domingo, 20 de octubre de 2013

DIOS ES MI REFUGIO

MI REFUGIO Y MI ESCUDO ERES TU

Después de la noche oscura Dios me regala un amanecer lleno de esperanzas y alegrías, todo lleno de luz, pero ¿de dónde procede este cambio tan radical? Me faltan medios para poder expresar y plasmar lo que siento; la cultura que poseo me limita en forma, modo y del dominio del idioma o lenguaje, pero me queda la satisfacción interior de entender y gozar de una dicha que me enmudece o me bloquea. Nada de esto me hace envidiar o desear poseer el don de expresar con elocuencia las experiencias o sentimiento que como un manantial nacen desde dentro hacia afuera, sin saber ni el cómo ni el porqué, es un regalo, no tiene otra explicación, pero lo vivo y lo gozo y por ello te doy gracias Señor.

Dios es mi REFUGIO, no es que me esconda o me aparte a lugar alguno, no.  En ocasiones y no por el tiempo que yo quisiera, lo siento dentro de mí como energía viva que hasta se puede decir que se eriza el bello, paréceme estar a punto de explotar, múltiples ráfagas de pensamientos a la vez que no se si son pensamientos, pero los veo y entiendo como si fueran visiones. Es algo así como si se me dieran pequeñas dosis o porciones de ideas casi sin sentido, pero estas unidas a otras me aclaran el entendimiento, de aquí el poder gozarla pero no expresarla, no hay o no tengo palabras ni forma de expresarla, esto me hace ver que yo estoy dentro de él y él vive dentro de mí, por eso me siento protegido como si me metiera en un bunker, es una seguridad de saber que está conmigo y como en esas ocasiones lo siento, sé que está permanentemente con migo y me siento protegido, me refugio en Él.

No solo en él me refugio, también es mi ESCUDO protector, en él confío y busco su protección especialmente en ocasiones límite, así han sido, jamás me abandonó en los momentos más difíciles que he vivido hasta el día de hoy, teniéndolo por escudo y en ocasiones especiales,  solo le digo: “¡Señor!, Tú sabes lo que yo quiero y deseo…. pero, hágase tu voluntad y no la mía, más, dame fuerzas para poder aceptar con entereza lo que tu decida. Hasta tres veces has vencido a la muerte en dos de mis hijas. Que escudo puedo tener que sea mejor que el tuyo Señor.
Estas vivencias y otras no son para contarlas ni se pueden expresar con la magnitud vivida, por eso, ahora me duele tanto Señor cuando tomo conciencia de mi comportamiento, soy el mayor pecador que existe, digo el mayor y no exagero ya que después de no abandonarme, después de perdonarme una y mil veces, yo, erre que erre. 
Yo solo ofendiéndote y tu amándome, encima tú me protege protegiendo a mi familia; no sé cómo entender que siempre, siempre has estado agarrado permanentemente a mi cuello y yo mirando para otro lado, que me digan si no es esto la mayor prueba de amor de un padre hacia su hijo.
Ahora, desnudo, descalzo y dolorido como el hijo pródigo vuelvo a Ti, tu eres mi casa padre, ya no te temo porque tu no quiere castigarme, no lo creo, no. Tu eres mi padre amantísimo, por eso no puedo temerte padre, porque a ciencia cierta sé que me amas, ahora regreso a ti arrepentido y dolorido para echarme en tus brazos y vivir en tu regazo los años que me queden de vida, pero ya no puedo ni quiero ofenderte más, ayúdame Señor.

Solo quiero morir de amor por ti,
para que tú puedas vivir en mí.

Yo he de morir en mí, para poder vivir en ti.
Junto a ti y dentro de ti. 

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