«Sin
amor, no somos nada»
23-04-2016
Cumplida su misión salvífica, y antes de marchar Jesús al
Reino de los Cielos para integrarse de una manera absoluta al Padre, nos dio el
mayor tesoro, al resumirnos todas las leyes y todas sus enseñanzas en una sola
palabra: “AMOR”. (Jun. 13,34) “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis
unos a otros”; …. “como yo os he
amado, amaos también unos a otros”.
(Jun. 13,35) “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os
amáis unos a otros”.
Si poseyera todo y no tuviera amor, no seria nada. Nada tiene
valor si no tenemos amor, un amor íntegro, un amor limpio y puro, un amor
fraternal, un amor sin límites; en el amor está todo, por amor nuestro creador
se nos dio Él mismo, el Verbo se hizo carne para rescatarnos mediante un acto
de amor infinito, la Palabra se revistió de humanidad dando por nosotros su
vida al Padre, porque, nadie ama más que aquel que da su vida por sus
semejantes.
¿Por qué tal sacrificio?, ¡para glorificar al Hijo del Hombre!
Porque, mediante el sacrificio y la
entrega de nuestras vidas sirviendo por amor al hermano que reclama nuestra
ayuda, con este acto de amor por nuestra parte, estaremos glorificando al Hijo
del Hombre, y el Padre es glorificado en Cristo. Si glorificamos a Cristo, también
el Padre es glorificado en Él, y nosotros seremos glorificado en Cristo (Jun.
13,31-32).
El Espíritu universal y eterno de Dios, por lo general, no
nos pide grandes sacrificios ni grandes obras, quiere seres humanos que se amen
mutuamente; que vivan una vida de amor por Cristo, que le glorifique a Él y al
Padre; con una vida cotidiana llena de pequeños detalles, vida entregada al
amor de Dios amando a los hombres como a sí mismo.
Para dar robustez de veracidad y autenticidad recordemos
parte de la carta de san Pablo a los Corintios 13, 1-10: (detengámonos y meditemos uno por
uno los versículos de esta carta y vivámoslo en cuerpo y alma).
1 Si hablara las lenguas de los hombres
y de los ángeles, pero no tengo amor, no seria mas que metal que resuena o un
címbalo que aturde.
2 Si
tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si
tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no seria nada.
3 Si
repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las
llamas, pero no tengo amor, de nada me servirá.
4 El amor es paciente, es benigno; el
amor no tiene envidia, no presume, no se engríe;
5 no es indecoroso ni egoísta; no lleva
cuenta del mal;
6 no se alegra de la injusticia, sino que
goza con la verdad.
7 Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta.
8El amor no pasa nunca. Las profecías,
por el contrario, se acabarán; las lenguas cesaran; el conocimiento se acabará.
9 Porque conocemos imperfectamente e
imperfectamente profetizamos;
10mas, cuando venga lo perfecto, lo
imperfecto acabará.
Y para poner la guinda a la tarta, seguiremos con san
Pablo a los Romanos 8, 18-25 que nos habla de la Esperanza:
18Pues considero que los
sufrimientos de ahora no se pueden comparar con la gloria que un día se nos
manifestará.
19Porque
la
creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios.
20 En
efecto, la creación fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por
aquel que la sometió, con la esperanza
21de
que la
creación misma sería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en
la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
22Porque sabemos que hasta hoy toda la creación
está gimiendo y sufre dolores de parto.
23Y no solo eso, sino que también nosotros, que
poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la
adopción filial, la redención de nuestro cuerpo.
24Pues hemos sido salvados en esperanza. Y una
esperanza que se ve, no es una esperanza; efectivamente, ¿cómo va a esperar una
cosa que se ve?
25Pero si esperamos lo que no vemos, aguardamos
con perseverancia.
Dios es amor, sin amor, no somos nada. Para vivir en el amor,
hay que dar todo cuanto tengamos, así y solo así, cuando logremos vaciarnos de
todo lo material y corrupto, nuestros cuerpos y nuestras mentes se llenarán del
Espíritu de Dios, entonces y solo entonces, seremos los más ricos y poderosos
del universo, pues, solo entonces, Dios vivirá en nosotros y nosotros viviremos
en Él.
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