LAS
ENSEÑANZAS DE LA CRUZ
Nos
enseña quiénes somos
La cruz, con sus dos
maderos, nos enseña quiénes somos y cuál es nuestra dignidad: el madero
horizontal nos muestra el sentido de nuestro caminar, al que Jesucristo se ha
unido haciéndose igual a nosotros en todo, excepto en el pecado. ¡Somos
hermanos del Señor Jesús, hijos de un mismo Padre en el Espíritu! El madero que
soportó los brazos abiertos del Señor nos enseña a amar a nuestros hermanos
como a nosotros mismos.
Y el madero vertical nos enseña cuál es nuestro destino eterno. No
tenemos morada acá en la tierra, caminamos hacia la vida eterna. Todos tenemos
un mismo origen: la Trinidad que nos ha creado por amor. Y un destino común: el
cielo, la vida eterna. La cruz nos
enseña cuál es nuestra real identidad.
LAS
LLAGAS DE CRISTO EN LA CRUZ
Fuerza
de Dios
"Porque la predicación de la cruz es locura para los que se pierden... pero es fuerza de Dios
para los que se salvan" (1 Cor 1, 18),
Como el centurión que reconoció el poder de Cristo crucificado. Él
ve la cruz y confiesa un trono; ve una corona de espinas y reconoce a un rey;
ve a un hombre clavado de pies y manos e invoca a un salvador.
Por eso el Señor resucitado no borró de su cuerpo las llagas de la
cruz, sino las mostró como señal de su victoria. Lee: Juan 20, 24-29.
La señal de la Cruz
de los cristianos
Los cristianos, con frecuencia, hacemos con la mano
la señal de la cruz sobre
nuestras personas. O nos la hacen otros, como en el caso del bautismo o de
las bendiciones.
Al principio parece que era costumbre hacerla sólo
sobre la frente. Luego se extendió poco a poco a lo que hoy conocemos: o
hacer la gran cruz sobre
nosotros mismos (desde la frente al pecho y desde el hombro izquierdo al
derecho) o bien la triple cruz
pequeña, en la frente, en la boca y el pecho, como en el caso de la
proclamación del evangelio.
Es un gesto sencillo, pero lleno de significado.
Esta señal de la Cruz es una
verdadera confesión de nuestra fe: Dios nos ha salvado en la Cruz de Cristo. Es un signo de
pertenencia, de posesión: al hacer sobre nuestra persona esta señal es
como si dijéramos: "estoy bautizado, pertenezco a Cristo, El es mi
Salvador, la Cruz de Cristo
es el origen y la razón de ser de mi existencia cristiana...".
No hace falta llegar a los estigmas de la cruz en el
propio cuerpo,
como en el caso de algunos Santos. El repetir el gesto nos recuerda que estamos salvados, que Cristo ha tomado posesión de nosotros, que estamos de una vez para siempre bendecidos por la Cruz que Dios ha trazado sobre nosotros.
como en el caso de algunos Santos. El repetir el gesto nos recuerda que estamos salvados, que Cristo ha tomado posesión de nosotros, que estamos de una vez para siempre bendecidos por la Cruz que Dios ha trazado sobre nosotros.
En realidad, el primero que hizo la "señal de la
Cruz" fue el mismo Cristo, que "extendió sus brazos en la
cruz" (Plegaria Eucarística 2ª.), y "sus brazos extendidos
dibujaron entre el cielo y la tierra el signo imborrable de tu
Alianza" (Plegaria Eucarística 1ª. de la Reconciliación)... Si ya en
el Antiguo Testamento se hablaba de los marcados por el signo de la letra
"tau", en forma de cruz
(Ezeq 9,4-6) y el Apocalipsis también nombra la marca que llevan los
elegidos (Apoc 7,3), nosotros, los cristianos, al trazar sobre nuestro
cuerpo el signo de la Cruz nos
confesamos como miembros del nuevo Pueblo, la comunidad de los seguidores
de ese Cristo que desde su Cruz nos
ha salvado.
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