lunes, 16 de mayo de 2016

EL ESPÍRITU DEL SEÑOR



El Espíritu del Señor
15-05-2016

Quiero hacer normales todos y cada momentos del día, no obstante, nada puedo organizar o preestablecer; otra vez se repite la historia del día 19 de marzo, en menos de dos meses, otra caída de Elena con fractura (en el mismo brazo izquierdo) de cabeza de fémur y rotura de la 2ª costilla del costado izquierdo, situación que siento más por ella que por mí, los dolores son intensos y su estado se lo puede uno imaginar, por el contrario ahora me toca estar constantemente a su lado y reemplazarla en todos los quehaceres domésticos, en estas ocasiones es cuando verdaderamente nos damos cuenta de la labor, constancia y sacrificios que soportan las amas de casa, “qué imbéciles somos cuando menospreciamos la labor de una mujer que además de llevar la carga de las labores domésticas de sus casas, crían a sus hijos, ¡son verdaderas máquinas!”, dignas merecedoras del mayor reconocimiento a los méritos de esas heroínas olvidadas que son nuestras esposas y madres de nuestros hijos.

El párrafo anterior me sirve como recordatorio de unos momentos difíciles en los cuales el esposo ha de soportar todo aquello esfuerzos que nuestras compañeras hacen día a día con toda normalidad, actos o acciones que engrandece a las mal llamadas amas de casas, o como ocupadas en “sus labores”. Esto me trae a la memoria un comentario de un obispo de Jaen cuando un procurador le pidió que firmase por una causa de canonización de un beato del Opus, este respondió: que no firmaba ya que: “para santa su madre, pues era la mayor santa que él conocía”.

Hoy es domingo de pentecostés, cuando me pongo a escribir, hace algún tiempo y de forma semi inconsciente dejé de pedir e implorar al conductor de mis pensamientos que guíe mis pasos para plasmar mi sentir en esos momentos, hoy, ahora mismo lo haré, dejaré mi mente en blanco y que fluyan las palabras:
Señor, no te cierres a mis sentimientos, mi alma está sedienta de ti, elimina las durezas que aún quedan en mi corazón, forjadas por la rudeza de mi vida, confío en ti pero, presiento la sequedad de un amor torturado durante una vida repleta de obstáculos, para que no sea inútil los esfuerzos truncados por mis debilidades, sé que tú estás y has estado siempre a mi lado, unas veces no quería prestar atención a tus llamadas, otras el murmullo de mis egos no me dejaban oír tu voz, pero la sonrisa de tu rostro y el musitar de tus labios iluminaban mi alma. Cada día siento mermar mis facultades, sé, o intuyo que dado mi edad, la merma es natural y lógica en una vida que transita por su tramo final, no obstante, cada día y cada instante te bendigo y te alabo por todo cuanto me regalas, como: mi cruz y el analgésico de ver cada día más tu espíritu en todo cuanto me rodea, sigue enseñándome a amar y a amarte en los demás, a servirte a través de todas tus criaturas, a sentir las alegrías y los sufrimientos de nuestros semejantes, a dar y darme para aprender a hacer tu voluntad. No permitas nunca yo deje de amarte y mucho menos renunciar o negar tu Santo Nombre, aunque todo o casi todo sea o fuese negativo, quiero y deseo amarte sobre todas las cosas, en Ti por sí mismo y en tu Espíritu manifiesto en todo cuanto mis ojos y oídos puedan ver u oír



No hay comentarios:

Publicar un comentario