ROSTROS DE CRISTO
07-11-2013
No se cómo empezar él es quien dirige mi nave, dame hoy motivos
para lanzarme al abismo.
Sigo caminando como peregrino, esperando alcanzar la victoria; la noche
antecede al día, oscuridades que atemorizan invitando a paralizar la marcha
peregrina, peregrino soy por las sendas del Señor, andando en las noches de
frio oscuro, las caídas eran mi constante caminar, enredado en la malla de los
deseos, con anhelo de volar para que como murciélago nocturno pudiera caminar
sin tropezar con los cuerpos de rostros oscurecidos.
Parecía que todo era imposible, dejado a la voluntad de la tempestad,
cuando todo parecía perdido, con suaves destellos comienza la alborada.
Rayos de luz que iluminan y calientan, palabras que alimentan para que los cadáveres se regeneren tornando a
la vida, el rey resplandeciente los conduce a su alcoba, sonríe y agasajarme
quiere para celebrar su victoria, suya es la victoria de estas batallas que se
repiten en los rostros de los combatientes, ¿curioso verdad?, pero todos llevan
el mismo rostro marcados por las huellas de la batalla, rostro que resplandecen,
son el rostro de Cristo, rey de reyes y triunfador en las batallas entre los rostros
opacos y sus almas, que se transforman en rostros resplandecientes del Cristo
triunfante, Hijo y Padre de las batallas.
Redentor de cadáveres para dar vida a sus almas, legiones de cristos
triunfantes cantan las victorias del Padre en los cuerpos vencidos ha triunfado
sobre la muerte, gloria al Padre que en sus Hijos ha renacido con un cuerpo
lúcido y todos al unísono cantan “bendito y alabado sea el Padre en los cuerpos
de sus Hijos que llevan el rostro de su unigénito Jesucristo”.
Por el libre
albedrío, el Padre plantó su semilla en los cuerpos opacos de un paraíso
perdido. La Palabra se encarnó para enseñar a preparar el terreno árido de los
cuerpos opacos; la palabra es luz que ilumina para que la opacidad al ser
iluminada se impregne y reluzca con la luz que da rostro a la opacidad, oscuridad
que se torna en cuerpos lúcidos con rostros de cristos, muriendo en la
cruz venció a la muerte, está vivo en un
nuevo cuerpo lúcido, es su segunda venida en el cuerpo místico de Cristo.
De todo lo ante
dicho deduzco que todo hombres incluidos los de rostros opacos, en todos están
las semillas divina que dan luz a los rostros, transformándolos en Cristos místicos.
Si usando nuestra
libertad logramos deshacernos de los apegos y enredos en la malla, podremos dar
luz a los rostros opacos que todo nacido porta. Cristo está en cada alma oculto
a la luz del mundo, pero hemos de hacerlo relucir dando la luz a nuestra alma,
ella se encargará de que luzcan los rostros opacos para que a la luz del Verbo
las caras sean lúcidas.
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