LA CRUZ, SIGNO DEL CRISTIANO
Signo de
nuestra reconciliación
La cruz es signo
de reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con los humanos y con todo el
orden de la creación en medio de un mundo marcado por la ruptura y la falta de
comunión.
La Cruz es el símbolo radical, primordial
para los cristianos: uno de los pocos símbolos universales,
comunes a todas las confesiones.
Durante
los tres primeros siglos parece que no se representó plásticamente la cruz: se preferían las figuras del
Pastor, el pez, el ancla, la paloma...
Fue en el siglo IV cuando la cruz se convirtió, poco a poco, en
el símbolo predilecto para representar a Cristo y su misterio de
salvación.
Desde el sueño del emperador
Constantino, hacia el 312 ("In
hoc signo vinces": con esta señal vencerás), que precedió a su
victoria en el puente Milvio, y el descubrimiento de la verdadera Cruz de Cristo, en Jerusalén, el
año 326, por la madre del mismo emperador, Elena, la atención de los
cristianos hacia la Cruz fue
creciendo. La fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, que celebramos el 14 de septiembre, se conoce ya en
Oriente en el siglo V, y en Roma al menos desde el siglo VII.
Las primeras representaciones pictóricas
o esculturales de la Cruz ofrecen
a un Cristo Glorioso, con larga túnica, con corona real: está en la Cruz, pero es el Vencedor, el
Resucitado. Sólo más tarde, con la espiritualidad de la Edad Media, se le
representará en su estado de sufrimiento y dolor.
En nuestro tiempo es la Cruz, en verdad, un símbolo repetidísimo, en
sus variadas formas:
—la cruz
que preside la celebración, sobre el altar o cerca de él,
—la cruz
procesional que encabeza el rito de entrada en las ocasiones más solemnes, y
parece ser el origen de que luego el lugar de la celebración este presidido
por ella,
—las que colocamos en las habitaciones
de nuestras casas,
—la cruz
pectoral de los Obispos, y el báculo pastoral del Papa, basta recordar el
magnifico báculo de Juan Pablo II, en forma de cruz, heredado de Pablo VI.
—las cruces penitenciales que los "nazarenos" portan sobre
sus espaldas en la procesiones de Semana Santa,
—la cruz
como adorno y hasta como joya que muchas personas llevan al cuello,
—y las variadas formas
de "señal de la cruz" que
trazamos sobre las personas y las cosas (en forma de bendición) o sobre
nosotros mismos en momentos tan significativos
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