La fragua del no
ser
18-10-2015
Aquí estoy Señor, hace tiempo que no me dejo
llevar por el conductor de mis pensamientos, hoy parece que toca: Cuanto tengo
que decirte y cuanto que callar, porque …. es mejor callar y dejar que suenen
el silencio de las palabras, prefiero las palabras pronunciadas por el silencio
del alma que ama y calla, calla y ama.
Amor que unas
veces quema y otras hiela las entrañas. Unas veces las palabras silenciosas
desprenden sudores y satisfacción por el esfuerzo realizado desde la más
absoluta soledad, otras, te hielan, te paralizan y te hunden cuando camina y
observa la esclavitud multitudinaria de aquellos que cambian su libertad por humos de delirios y grandeza.
El mayor gozo es vivir en silencio la
libertad de ser uno mismo, aceptándose y entregándose por voluntad propia a la “fragua
del no ser”, para transformar el plomo de nuestro existir en oro, para ser modelado
en el “yunque de la entrega” por el “martillo de la vida”, una vez purificado
de las escorias, pues, …. ya desprendido de tus impurezas-“viejas vestiduras”, ….
ser el hombre que eleva y entrega este preciado don para que, siendo “hombre-plomo”
se transforme en “hombre-dios”, pues ya no es él quien rige su vida, se negó a
sí mismo para que Dios viva en y a través de él.
Del silencio purificador emana luz y amor, en
apariencia nada pasa, nada cambia, pero, todo se ha sublimado, es Dios quien
rige en mis fueros internos, él es mi no yo que me alienta y sostiene, la
oscuridad se transformó en luz y colores que solo mis ojos ven, me dirás que
estoy loco pero … yo me siento en la gloria.
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