Amor y misericordia
19-12-2015
Hace unos minutos, cuando oraba y meditaba, un pensamiento
persistente vino a mi mente, debía de plasmas ya en estos escritos lo que pasó
el día 19 del mes pasado. La verdad es que, fue bastante gordo lo ocurrido,
causa por la cual no quise dejar constancia hasta verlo desde la templanza después
de dejar un tiempo de enfriamiento para poder discernir con mayor claridad lo que
en esos momento yo sentí o viví. Al fijarme en la fecha de hoy el PC marca 19
de diciembre; al ver que ya ha pasado 30 días, es tiempo de recordar esos momentos
y las consecuencias que se derivaron.
(Para evitar un atasco en el tramo de carretera al ser la
hora de empezar a finalizar las jornadas de trabajo en el polígono industrial
que atraviesa la carretera Córdoba Granada, pensé desviarme para incorporarme a
la autovía del 92 a su paso por Atarfe, (Granada) para llegar antes a Granada,
destino final de mi viaje. En el Stop tenia un vehículo delante del mío, el
cual pasó tras ceder el paso a otro que venia en dirección contraria, me
posicioné y deje pasar a otros dos vehículos, vi el cruce despejado y inicie la
maniobra, no estaba tan despejada cuando en el segundo carril se produjo la colisión
con un vehículo que me alcanzó en la rueda delantera derecha de mi coche. El fallo
fue mío al no ver que por el carril secundario venia una furgoneta, no se si
fue un despiste o por la hora entre dos luces, lo cierto que fue un gran
impacto el que recibí).
No trato de culpar ni inculpar a nadie, solo de
recordar como ocurrió y lo más importante como viví yo esos segundos; repuesto
del impacto, vi que tenia adosado perpendicularmente a mi coche a otro vehículo,
desabroche el cinturón de seguridad, abrí la puerta y salí, entonces salió del
otro coche su conductor que me dijo: ¿le ha pasado algo, hay alguien más? Le dije
que no y le hice idénticas preguntas las cuales fueron que nada le había pasado
a el ni al joven que le acompañaba, después el pacto amistoso y demás cosas que
suelen ocurrir en estos casos, pero los dos vehículos tuvieron que ser
retirados por diversas grúas. Hasta aquí
lo ocurrido a grosso modo.
Lo verdaderamente importante para mi fue qué sentí
y viví en esos escasos dos segundos más o menos.
Al iniciar el desvío, de pronto, perdí la visión (pero
yo seguí viendo y percibiendo) sentí una gran sacudida, el retorcer de chapas, romperse
el plásticos de los alerones, y ruido a hierros retorcidos, el coche comenzó a elevarse
y fui consciente de ver como el coche estuvo a punto de dar vueltas pues, vi el
suelo cerca de mi ventanilla pero el coche cedió y se posó bruscamente sobre
sus ruedas, mientras esto ocurría yo estaba muy tranquilo al no sentir nada de
dolor y al ver que me encontraba dentro de un habitáculo o envoltorio, algo
parecido a estar dentro de un grueso cascarón
que me aislaba de todo mal, al sentir posarse las ruedas sobre el suelo,
recobré la visión y fue entonces cuando vi que lo ocurrido era un accidente de
trafico, entonces, fue fuera del coche cuando percibí la realidad, me puse tan
nervioso que no era capaz ni de atinar a llamar por teléfono.
El hecho de dejar constancia de esto es porque he
visto una protección especial sobre mi persona. Por el paralelismo del estado
de consciencia y modo de percibir, fue semejante a otros estados en los cuales
me he sentido mientras meditaba; estados de consciencias distintos a lo que
vivimos cada día y cada momento, se que no existen palabras para poder explicar
estas situaciones pero, de algún modo habrá que recordar que, lo que sucedió no
fue nada normal, yo con esto me entiendo y me ayuda a recordar, aunque se que
para aquellos que lean estos escritos le puedan parecer como mínimo algo “raro”
y difícil o imposible de creer.
El Señor, de vez en cuando me hace ver que su
espíritu está en nosotros y nosotros vivimos en él, la diferencia es el estado
de conciencia que cada cual tenga de este hecho tan real como la vida misma.
Solo el amor y la misericordia divina nos puede hacer ver y sentir estos estadios
de vida, más he de decir que no soy digno de estos regalos que el Espíritu de
Dios me hace, siento que él me devuelve bien a pesar de mis infidelidades y
olvidos de cada día.
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