MUERTE DE JESUS
Según
el testimonio concordante de los cuatro evangelios, Jesús murió un viernes, según Jn 1.9,14.31a.42 el
14 de nisán (parasceve de la passah), según Mc 15,42 par. el 15
de nisán (el mismo día de la passah). No es posible armonizar la disparidad
de estos datos. El intento por resolver el problema recurriendo a un doble
calendario (Jaubert) puede considerarse fracasado. Aún teniendo bien en
cuenta los argumentos de los sinópticos, la mayoría de los exegetas se inclinan
por la cronología joanea, aunque tienen que contentarse con el año 30 como
fecha meramente aproximativa. Según Mc 15,34 par. la muerte se produjo en la hora nona y, en todo caso, no mucho
después de la crucifixión (Mc 15,25: tres
horas; Jn 19,14: seis horas).
Como causa de la muerte se proponen, además de un agotamiento generalizado
(cf Simón de Cirene), la asfixia y la
perdida de sangre a consecuencia de la flagelación y la sujeción a la cruz con
clavos, todo lo cual habría producido un rápido colapso. Los evangelios, que son
los únicos testigos, describen la muerte con verbos y giros en parte poco
usuales, pero con una significación inequívoca (Mc 15,37.39 par. Lc: <expiró>; Mt 27,50: <exhala el aliento vital> o Jn 19,30:
<entrego el espíritu>. De las
siete palabras en la cruz (Mc 5,34 par. Mt; Lc 23,34.43.46; Jn 19,26s.28.30),
la que reclama la más alta probabilidad, justamente por su dureza, es la del
<grito de abandono> del Sal 22
(Mc 15,34, palabras de Jesús en la cruz). Los evangelistas tienen especial interés en
insistir en el hecho de que la muerte fue real, con la mirada puesta, no en
último término, en las tempranas dudas y los intentos por negarla (cf. la
hipótesis del robo en Mt 27,64; cf. Jn 20,3). No están exentas de propósitos
apologéticos, entre otras, las escenas de la perforación del costado de Jesús
con una lanza. (Jn 19,31-37), el diálogo del centurión con Pilato sobre la
rapidez con que se .produjo el fallecimiento (Mc 15,44s.), la
sepultura con testigos oculares (MC 15,47 par.) en un sepulcro bien localizado
y destinado a una sola persona (Mc 15,46 par.; Jn 19,41); cf la insistencia en
la sepultura en la antigua confesión
de fe de 1 Car 1.5,3s.; la custodia del sepulcro con guardias (Mt 27,62-66).
Fueron testigos históricamente fiables según los cuatro evangelios algunas mujeres de Galilea conocidas por sus
nombres, aunque solo pudieron verlo <desde
lejos> (Mc 15,40s. par.; Jn 19,25ss.). Es discutido recurso a la sábana
santa de Turín. La muerte de Jesús nunca aparece en el Nuevo Testamento
descrita solo en sus factores externos, sino siempre vinculada a su
significación salvífica de perdón de los pecados y reconciliación con Dios (expiación). Tienen función
interpretativa en los sinópticos el eclipse de sol (Mc 15,33 par.), el
desgarramiento del velo del templo (Mc 15,38 par.) y la resurrección de muertos
(Mt 27,52s.). Son asimismo esquemas de interpretación, sobre todo en las cartas
paulinas, las referencias al culto sacrificial veterotestamentario (Lv 1-7), a la
liturgia del Día de la Expiación (Lv 16), a la teología martirial (1 Mac 6s.) y al canto del Siervo de Yahveh (Is 5:3). Existe abundante
controversia en torno a la pregunta de la interpretación que el Mismo Jesús
daba su muerte (Mc 10,45; 14,24).
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Bibliografía: A. JAUBERT, La date de la Cène, P 1957; J. BLINZLER, Der Prozess Jesu, Rb 41969
(trad. castellana: El proceso de Jesús, Ma 1968); K. KERTELGE (dir.); Der Tod
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BÖSEN, Der letzte Tag des Jesus von Nazaret, Fr 31995; CH. COHN, Der
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Gesu come espiazione: La concezione paulina Cinisello Balsam° 2007,
Willibald Bösen
Diccionario Enciclopédico de
Exégesis y Teología Bíblica
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