El Espejo
08-12-2016
Se suele decir que la cara es el espejo del alma, yo
lo entiendo como decir que cada persona por su proceder, refleja al exterior una
imagen de sí mismo, esta imagen es producto de sus actos, tanto voluntarios
como involuntarios.
Estamos en el ecuador del adviento. Como en años
anteriores por estas fechas, sigo en el empeño de reordenar o planificar el
nuevo año, he de hacer lo necesario para tomar
impulsos llenos de amor e inquietud para que, este espejo cada día pueda reflejar
con más nitidez la luz recibida de nuestro Creador.
Somos como el espejo que refleja la luz que recibe,
siempre que su superficie esté cromada y limpia. El paso del tiempo recubre
toda superficie de polvo que flota en el ambiente. La cual si no se mantiene
limpia, conforme se va cubriendo de partículas va impidiendo cada vez más que,
la luz o imagen que a él llegan sean distorsionadas, hasta llegado el momento que
nada podrá ser reflejado.
Esta imagen de Cristo que debemos reflejar, se
conseguirá siempre que nuestra vida interior esté en consonancia con nuestro
proceder diario. Solo lo conseguiremos siempre que vivamos conscientemente cada
segundo el “aquí y ahora”, sin que nos preocupe el mañana pues, solo podemos
hacer historia “aquí y ahora”, momento que realmente vivimos, el mañana aún no
existe y es imprevisible.
El pasado es historia, es el sueño o recuerdo de algo
que vivimos, éste, ya nada mueve ni nada podemos hacer, solamente fue. Si de
algo nos podemos valer de él es, para no cometer los mismos errores del pasado.
Por eso, es conveniente que de vez en cuando revisemos nuestro pasado, para rectificar
los errores y no se repitan en un futuro llegado el momento.
El adviento es el tiempo propicio para prepararnos a
recibir nuevos impulsos llenos de vitalidad, necesitamos renovarnos
constantemente, si la sociedad está involucrada en cambios permanentes, ¿porqué
nosotros vamos a permanecer inmóviles?. Estamos en tiempo de aperturas a todos
los niveles, nosotros nos vemos abocados a adaptarnos a los cambios que estos
tiempos nos arrastran, y no solo eso, tenemos que adelantarnos y abrirnos sin
miedo al futuro que nos espera.
Hoy más que nunca hemos de aferrarnos a las escrituras
(palabra de Dios) e interpretarlos abiertamente de acorde a los nuevos tiempos,
viviendo la vida de hoy como la viviría Cristo, por eso, hemos de abrirnos a
Cristo para que él viva en nosotros y podamos ser el espejo que refleja su
imagen ante Dios y la humanidad. Todo cambiará si la imagen que proyectemos sea
la de Jesucristo hombre y redentor de nuestro tiempo.
Para ello mucho hemos de cambiar, desprendiéndonos de
todo aquello que huele a egocentrismo, a aparentar, a decir una cosa y hacer lo
contrario, miremos a nuestro alrededor, nada sano existe salvo raras excepciones,
sociedad e instituciones de todo tipo están podridas y corrompidas; egoísmo y
odio abundan como los hongos, ¿quién se da a los demás? Marcos 8:34 34Y llamó a sí a la gente, juntamente con sus
discípulos, y les dijo: --Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame.
Si
no hacemos nada para que la imagen que reflejemos sea la de Cristo, esta sociedad y este mundo
está abocado al fracaso y a la autodestrucción.
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