QUIEN
SOY YO
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Paseando subí a la Solana para contemplar
la hermosura del paisaje en un día claro de primavera, todo era radiante,
flores silvestres y plantas aromáticas de lo más variado encontraba por
doquier, la naturaleza estaba vestida con sus mejores galas mostrando la
grandeza de su CREADOR.
Una brisa suave y fresca impregnada de mil
aromas purificaba mi sangre cada vez que inspiraba, hasta llenar por completo
mis pulmones, quedando como extasiado de alegría y satisfacción,
por un momento mi mente quedo limpia de pensamientos, nada podía pensar por el
placer que me invadía ante tan majestuosa situación, mi corazón latía a un ritmo
desacostumbrado y mi alma se expandió por todo el horizonte.
Poco a poco me iba inundando un
presentimiento de majestuosidad ante tanta belleza y las impresionantes moles
de la "Pandera", "Ventisquero", "el cerro de los
Pollos, etc... me instaban a meditar sobre la perfección y armonía de todo
mi entorno, de pronto como un trueno resonaron en mi mente estas interrogantes,
¿Yo que pinto aquí?, ¿Quién soy?, ¿Soy consciente de mi realidad?, ¿Hasta cuándo
vas a estar sumido en este letargo de tu indiferencia?.
Y las altas cumbres con voz fraternal me
dijeron ¡Mi hermano, mi compañero, mi amigo... permanece con nosotros,
desde aquí, desde esta paz veras lo infinitamente Grande y lo infinitamente
pequeño y te darás cuenta que tú eres la senda que une ambas Cosas, tú eres
como nosotros un gigante de la creación, sé inamovible en tú fe, miras nuestra
firmeza y robustez, es la imagen del Pensamiento Divino materializado, imítanos
y glorificarás a lo infinitamente Pequeño y
lo infinitamente Grande.
Eleva tu ánimo y pon tu mente aquí en la
altura y domínala, no andes como un gusano porque, ¿Que eres allá abajo?
Miré a lo hondo del valle y vi al pueblo como un pañuelo tendido sobre un verde
prado y exclamé ¡Donde está mi casa!, como ave de presa rastreé el
pequeño espacio y al fin divisé un minúsculo punto azul, era la uralita que
cubre la azotea del bloque donde vivimos ocho familias y nuevamente exclamé, ¡Que
pequeño es!, dada la distancia si hubiera habido alguien no era posible
verlo; el pueblo no cubría más espacio que la silueta de la luna reflejada en
el océano y con más de seis mil almas dentro.
¿No somos desde esta distancia como
gusanos dentro de un cadáver?, solo se apreciaba de vez en cuando un leve
ruido o murmullo ocasionado por algún vehículo pesado y nada más.
De que nos valen los egoísmos y las luchas
intestinas, pero ¿qué somos?, y las altas cumbres me dijeron ¿Merece la
pena de vivir la vida como se vive en el fondo del valle?, donde reina entre otros
el egoísmo, el atropello, la opresión, la envidia, la murmuración, el engaño,
el pillaje y la adulación de la falsa amistad, donde el aire que se respira está
viciado, ese es el "paraíso de los cuerdos". Vente con
nosotros a la mansión de los "locos visionarios", de los que
construyen castillos en el aire, de los que cantan al amor de las cosas creadas
por el Rey de las cumbres, cantamos al aire, a la luz y al universo, desde el
átomo más pequeño a las galaxias más remotas, donde el amor funde al creado con
su CREADOR, pues una misma ambas cosas son.
Vente con nosotros esto no se puede
comprender desde allí, no es posible, sube, sube hermano mayor de la creación.
Las lágrimas rodaron por mis mejillas, mi
cuerpo todo el tembló, con el rostro en tierra abracé la montaña, con los
brazos extendidos, queriéndola abarcar, le dije ¡ Tú eres mi madre tierra,
mi luz y mi sustento, tú eres mi hermana y compañera, gracias porque no solo
alimentas mi cuerpo, mi alma agradece también el sustento !.
Las cumbres me dijeron: Levántate y
miras a tú alrededor, veras otras cumbres que son como nosotras y si subes más
veras que todas nos hacemos una y si sigues subiendo todo se funde en el TODO,
recuerda, así somos, como materia nada, como espíritu, uno
en DIOS.
VALDEPEÑAS 17‑4‑84
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