jueves, 10 de septiembre de 2015

LAS ENSEÑANZAS DE LA CRUZ


LAS ENSEÑANZAS DE LA CRUZ
Nos enseña quiénes somos
La cruz, con sus dos maderos, nos enseña quiénes somos y cuál es nuestra dignidad: el madero horizontal nos muestra el sentido de nuestro caminar, al que Jesucristo se ha unido haciéndose igual a nosotros en todo, excepto en el pecado. ¡Somos hermanos del Señor Jesús, hijos de un mismo Padre en el Espíritu! El madero que soportó los brazos abiertos del Señor nos enseña a amar a nuestros hermanos como a nosotros mismos.
Y el madero vertical nos enseña cuál es nuestro destino eterno. No tenemos morada acá en la tierra, caminamos hacia la vida eterna. Todos tenemos un mismo origen: la Trinidad que nos ha creado por amor. Y un destino común: el cielo, la vida eterna. La cruz nos enseña cuál es nuestra real identidad.

LAS LLAGAS DE CRISTO EN LA CRUZ
Fuerza de Dios
"Porque la predicación de la cruz es locura para los que se pierden... pero es fuerza de Dios para los que se salvan" (1 Cor 1, 18),
Como el centurión que reconoció el poder de Cristo crucificado. Él ve la cruz y confiesa un trono; ve una corona de espinas y reconoce a un rey; ve a un hombre clavado de pies y manos e invoca a un salvador.
Por eso el Señor resucitado no borró de su cuerpo las llagas de la cruz, sino las mostró como señal de su victoria. Lee: Juan 20, 24-29.


La señal de la Cruz de los cristianos
Los cristianos, con frecuencia, hacemos con la mano la señal de la cruz sobre nuestras personas. O nos la hacen otros, como en el caso del bautismo o de las bendiciones. 

Al principio parece que era costumbre hacerla sólo sobre la frente. Luego se extendió poco a poco a lo que hoy conocemos: o hacer la gran cruz sobre nosotros mismos (desde la frente al pecho y desde el hombro izquierdo al derecho) o bien la triple cruz pequeña, en la frente, en la boca y el pecho, como en el caso de la proclamación del evangelio. 

Es un gesto sencillo, pero lleno de significado. Esta señal de la Cruz es una verdadera confesión de nuestra fe: Dios nos ha salvado en la Cruz de Cristo. Es un signo de pertenencia, de posesión: al hacer sobre nuestra persona esta señal es como si dijéramos: "estoy bautizado, pertenezco a Cristo, El es mi Salvador, la Cruz de Cristo es el origen y la razón de ser de mi existencia cristiana...". 

No hace falta llegar a los estigmas de la cruz en el propio cuerpo,
como en el caso de algunos Santos. El repetir el gesto nos recuerda que estamos salvados, que Cristo ha tomado posesión de nosotros, que estamos de una vez para siempre bendecidos por la Cruz que Dios ha trazado sobre nosotros. 

En realidad, el primero que hizo la "señal de la Cruz" fue el mismo Cristo, que "extendió sus brazos en la cruz" (Plegaria Eucarística 2ª.), y "sus brazos extendidos dibujaron entre el cielo y la tierra el signo imborrable de tu Alianza" (Plegaria Eucarística 1ª. de la Reconciliación)... Si ya en el Antiguo Testamento se hablaba de los marcados por el signo de la letra "tau", en forma de cruz (Ezeq 9,4-6) y el Apocalipsis también nombra la marca que llevan los elegidos (Apoc 7,3), nosotros, los cristianos, al trazar sobre nuestro cuerpo el signo de la Cruz nos confesamos como miembros del nuevo Pueblo, la comunidad de los seguidores de ese Cristo que desde su Cruz nos ha salvado.



No hay comentarios:

Publicar un comentario