CERCA DE DIOS
6-10-2016
Breve reflexión
sobre el salmo 14.
Señor, qué difícil
me es caminar juntos a ti por la
vida sin olvidarme a cada instante de que tú eres mi guía. Me desvíos, tropiezos
y olvidos el sentido de esta vida, de caminar juntos para llegar a tu morada, anhelo
vivir conectado permanentemente a ti, pero, pierdo tu presencia en cada
paso que doy. Ese es mi martirio. Todo el rato lo paso a la deriva, como si no
existiera. Quiero hospedarme en tu tienda para tenerte constantemente presente
y habitar en tu monte santo, para, que mi corazón y mi mente sean tu tienda.
¡Dime cómo puedo hacerlo!
salmo 14
¿ Señor, ¿quién puede hospedarse en tu
tienda
y habitar en tu monte santo?
El que procede honradamente
y práctica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua,
el que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor,
el que no retracta lo que juró
aún en daño propio,
el que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
“Así responde
el Señor: ¡Quienes así actúan, pueden
hospedarse en mi tienda!”
La respuesta
es más clara que el agua de un manantial, pero: ¿vivimos así? O no practicamos
la justicia ni mantenemos la boca sellada a la difamación con un proceder que
nos deshonra.
Hacemos mal a
nuestro prójimo o lo difamamos, consideramos despreciables los impíos y creemos
reos a los que creen en el Señor.
Juramos en
falso o nos desdecimos de lo jurado, prestamos con usura o atestiguamos bajo
sobornos.
“Si obramos
así, la respuesta del Señor será: ¡Quién
actúa así, no puede hospedarse en mi tienda!”
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