Notas
viejas II
15-01-2015
Parece que fue idónea la fecha para subir al
morrón de la Solana (más de 1.700 m de
altitud)
para contemplar el paisaje y meditar al aire libre en una mañana de abril del
84; sí, en la cumbre el entorno era y es idílico, los resultado adquiridos
fueron acorde con el esfuerzo realizado para ascender y descender apoyado por
un trozo de rama al modo de cayado que hizo posible caminar por tan estrecha,
sinuosa y empinada vereda repleta de infinidad de guijarros sueltos que hacen aun
más difícil su transito.
Alcanzada la cumbre, busqué aposento sobre
una piedra, respire profundamente hasta apaciguar el acelero y ahogo
respiratorio que produce tan difícil subida, ante tanta paz y majestuosidad las
constantes vitales descendieron tanto que ni se oía el leve resuello de la
respiración.
Ante tal maravilla, por unos instantes se
produjo un silencio total tanto externo como interno, como el agua emana de las
entrañas de la tierra así emanaban del silencio total las preguntas y respuestas
pronunciadas por la voz del silencio, vibraciones del alma que hacían retemblar
todas las fibras corporales como si fuesen toques de campanas y cuyo badajo
fuese mi cuerpo.
Todo se convirtió en un solo ser y en un solo
sentir, como si la multiplicidad o
diversidad del entorno se fundiese en un solo sentir sin dejar de ser cada cual
lo que es, por unos instantes fuimos conscientes de nuestra procedencia, pues,
es de la misma fuente que ha creado el universo, con la particularidad de que
solo el hombre es capaz por estar dotado para hacer su voluntad como lo es la
de su Creador.
Lo verdaderamente importante es darnos cuenta
de que a pesar de nuestra pequeñez y de nuestra grandeza, Dios nos creó
por amor y todo lo hizo pensando en el hombre,
así El, amándonos se ama así mismo en nosotros, por tanto somos instrumentos de
amor para amar a Dios en si mismo.
Si hoy mismo escribiera algo así nada o casi nada tendría que reseñar, a excepción de algunos perfiles o matices.
QUIEN SOY YO
Escrito
el 17-04-1,984
Paseando subí a la Solana
para contemplar la hermosura del paisaje en un día claro de primavera, todo era
radiante, flores silvestres y plantas aromáticas de lo más variado encontraba
por doquier, la naturaleza estaba vestida con sus mejores galas mostrando la
grandeza de su CREADOR.
Una brisa suave y fresca
impregnada de mil aromas purificaba mi sangre cada vez que inspiraba, hasta
llenar por completo mis pulmones, quedando como extasiado de alegría y satisfacción, por un momento mi mente quedo
limpia de pensamientos, nada podía pensar por el placer que me invadía ante tan
majestuosa situación, mi corazón latía a un ritmo desacostumbrado y mi alma se
expandió por todo el horizonte.
Poco a poco me iba inundando un presentimiento de
majestuosidad ante tanta belleza y las impresionantes moles de la "Pandera",
"Ventisquero", “ Peñones”, “sierra
del Trigo”, “Cerro del Hoyo”, “Alto
de los Noguerones”, “Cornicabra,
etc.. me instaban a meditar sobre la
perfección y armonía de todo mi entorno, de pronto como un trueno resonaron en
mi mente estas interrogantes, ¿Yo que pinto aquí?, ¿Quién soy?, ¿Soy
consciente de mi realidad?, ¿Hasta cuándo vas a estar sumido en este letargo de
tu indiferencia?.
Y las altas cumbres con voz fraternal me dijeron ¡Mi
hermano, mi compañero, mi amigo... permanece con nosotros, desde aquí,
desde esta paz veras lo infinitamente Grande y lo infinitamente pequeño y te
darás cuenta que tú eres la senda que une ambas Cosas, tú eres como nosotros un
gigante de la creación, sé inamovible en tú fe, miras nuestra firmeza y
robustez, es la imagen del Pensamiento Divino materializado, imítanos y
glorificarás a lo infinitamente Pequeño y
lo infinitamente Grande.
Eleva tu ánimo y pon tu
mente aquí en la altura y domínala, no andes como un gusano porque, ¿Que
eres allá abajo? Miré a lo hondo del valle y vi al pueblo como un pañuelo
tendido sobre un verde prado y exclamé ¡Donde esta mi casa!, como ave de
presa rastreé el pequeño espacio y al fin divisé un minúsculo punto azul, era
la uralita que cubre la azotea del bloque donde vivimos ocho familias y
nuevamente exclamé, ¡Que pequeño es!, dada la distancia si hubiera
habido alguien no era posible verlo; el pueblo no cubría mas espacio que la
silueta de la luna reflejada en el océano y con más de seis mil almas dentro.
¿No somos desde esta distancia como gusanos
dentro de un cadáver?,
solo se apreciaba de vez en cuando un leve ruido ó murmullo ocasionado por
algún vehículo pesado y nada más.
De que nos valen los
egoísmos y las luchas intestinas, pero ¿qué somos?, y las altas cumbres
me dijeron ¡Merece la pena de vivir la vida como se vive en el fondo del valle,
donde reina entre otros el egoísmo, el atropello, la opresión, la envidia, la
murmuración, el engaño, el pillaje y la adulación de la falsa amistad, donde el
aire que se respira está viciado, ese es el "paraíso de los
cuerdos". Vente con nosotros a la mansión de los "locos
visionarios", de los que construyen castillos en el aire, de los que
cantan al amor de las cosas creadas por el Rey de las cumbres! cantamos al
aire, a la luz y al universo, desde el átomo más pequeño a las galaxias más
remotas, donde el amor funde al creado con su CREADOR, pues una misma
ambas cosas son.
Vente con nosotros, esto no se puede comprender desde
allí, no es posible, sube, sube hermano mayor de la creación.
Las lágrimas rodaron por
mis mejillas, mi cuerpo todo el tembló, con el rostro en tierra abracé la
montaña, con los brazos extendidos, queriéndola abarcar, le dije ¡ Tú eres
mi madre tierra, mi luz y mi sustento, tú eres mi hermana y compañera, gracias
porque no solo alimentas mi cuerpo, mi alma agradece también el sustento !.
Las cumbres me dijeron ¡Levántate
y miras a tú alrededor, veras otras cumbres que son como nosotras y si subes
mas veras que todas nos hacemos una y si sigues subiendo todo se funde en el
TODO, recuerda, así somos, como materia nada, como espíritu, uno en
DIOS.
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