Exaltación de la Cruz en el
AT y NT
Una vez más quiero destacar el valor tipológico
del AT con relación al NT. Aquí no se trata solamente de una
conexión tipológica, sino que además es citada literalmente por el NT.
Posiblemente, se trata de una historia etimológica,
creada para explicar el origen de la
serpiente de bronce que existía y recibía
culto poco ortodoxo en el templo de Jerusalén hasta que
Ezequías la mando destruir: “El
fue quien quitó los altos, derribó las estelas, cortó los cipos y rompió la
serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque los israelitas le
habían quemado incienso hasta aquellos días; se la llamaba Nejustán” (
2 Re 18, 4)
La serpiente de
bronce alzada sobre un asta: “Y dijo Yahveh
a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo
sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá.» ( Nm
21, 8) proporciona al cuarto evangelio un buen
símbolo para expresar de una
manera plástica la
fuerza salvífica y el poder curativo que brota de
la cruz de Cristo: “Y como
Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo
del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna.” (Jn
3, 14-15)
El versículo 6 narra el castigo de
Yahveh contra el pueblo: Envió entonces Yahveh contra el pueblo
serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y murió mucha gente de Israel
Las serpientes eran
venenosas; dado que su mordedura producía inflamación, el versículo
8 relata el mandato de Yahveh a Moisés, expresión de que su petición ha sido
escuchada: Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido
mordido y lo mire, vivirá.»
Es llama “de fuego”.
El versículo 9 nos dice que
Moisés hizo lo que Yahveh le había sugerido: Hizo Moisés una
serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y si una serpiente mordía a un
hombre y éste miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida. El
libro de la Sabiduría 16, 5-14 ofrece un comentario al
episodio, quitando a la imagen toda virtud mágica.
Como hemos dicho y después
explicaremos más detenidamente Juan ve en este hecho un tipo de
Jesús en la cruz (Jn 3, 14).
Es posible que su
origen se remonte a la
catequesis primitiva de san Pedro: “Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha
constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado.»
(Hch 2, 36); “El ha enviado su
Palabra a los hijos de Israel, = anunciándoles la Buena Nueva de la paz = por
medio de Jesucristo que es el Señor de todos” (Hch 10, 36).
2, 6-8: Humillación de Cristo.
6 “El cual,
siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios”
La
primera frase expresa el
punto de partida de la humillación de
Cristo: Siendo de condición divina (literalmente
“estando en forma de
Dios”). Estando en esa condición, no se aprovechó de
su igualdad con Dios. Ser igual a Dios
significa sustancialmente lo mismo que ser de
condición divina, y hace referencia no
sólo al ser divino del Hijo de Dios sino a su condición de
gloria propia de Dios.
7 “Sino
que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose
semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre”
En el v. 7 se expone el
verbo principal: se anonadó a sí mismo (lit.
“se vació a sí mismo”).
Usado aquí en un sentido absoluto,
equivale se humilló totalmente. También puede
entenderse “se
despojó de algo que tenía”.
Tomando la condición de
esclavo. Con la
palabra esclavo el himno quiere
expresar una forma concreta de
hacerse hombre: en la total renuncia a los honores, al
poder, a la riqueza , en la humillación que lo lleva hasta la muerte
más ignominiosa. La condición de esclavo aparece en
contraste con la proclamación de Jesús como
Señor, de la segunda parte del himno.
Haciéndose semejante a los hombres y
apareciendo en su porte como hombre; Pablo quiere expresar con estas
frases que Cristo se hizo igual a los
demás hombres. La humanidad de Cristo es como la nuestra,
excepto en el pecado. Todas las limitaciones físicas de la humanidad
las sufre también Cristo. Algunas veces su humanidad tan marcada, nos hace
olvidar que esa humanidad es reflejo de la divinidad.
8 “Y se
humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y
muerte de cruz.”
La
humillación llegó hasta el extremo: se
hizo obediente hasta la muerte y una
muerte de cruz. El texto resalta el
carácter libre de esa acción:
se humilló a sí
mismo haciéndose obediente. La muerte en
la cruz es la expresión suprema de la humillación,
especialmente para los ciudadanos romanos: muerte propia de
esclavos y de extranjeros.
9 Segunda estrofa: Exaltación (2,
9-11).
“Por
lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está
sobre todo nombre.”
10” Para que al nombre de
Jesús = toda rodilla se doble = en los cielos, en la tierra y
en los abismos,”
11” Y toda lengua confiese
= que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios
Padre.”
La exaltación de
Cristo aparece como la respuesta de Dios a
la humillación libremente escogida por
Cristo.
La acción de Dios se
describe con dos verbos: en primer lugar sobresaltó.
El segundo aspecto de la exaltación es y
le concedió el nombre que sobrepasa todo nombre.
La exaltación se simboliza ahora con la concesión de un nombre,
no de un nombre personal (Jesús) que ya tenía en su
humillación, sino de un “título”
que expresa el nuevo estado en que se
encuentra Cristo. Ese “título” expresa la
nueva realidad de Cristo glorificado, que le coloca por
encima de todos los demás seres.
Sin duda se usa un
lenguaje que recuerda a Is 45, 23, donde
Yahveh se proclama como único Dios, como único
que puede salvar: “ Ante
mí se doblará toda rodilla, por
mí jurará toda lengua”.
Los versículos 1-21 del capítulo 3
hablan del encuentro de Jesús y Nicodemo. El sentido de la Liturgia
de hoy no pide que hagamos un estudio o presentación de este diálogo, sino que
nos paremos un poco a reflexionar el significado de algunos
versículos, que hace relación con la Fiesta de hoy: La Exaltación de la Santa
Cruz. Quizá sea conveniente a hacer una somera presentación de todo
este diálogo para comprender mejor los versículos elegidos.
Nicodemo, seriamente interesado por
Jesús, aparece en escena como representante del judaísmo docto,
pero no quiere que sea conocida su
simpatía por Jesús. Por eso acude a
él de noche. Existen en el diálogo-monólogo tres fases.
En la primera Nicodemo reconoce la autoridad de Jesús,
basada en los signos, que hace, pero Jesús reacciona diciendo que
eso no es suficiente (Jn 3, 1-3). La segunda fase (Jn 3,
4-8) pone de relieve que lo
esencial es aceptar a Jesús como enviado, el
revelador del Padre, procedente del mundo de arriba. Para
ello es necesario nacer de arriba, de lo alto, de Dios. Lo contrario es
considerar a Jesús desde las simples categorías o
posibilidades humanas. El nuevo nacimiento es obra del
Espíritu y se realiza en el bautismo. Sin ellos no hay
salvación, ni vida, ni posibilidades de entrar en el reino. La
tercera fase (Jn 3, 9-21), que también comienza con
el recurso a la incomprensión- recurso muy
utilizado por el evangelista-, se centra en
describir cómo ha acontecido la salvación: la
iniciativa procede de Dios ( Jn 3,
16), se realiza por medio del
Hijo, que ha venido de su parte y que vuelve a él,
a través de la cruz-exaltación ( Jn 3, 14), y
el hombre la hace propia, la rechaza,
mediante la fe o la incredulidad en el enviado. Estudiaremos el
versículo 14, muy apropiado para esta Fiesta y que ya ha sido como señalado e
indicado en la Primera Lectura
La “elevación” de
Jesús (Jn 3, 14) es la que constituye el
reino, reinado o señorío de la vida. En la
elevación a la cruz va incluida la exaltación a
la gloria. En dicha elevación, el evangelista Juan acentúa las ideas
siguientes: la victoria sobre el príncipe de este mundo; la
participación del hombre en ella mediante la fe; la
muerte en cuanto paso necesario y un
aspecto parcial de la elevación; la cruz no es
el lugar de la máxima humillación, sino un
aspecto de la elevación. En este evangelio el fundamento de la
teología o de la reflexión teológica no es la cruz, sino el
estar sentado a la derecha del Padre; Jesús
aparece como el vencedor de la muerte y el dador de la
vida para todos los que creen en él.
El Antiguo Testamento
habla del “árbol” que cambia las aguas amargas en dulces: símbolo del
Árbol de la Cruz. (Éxodo 15,22-16,1). En otro lugar nos recuerda que el
Señor reprocha y corrige a quienes ama y que la Divina Sabiduría es “árbol de
vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen.”
(Proverbios 3,11-18). Nuevamente representa una referencia a la Cruz la
cual es, tal como proclama “para los llamados, … poder de Dios y sabiduría de
Dios.” (I Corintios 1, 18-25)
Leemos en el Antiguo
Testamento la Profecía de Isaías que habla de la “Ciudad del Señor” en donde
habitan juntos gentiles y judíos y “vendrán humillados” y se prosternarán a los
pies de Dios y conocerán que “yo el Señor soy el Salvador tuyo y el Redentor
tuyo”, el Fuerte de Jacob.” (Isaías 60, 11-16) Aquí encontramos la
referencia directa a la Cruz delante de la cual nos prosternamos. El mismo tema
se expresa en el versículo del salmo que se repite constantemente en estos
oficios y que nos llama a “postraos ante el estrado de sus pies” (Salmos 99,
5; 110, 1,etc.)
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