Entre
pucheros
28-04-2016
Santa Teresa
decía: .... también “entre los pucheros” anda el Señor. Perfectamente se puede
tomar al pie de la letra o en sentido figurado; con los pucheros podemos
preparar ricos menús al calor del fuego ya sea en cocinas donde las calorías se
obtienen por la combustión del carbón, leña, petróleo, gas, electricidad o por
la inducción de los fogones modernos.
Ya sea puchero,
cuenco, cacerola u olla, son recipientes que los utilizamos para cocinar, a estas
vasijas también le podemos dar un sentido imaginario, pudiendo ser comparado
con nuestro “yo” o nuestros “yoes”; según nuestros actos o acciones, así serán los
guisados que proveamos para que sean dispensados en la mesa del Señor.
En nuestras
cacerolas o pucheros, necesitamos otros tipos de ingredientes como también otro
tipo de energía calorífica. Nuestros corazones aportan calorías a nuestros
cuerpos y también pueden impulsar otras energías mucho más potentes o benefactoras
proporcionando energías caloríficas para cocinar en los pucheros de nuestras
almas.
La fuente de
este calor es el amor, con el podremos cocinar en nuestros pucheros del alma;
para ello, en todo momento hemos de introducir sin mácula todas nuestras pequeñas acciones,
unos tras otros hemos de ir introduciendo en el puchero todos nuestros buenos quehaceres
e intenciones, todos nuestros actos realizados durante el día y todo ello con
mucho amor. Mientras más pequeños o insignificantes nos parezcan estos actos o
acciones, mayor valor tendrán.
Es el día a
día, es vivir lleno del espíritu de Dios cada instante, llenemos de amor cada
segundo de nuestros días, amando y sintiéndolo en nuestros corazones, es un
vivir en los demás, es darse al Señor en nuestras acciones hacia nuestros
semejantes, así nos ama el Señor y así quiere que nos amemos los unos a los
otros.
Cada día y cada
instante los podemos convertir en una oración activa que es perfectamente
realizable, es vivir en comunión con nuestro Señor a través de nuestros
hermanos. Hemos de vivir la vida en, y llena de Dios con el menor esfuerzo físico,
porque en nuestro quehacer diario de nuestros pucheros de cada día “entre
ellos, también camina el Señor”, usemos el ardor del amor en nuestros corazones
para que, nuestros pucheros sean unas activas y agradables ofrendas al paladar de
nuestro Dios.
He aprendido
que cuando las circunstancias te obligan a dejar por un tiempo la meditación y
o la contemplación, sin perjuicios, sin miedos ni complejos, .... métete entre los
pucheros porque, allí también te espera Dios.
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