viernes, 6 de junio de 2014

A MONSEÑOR D. FELIZ MARTINEZ CABRERA

A Monseñor D. Felix Martinez Cabrera, 
Prelado Domestico de su Santidad. Titulo otorgado por el Papa Benedicto XVI

6-06-2014 

Inestimable amigo y queridísimo hermano en Cristo Jesús:

Esta mañana, en mi meditación solo ha habido un tema que de forma insistente venia a mi mente, era semejante a un faro que con su potente óptica reflejaba en la oscuridad la luz de tu alma. 

Sí, eres como ese viejo Faro vigía que, en la oscuridad de nuestras vidas tu a todos nos guía y nos orienta.

Me uno al sentir mayoritario de los vecinos de nuestra ciudad al recordar que, esta tarde es la celebración de este justo y merecido acto de reconocimiento por parte de las autoridades competentes al nombrarte oficialmente “Hijo Predilecto de la Ciudad de Valdepeñas de Jaen”, aunque, desde hace mucho tiempo este es el sentir de tus paisanos.

Cuando me disponía a escribirte esta carta me dije: Difícil tarea tienes para plasmar en una breve carta toda una vida de tan insigne Monseñor.

Como sabes amigo Feliz, cerré mis ojos, deje mi mente en blanco e invoqué como de costumbre al conductor de mis pensamientos, y salió estas palabras: “Saulo, tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, tras breves segundos de silencio brotaron estas otras: “Felix, tu eres la sal de la tierra”, como es sabido, en aquellos tiempos la sal era como:

Moneda de cambio, mineral de gran valor que entre otras cosas serbia para conservar productos perecederos. Por tu saber (amigo Felix) enriquece, conserva y da vida a la iglesia dandole sabor a la vida cristiana.

Eres ejemplo del saber y del estar, del amor, de la caridad, de la prudencia y en especial de la humildad, esta cualidad para mi ha sido una de las mas destacadas ya que cuando esta frente a un contertulio o frente a alguien que te pide ayuda o consejos, nunca demuestra tu superioridad que la tienes, te muestra a su misma altura y esto es de agradecer.    
  
Por eso eres como la sal, a cada cosa o caso le das su punto, a demás de humilde eres genial.

Personalmente para mi has sido y eres un gran y sabio director espiritual, nunca me impusiste nada, me orientaba tu prudencia, tu amor y ternura espiritual me ha confortado y, como te he comentado alguna vez cuando te conocí, para mi eras aquel cura que se iba a su parcela a cuidar sus olivos y a plantar lechugas y tomates en su huerto o a hacer pruebas o experimentos con plantas y aromas, para mi era otro Don Pepone, el cura con pintas de campesino bruto de la película, que discutía acaloradamente con su alcalde comunista. Eso era lo que yo veía pero, conforme te iba conociendo la noche se hizo día y de mi indiferencia pase a la gran estima y al valor que en realidad tiene, por eso ahora ya no veo al tal don Pepone, sino a la Sal que conserva, y da sabor a las palabras de Dios que es el testimonio de tu vida.

Podría seguir enunciando cualidades y conocimientos que posees sobre miles de cosas como, sobre la flora y fauna de tu querida Valdepeñas, no, no es necesario alargar una exposición tan amplia porque necesitaría mucho espacio y tiempo, solo me quedo en reafirmar lo dicho, se que tu humildad no te permite o no le agrada las alabanzas y el reconocimiento de tus muchos méritos, como el que te traten como lo que eres “Prelado Domestico de su Santidad”; Monseñor, gracias por el afecto que me tienes y sigue hasta el final de tus días siendo “la sal de la tierra” tal cual y conforme Jesús la pronuncio.


Tu amigo: Jose Maria Rodriguez Llanera

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