viernes, 8 de noviembre de 2013

LOS ROSTROS DE CRISTO

ROSTROS DE CRISTO

07-11-2013


No se cómo empezar él es quien dirige mi nave, dame hoy motivos para lanzarme al abismo.
Sigo caminando como peregrino, esperando alcanzar la victoria; la noche antecede al día, oscuridades que atemorizan invitando a paralizar la marcha peregrina, peregrino soy por las sendas del Señor, andando en las noches de frio oscuro, las caídas eran mi constante caminar, enredado en la malla de los deseos, con anhelo de volar para que como murciélago nocturno pudiera caminar sin tropezar con los cuerpos de rostros oscurecidos.
Parecía que todo era imposible, dejado a la voluntad de la tempestad, cuando todo parecía perdido, con suaves destellos comienza la alborada.
Rayos de luz que iluminan y calientan, palabras que alimentan  para que los cadáveres se regeneren tornando a la vida, el rey resplandeciente los conduce a su alcoba, sonríe y agasajarme quiere para celebrar su victoria, suya es la victoria de estas batallas que se repiten en los rostros de los combatientes, ¿curioso verdad?, pero todos llevan el mismo rostro marcados por las huellas de la batalla, rostro que resplandecen, son el rostro de Cristo, rey de reyes y triunfador en las batallas entre los rostros opacos y sus almas, que se transforman en rostros resplandecientes del Cristo triunfante, Hijo y Padre de las batallas.
Redentor de cadáveres para dar vida a sus almas, legiones de cristos triunfantes cantan las victorias del Padre en los cuerpos vencidos ha triunfado sobre la muerte, gloria al Padre que en sus Hijos ha renacido con un cuerpo lúcido y todos al unísono cantan “bendito y alabado sea el Padre en los cuerpos de sus Hijos que llevan el rostro de su unigénito Jesucristo”.
Por el libre albedrío, el Padre plantó su semilla en los cuerpos opacos de un paraíso perdido. La Palabra se encarnó para enseñar a preparar el terreno árido de los cuerpos opacos; la palabra es luz que ilumina para que la opacidad al ser iluminada se impregne y reluzca con la luz que da rostro a la opacidad, oscuridad que se torna en cuerpos lúcidos con rostros de cristos, muriendo en la cruz  venció a la muerte, está vivo en un nuevo cuerpo lúcido, es su segunda venida en el cuerpo místico de Cristo.
De todo lo ante dicho deduzco que todo hombres incluidos los de rostros opacos, en todos están las semillas divina que dan luz a los rostros, transformándolos en Cristos místicos.
Si usando nuestra libertad logramos deshacernos de los apegos y enredos en la malla, podremos dar luz a los rostros opacos que todo nacido porta. Cristo está en cada alma oculto a la luz del mundo, pero hemos de hacerlo relucir dando la luz a nuestra alma, ella se encargará de que luzcan los rostros opacos para que a la luz del Verbo las caras sean lúcidas.




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