09-10-2013
Hoy como la
mayor parte de los días, aún me persigue un sentimiento de ahogo y pena, pena
por la vida pasada o pena por ¿sentirme fracasado? No es lógico seguir
arrastrando la sombra de un pasado, ¿por qué ver solo lo negativo? si también
ha existido un pasado lleno de positividad y hechos dignos de encumbrarlos en
vez de no querer recordarlo.
Hoy durante la
meditación mi mente ha estado bastante revuelta, brava como un huracán en alta
mar, indómita e incontrolable, no se ha dejado analizar, porque está tan
aferrada a la pena de falsa culpabilidad, digo falsa no porque no haya culpa,
sino por redundar en algo que esta perdonado y superado.
En estas
situaciones si no trato de reponerme, el ahogo que siento me sumiría en una
profunda depresión, los demonios de mis “yoes” lucha y no quieren perder su
liderazgo, peligra su poderío, luchan desesperados, demonios mentales que si
los dejo libre hasta se convertirían en reales.
Ahora de nada le
vale el apartar mi pensamiento de Dios, quieren seguir haciéndome ver que soy
un fracasado para que, así vuelva a hacer lo de antaño, sumirme en un profundo
y falso sentimiento de culpabilidad para que, dejando a Dios olvidado o, al
menos por largos espacios de tiempo no aparecer en su presencia por sentirme
sucio por el pecado.
Este sentimiento
ya está superado, después de pecar, inmediatamente acudo a Dios y me siento
redimido y perdonado, dando gracias y cada vez me siento mejor a su lado, pero
los demonios de mis “yoes” siguen intentándolo, no dejare hueco para que se
infiltren y se instalen en mí de nuevo.
Estaba ciego al
pensar que solo mi pecado era de lujuria o sexo, no, ahora que están más
controlados, veo que hay otros muy sutiles y perversos, pero este es otro tema,
el pecado del sexo me tenía comido el cerebro, es la causa o raíz de mis
pesares. Tengo que ver que todo lo que ocurre hoy en mí alrededor es tan normal
como la vida, ni más ni menos que los demás.
Esa negatividad
en exceso es la que me ha hecho no diría que retroceder, pero sí me ha
estancado muchísimo haciéndome perder mucho tiempo, pero también es posible que
no haya sido pérdida de tiempo, sino que he necesitado ese tiempo para madurar.
La parte que he
tenido oculta o que he querido olvidar, es totalmente positiva y podría haberla
usado para llenarme de orgullo y vanidad, esta parte no les ha interesado a mis
“yoes”, los valores espirituales habían de estar calladitos y ocultos para no
hacerse notar. ! Silencio a lo positivo
para que dominara la parte animal ¡. Pero,
llegada es la hora de invertir los términos y decir a cara descubierta: “Salgo
sucio, manchado y oliendo mal de la oscuridad del averno”, lo verdaderamente
cierto es que he salido, ahora habrá tiempo para ducharme, ponerme ropa limpia
y perfumarme para oler a persona normal.

PADRE, aquí comienza
mi segunda carta, esta es el comienzo de un breve recordatorio de mi vida, el
relato que precede es lo que he escrito después de intentar meditar hoy, sobre
la marcha he pensado que puede ser aclaratorio para lo que será el relato final,
espero que en un par de cartas más estarán los puntos más interesantes. Mi vida
carece de importancia, pero quiero hacer resaltar lo positivo de la misma para
que, el ánimo se mantenga alto sabiendo que nada tengo de extraordinario, creo
que soy como uno más de tus hijos. (No sé por qué te escribo esto, si Tú lo sabes mejor
que yo).
Desde pequeño he
mantenido la fe, recuerdo un sueño cuando tenía 5 o 6 años entre las cañas cuando
la acequia pasa a ser canaleta para embocar en los sifones del camino antes de
llegar al río Guadalhorce, camino de herradura para la sierra Gibralgalia, una
vez pasado el Parador del conde y saltando por las piedras del pasa-agua hay
dos sifones donde comienza el desnivel del camino, junto al limonar que en sus
subidas el río inunda, entre la acequia y las cañas, una noche en sueño vi a
una Señora resplandeciente y vestida de blanco que me sonreía y me miraba.
Bello sueño que después de casi 65 años recuerdo con claridad.
U aquella vez
cuando tendría unos 8 años, siendo monaguillo en el despacho que había a la
derecha conforme se entraba de la iglesia al campanario, en esa sala y sobre un
banco estaba la pequeña imagen de la Virgen de la Fuensanta esperando a cambiarle
las vestimentas, entré y como nunca había tenido tan de cerca dicha imagen, me
acerque y la mire fijamente cara a cara, emocionado sentí que la Virgen me
miraba sonriendo, parpadeando y moviendo
los ojos, en silencio quede muy emocionado y cuando llegue a casa se lo conté a
mi madre, ella me dio un beso y me dijo: hijo no tiene importancia, es posible
que de la emoción te lo hayas imaginado, le creí y así ha pasado hasta ahora
que he vuelto una vez más a recordarlo como otras veces diciéndome, ¿será verdad
lo que me dijo mi madre?, yo creo que si sus ojos no se movieron algo muy
grande sentí.
Pase la pubertad
y mi juventud con los altos y bajos de cualquier joven, en esa época sentía el ardor
del fuego del deseo, a pesar de esto, los domingos asistía a misa y la vida
interior me inquietaba, sabía que había algo más de lo que me habían enseñado
mis padres.
A los 16 años
marche al ejercito como voluntario, aquí sentí mi primera crisis de fe, volviéndome
ateo, eso es lo que yo pensaba pero, el fuego seguía quemando mi interior, licenciado
marche a trabajar a Cataluña, en la pensión de Martorell donde vivía me sentía solo
y desarraigado, uniéndome a un grupo de jóvenes fuimos andando desde
Esparraguera, subimos por un camino hasta el monasterio de Monserrat, después me
uní a ellos y proyectábamos marchar de seglar a las misiones del Camerún, como
aún no tenia 21 año y como menor de edad, mis padres al saberlo me reclamaron y
marche nuevamente a casa de mis padres en Pizarra.
Juanita era mi
novia desde antes de ir a la mili, cuando decidí entrar en religión le dije que
esperase un año, y si no volvía pasado tal tiempo debía de buscar su bienestar,
cuando salí pasaron algo más de dos años, ella había marchado del pueblo y tenía
un nuevo novio, lo sentí y le desee lo mejor pidiéndole perdón por lo que le
hice sufrir.
Cumplido la mayoría
de edad, ingrese en el Carmelo de la Antigua Observancia en la casa de formación
de Jerez de la Frontera como postulante durante un año y otro año de noviciado
hasta que profesé los votos temporales. Siendo novicio, un día estaba orando
ante la imagen de Nuestra Señora del Carme, sentí tal arrebato de fervor que
quiso parecerme que levitaba, pero me asuste y hay quedo todo.
Nada tan impactante
había sentido hasta ese momento, una vez destinado a Madrid, donde había
parroquia y colegio en la calle los Misterios esquina a José del Hierro, pensé que
era una vida muy relajada y de nada me serbia, después de meditarlo, decidí
dejar los hábitos pensando: “mejor ser un buen padre que un mal fraile”, por un
tiempo trabaje en Madrid como electricista
después marche nuevamente a casa con mis padre.
Trabajé
en varias empresas, tuve varias pretendientas, hasta que conocí a la que hoy es
mi esposa, eso Padre mío, lo dejo para la siguiente carta, mientras se refresca
mi memoria, sabes que hay muchos más detalles que no son interesantes como
parte positiva ya que negativas hubo muchas, Tú bien lo sabes. Aumenta mi Amor
por Ti.