LOS ENEMIGOS DE LA CRUZ DE CRISTO
¿Quiénes son los enemigos de la cruz de Cristo? Los enemigos de la
cruz de Cristo son los enemigos de la salvación, porque la cruz es
camino salvífico. Son aquellas personas cuyo fin es la perdición, porque su
dios no es el Señor sino sus propios malos apetitos y deseos y hasta se
enorgullecen de lo que debería darles vergüenza.
Esto es lo que nos dice el Señor a través de San Pablo en la carta a los
Filipenses, capítulo 3, versículos 17 al 21, que aclara más el misterio de la cruz:
"Hermanos, sigan mi ejemplo y fíjense también en los que viven según
el ejemplo que nosotros les hemos dado a ustedes. Ya les he dicho muchas veces,
y ahora se los repito con lágrimas, que hay muchos que están viviendo como
enemigos de la cruz de Cristo y acabarán por ser destruidos. Su dios son
sus propios apetitos, y sienten orgullo de lo que debería darles vergüenza.
Sólo piensan en las cosas de este mundo. En cambio, nosotros somos ciudadanos
del cielo, y estamos esperando que del cielo venga el Salvador, el Señor
Jesucristo, que cambiará nuestro cuerpo miserable para que sea como su propio cuerpo
glorioso. Y lo hará por medio del poder que tiene para dominar todas las
cosas."
Los que solamente se preocupan por sus negocios, fincas, reses, cuentas
de banco, carros, tractores o por cualquier otra cosa del mundo se hacen
enemigos de la cruz de Cristo, aunque no roben, ni maten, ni cometan
pecados de la carne. Su dios es el mundo y no el Señor. El amigo del Señor es
el que lo pone siempre en primer lugar y cuya primera preocupación es la
construcción de Su reino. ". . . den al César lo que es del César y a Dios
lo que es de Dios" (Lc 20.25).
Entonces, la finca, el ganado, el tractor y la cuenta de banco deben
estar en segundo lugar. Es lógico, porque ¿quién se llevará una vaca o un
tractor al juicio final? ¡No nos llevamos nada! Lo que es timbre de orgullo
puede convertirse en motivo de vergüenza en el juicio final, cuando Dios le
reclame que usted se preocupó más por sus vacas que por sus hijos. O por
atender el ganado usted no asistía a misa el domingo. O usted prefería estar
atendiendo sus negocios que rezar. Claro que tiene que atender su negocio
porque como buen administrador debe ser responsable. Sin embargo, muchas veces
olvida que el dueño de la finca, las vacas y de toda su vida es el Señor. Pero
usted nunca se acuerda de hablar con El, de orar ni de rendirle homenaje como
Dios y Rey. Usted se hace, así, enemigo de la cruz de Cristo y la cruz
es su camino a la salvación.
Usted dirá que nunca ha robado. ¿Cómo que no? Acaso no le roba a Dios el
derecho de estar con usted o Su derecho a ser adorado porque usted nunca va a
misa. Usted es un ladrón, porque le ha robado a su esposa el derecho de pasar
más tiempo con usted y a sus hijos el derecho que ellos tienen de ser atendidos
por usted. ¡Claro que es un ladrón! Si usted quiere ser del Señor, tiene que
poner al mundo en su lugar.
Es tan ridícula y absurda la forma en que se maneja la publicidad. Los
anuncios que se ven en los medios de comunicación le aseguran que si usted se
pone esa camisa, será una persona auténtica y feliz; si se pone esos zapatos,
será brillante y elegante; si compra esa marca de carro, será la persona más
realizada. ¡Tonterías! Usted será una persona realizada cuando se convierta a
Cristo, se entregue al Señor y a Su causa y se desarrolle plenamente en el
servicio de un mundo mejor. Se realizará en la medida en que deje atrás lo
superfluo y se entregue a causas que sean auténticas.
En el mundo vivimos engañados, porque creemos que con un par de cositas
seremos mejores y dejamos a un lado a Dios, que es el único importante.
En la carta de San Pablo a los Colosenses, capítulo 2, versículos 9 al
12, hay un texto precioso que nos iluminará más sobre el significado de la cruz,
que es el único y verdadero camino para alcanzar la salvación.
"Porque toda la plenitud de Dios se encuentra visiblemente en
Cristo, y en El Dios los hace experimentar todo su poder pues Cristo es cabeza
de todos los seres espirituales que tienen poder y autoridad. En El, también,
ustedes han sido circuncidados, no con una circuncisión hecha por los hombres,
sino por la circuncisión hecha por Dios al unirlos a Cristo y despojarlos de su
naturaleza pecadora. Al ser bautizados, ustedes fueron sepultados con Cristo, y
fueron también resucitados con El, porque creyeron en el poder de Dios, que lo
resucitó."
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