lunes, 24 de junio de 2024

SAN HIPÓLITO, Prasbítero

24-06-2024

PADRES DE LA IGLESIA

SAN HIPÓLITO. Presbítero


1. En las fuentes de la palabra de Dios


        Las Sagradas Escrituras nos manifiestan los misterios de Dios.
        Del Tratado de San Hipólito, presbítero, Contra la herejía de Noeto.
        Lectura bíblica: Jn 1, 1-18

        San Hipólito (¿-235)

Se desconoce lugar y fecha de su nacimiento, aunque se sabe que fue discípulo de San Ireneo y compuso sus escritos entre los años 200 y 235 d.C. Es uno de los teólogos más antiguos de la Iglesia; fue presbítero en Roma y se opuso en asuntos doctrinales al Papa Calixto (217-222), a quien reprochaba excesiva indulgencia con los pecadores. Una comunidad rebelde lo eligió Obispo de Roma en contra de Calixto y la división se mantuvo durante los pontificados de Urbano y Ponciano, hasta que el emperador Maximino (235-238) deportó a Hipólito junto con Ponciano a Cerdeña, “la isla de la muerte”, donde ambos, condenados a trabajos forzados, renunciaron al papado y se reconciliaron. Hoy se les venera juntamente como mártires.

        Comentario

Este pasaje de San Hipólito nos introduce de lleno en el misterio del Dios creador, visible en la historia humana por medio de su Hijo Jesucristo y que nos recrea por el Espíritu Santo. Para conocer a Dios debemos familiarizamos con la Sagrada Escritura y por eso una de las principales tareas de nuestra vida cristiana es profundizar en su conocimiento.
“La Iglesia ha venerado siempre las Escrituras como al cuerpo mismo de Cristo”, porque a través de ella recibimos el sacramento de su palabra de vida.
Hay un único Dios, hermanos, que sólo puede ser conocido a través de las Escrituras santas. Por ello debemos esforzarnos por penetrar en todas las cosas que nos anuncian las divinas Escrituras y procurar profundizar en lo que nos enseñan. Debemos conocer al Padre como él desea ser conocido, debemos glorificar al Hijo como el Padre desea que lo glorifiquemos, debemos recibir al Espíritu Santo como el Padre desea dárnoslo. En todo debemos proceder no según nuestro capricho ni según nuestros propios sentimientos ni haciendo violencia a los deseos de Dios, sino según los caminos que el mismo Señor nos ha dado a conocer en las santas Escrituras.
Cuando sólo existía Dios y nada había aún que existiera con él, el Señor quiso crear el mundo. Lo creó por su inteligencia, por su voluntad y por su palabra; y el mundo llegó a la existencia tal como él lo quiso y cuando él lo quiso. Nos basta, por tanto, saber que, al principio, nada existía junto a Dios, nada había fuera de él. Pero Dios, siendo único, era también múltiple. Porque con él estaba su sabiduría, su razón, su poder y su consejo; todo esto estaba en él, y él era todas estas cosas. Y, cuando quiso y como quiso, y en el tiempo por él mismo fijado de antemano, manifestó al mundo su Palabra, por quien fueron hechas todas las cosas.
Y como Dios contenía en sí mismo a la Palabra, aunque ella fuera invisible para el mundo creado, cuando Dios hizo oír su voz, la Palabra se hizo entonces visible; así, de la luz que es el Padre salió la luz que es el Hijo, y la imagen del Señor fue como reproducida en el ser de la criatura; de esta manera el que al principio era sólo visible para el Padre empezó a ser visible también para el mundo, para que éste, al contemplarlo, pudiera alcanzar la salvación.
El sentido de todo esto es que, al entrar en el mundo, la Palabra quiso aparecer como Hijo de Dios; pues, en efecto, todas las cosas fueron hechas por el Hijo, pero él es engendrado Únicamente por el Padre.
Dios dio la ley y los profetas, impulsando a éstos a hablar movidos por el Espíritu Santo, para que, habiendo recibido la inspiración del poder del Padre, anunciaran su consejo y su voluntad.
La Palabra, pues, se hizo visible, como dice San Juan. Y repitió en resumen todo lo que dijeron los profetas, demostrando así que es realmente la Palabra por quien fueron hechas todas las cosas. Dice: Ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios; por ella empezaron a existir todas las cosas, y ninguna de las que existen empezó a ser sino por ella. Y más adelante: El mundo empezó por ella a existir; pero el mundo no la reconoció. Vino a los suyos y los suyos no la recibieron.

SAN HIPÓLITO OBISPO, BIOGRAFÍA

        San Hipólito de Roma fue un destacado teólogo, escritor y mártir de la Iglesia cristiana primitiva. Aquí tienes un resumen de su biografía:

        Vida Temprana y Formación

        San Hipólito nació probablemente a finales del siglo II en Roma. Se sabe poco sobre sus primeros años y su formación, pero se cree que recibió una educación completa y se convirtió en un presbítero en la Iglesia de Roma.

        Carrera y Escritos
        
        Hipólito fue un prolífico escritor y teólogo. Es conocido por ser uno de los primeros antipapas de la historia, ya que durante un tiempo estuvo en conflicto con el Papa Calixto I debido a diferencias teológicas y disciplinarias. A pesar de este conflicto, Hipólito es reconocido por sus importantes contribuciones teológicas y litúrgicas.

        Obras Teológicas

        Entre las obras más conocidas de Hipólito se encuentran:

"Refutación de todas las herejías": Un tratado en el que refuta diversas enseñanzas             heréticas de su tiempo.
Comentarios y tratados exegéticos: Hipólito escribió comentarios sobre varios libros          de la Biblia, que muestran su profundo conocimiento de las Escrituras y su enfoque en           la ortodoxia cristiana.

        Martirio y Legado

     San Hipólito sufrió el martirio en el año 235 durante la persecución del emperador romano Maximino el Tracio. Fue desterrado a Cerdeña, donde murió como mártir por la fe cristiana.

        Canonización y Veneración

        Hipólito fue canonizado como santo y es venerado en la Iglesia Católica. Su fiesta se celebra el 13 de agosto. Es reconocido por su valentía en la defensa de la fe, su erudición teológica y su contribución a la vida litúrgica de la Iglesia primitiva.

    En resumen, San Hipólito de Roma fue un importante teólogo, escritor y mártir que dejó un legado significativo en la historia temprana del cristianismo.

 

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