Ante
ti me presento ¡Señor!
02-02-2014
Hoy la fiesta litúrgica nos recuerda Tu
presentación en el templo. Yo solo quiero y necesito celebrar mi presentación
ante Ti siendo consciente de todo cuanto este acto o acción conlleva.
Para ello, a Ti levanto mis ojos, a Ti
elevo mis súplicas, con la visión borrosa por las lágrimas de mi llanto y, con
mi corazón reseco como un desierto. Me uno al salmista y hago mías sus
palabras:
¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el
principio.
Gloria a Dios
Uno y Trino, ahora y por siempre
Por los siglos de los siglos, amen.
Purifica Señor todos mis actos y pensamientos para merecer estar en tu
presencia, que mi mirada al contemplarte no pueda extraviarse, así jamás
caminaré a ciegas porque, Tú eres mi luz y mi guía, ¡Señor!, antes que volver a
apartarme de tu corazón, arranca mi vida, solo a Ti quiero que te pertenezca,
muéveme mi Dios para amarte, muéveme para entregarme, porque si no me mueve yo
me moriré de soledad y de pena, seco como la hierba en un desierto de arena.
Que la fragilidad de mi salud y mis días no interrumpa mi amor y mi
entrega, sacaré de fragilidad fuerza y, del dolor el mas bello y gran amor que
mi alma encierra, para no ser grano perdido en tierra áspera y reseca, lábrame
Señor y refresca mi sedienta tierra.
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