miércoles, 7 de diciembre de 2016

EL ESPEJO



El Espejo
08-12-2016

Se suele decir que la cara es el espejo del alma, yo lo entiendo como decir que cada persona por su proceder, refleja al exterior una imagen de sí mismo, esta imagen es producto de sus actos, tanto voluntarios como involuntarios.

Estamos en el ecuador del adviento. Como en años anteriores por estas fechas, sigo en el empeño de reordenar o planificar el nuevo año, he de hacer lo necesario para tomar impulsos llenos de amor e inquietud para que, este espejo cada día pueda reflejar con más nitidez la luz recibida de nuestro Creador.

Somos como el espejo que refleja la luz que recibe, siempre que su superficie esté cromada y limpia. El paso del tiempo recubre toda superficie de polvo que flota en el ambiente. La cual si no se mantiene limpia, conforme se va cubriendo de partículas va impidiendo cada vez más que, la luz o imagen que a él llegan sean distorsionadas, hasta llegado el momento que nada podrá ser reflejado.

Esta imagen de Cristo que debemos reflejar, se conseguirá siempre que nuestra vida interior esté en consonancia con nuestro proceder diario. Solo lo conseguiremos siempre que vivamos conscientemente cada segundo el “aquí y ahora”, sin que nos preocupe el mañana pues, solo podemos hacer historia “aquí y ahora”, momento que realmente vivimos, el mañana aún no existe y es imprevisible.

El pasado es historia, es el sueño o recuerdo de algo que vivimos, éste, ya nada mueve ni nada podemos hacer, solamente fue. Si de algo nos podemos valer de él es, para no cometer los mismos errores del pasado. Por eso, es conveniente que de vez en cuando revisemos nuestro pasado, para rectificar los errores y no se repitan en un futuro llegado el momento.

El adviento es el tiempo propicio para prepararnos a recibir nuevos impulsos llenos de vitalidad, necesitamos renovarnos constantemente, si la sociedad está involucrada en cambios permanentes, ¿porqué nosotros vamos a permanecer inmóviles?. Estamos en tiempo de aperturas a todos los niveles, nosotros nos vemos abocados a adaptarnos a los cambios que estos tiempos nos arrastran, y no solo eso, tenemos que adelantarnos y abrirnos sin miedo al futuro que nos espera.

Hoy más que nunca hemos de aferrarnos a las escrituras (palabra de Dios) e interpretarlos abiertamente de acorde a los nuevos tiempos, viviendo la vida de hoy como la viviría Cristo, por eso, hemos de abrirnos a Cristo para que él viva en nosotros y podamos ser el espejo que refleja su imagen ante Dios y la humanidad. Todo cambiará si la imagen que proyectemos sea la de Jesucristo hombre y redentor de nuestro tiempo.

Para ello mucho hemos de cambiar, desprendiéndonos de todo aquello que huele a egocentrismo, a aparentar, a decir una cosa y hacer lo contrario, miremos a nuestro alrededor, nada sano existe salvo raras excepciones, sociedad e instituciones de todo tipo están podridas y corrompidas; egoísmo y odio abundan como los hongos, ¿quién se da a los demás? Marcos 8:34 34Y llamó a sí a la gente, juntamente con sus discípulos, y les dijo: --Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.

Si no hacemos nada para que la imagen que reflejemos  sea la de Cristo, esta sociedad y este mundo está abocado al fracaso y a la autodestrucción.


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