad de la población mundial, ya sea por una u otras causas, más tarde o temprano nos afectará a todos.
En este adviento, tengo que actuar en mi interior con más ahínco y perseverancia para que, no se pierda ni un solo segundo en estar totalmente expectante y vigilante hacia mis pensamientos y deseos de amor a Dios y a nuestros semejantes, porque, no hay amor a Dios si no amamos a nuestros hermanos, pues, todo somos hijos del Altísimo y Él nos ama a todos por igual. Porque, Él está en nosotros y nosotros en Él.
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