viernes, 11 de septiembre de 2015

SÍNTESIS DEL EVANGELIO

Síntesis del Evangelio

San Pablo resumía el Evangelio como la predicación de la cruz (1 Cor 1,17-18). Por eso el Santo Padre y los grandes misioneros han predicado el Evangelio con el crucifijo en la mano: "Así mientras los judíos piden milagros y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos (porque para ellos era un símbolo maldito) necedad para los gentiles (porque para ellos era señal de fracaso), mas para los llamados un Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios" (1Cor 23-24).
Hoy hay muchos católicos que, como los discípulos de Emaús, se van de la Iglesia porque creen que la cruz es derrota. A todos ellos Jesús les sale al encuentro y les dice: ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria? Lee: Lucas 24, 25-26. La cruz es pues el camino a la gloria, el camino a la luz. El que rechaza la cruz no sigue a Jesús. Lee: Mateo 16, 24
Nuestra razón, dirá Juan Pablo II, nunca va a poder vaciar el misterio de amor que la cruz representa, pero la cruz sí nos puede dar la respuesta última que todos los seres humanos buscamos: «No es la sabiduría de las palabras, sino la Palabra de la Sabiduría lo que San Pablo pone como criterio de verdad, y a la vez, de salvación» (JP II, Fides et ratio, 23).





VIVIR SEGÚN LA CRUZ


La Cruz como todo gesto simbólico, todo signo, pueden ayudarnos a entrar en comunión con lo que simboliza y significa, que es los importante. Pero también puede ser un peligro si nos quedamos en la pura exterioridad. Cuando un signo se convierte en gesto ritual y rutinario, ya no significa nada ni nos conduce a nada.

Por tanto, cuando hacemos la señal de la cruz sobre nosotros mismos, si no lo hacemos con la fe debida, puede convertirse en un gesto mecánico que no nos dice nada y que no parece indicar que comporte una auténtica fe en su significado.

Al colocar una cruz en nuestra casa, o cuando hacemos la señal de la cruz al empezar la Eucaristía o al recibir la bendición final, deberíamos dar a nuestro gesto su auténtico sentido y  gloriándonos en la Cruz de Nuestro Señor Jesús”. La cruz debe ser un signo de nuestra alegría por sentirnos salvados por Cristo, dejándonos abarcar, consagrar y bendecir por ella.

San Pablo en su carta a los Gálatas 6:14 nos dice: “Pero lejos esté de mí el gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien el mundo me ha sido crucificado a mí y yo al mundo”. Más aún, la señal de la cruz debe ser un compromiso, porque la Cruz es el mejor símbolo del estilo de vida que Cristo nos enseñó y que nos invita a recorrer: “Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame (Mateo 16:24).

Hemos reconocer en la Cruz todo su contenido, para que no sea un símbolo vacío, y entonces sí será un signo que continuamente nos alimente la fe y el estilo de vida que Jesús nos enseñó.



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