jueves, 13 de agosto de 2015

Cap. IX


INTRODUCCIÓN al Cap.  IX :

Y cuando vibra el quinto Centro, las formas del pensamiento, aquellas entidades creadas por el hombre y que radican en el sistema nervioso, comienzan a aguijonear con el remordimiento a aquél que los creó.
Las vibraciones del sexto Centro Frontal, <iglesia de Filadelfia> ataca al eje del cerebro espinal y desata los cuatro ángeles solares que gobiernan el río Éufrates o el cordón del mismo sistema, para conquistar los <flujos> trabajadores en el interior del sexo, el número del ejército liberado representa los poderes del Cristo, que domina y aniquila los <reflujos> destructores de la armonía.

Cap. IX

9:1 El quinto ángel (del Centro Energético Sexual, iglesia de Esmirna) tocó la trompeta (vocalizó la letra quinta), y vi una estrella (la imaginación) que cayó del cielo (cabeza) en la tierra (en el bajo vientre o infierno); y se le dio la llave del pozo del abismo (la llave del infierno que es el pensamiento).

9:2 Y abrió el pozo del abismo (del bajo vientre por el pensamiento) y subió humo (del fuego del sexo) del pozo como el humo de un gran horno (y penetró en el sistema nervioso); y se obscureció el sol (el entendimiento) y el aire (pensamiento) por el humo del pozo (ardor libertino del sexo).

9:3 Y del humo (libertino) salieron langostas (entidades creadas por el libertinaje) sobre la tierra (el cuerpo físico); y se les dio poder, como tienen potestad los escorpiones de la tierra (para aguijonear, envenenar y atormentar).

9:4 Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra (a la percepción), ni a cosa verde alguna (ni a los sentimientos que mantienen vivo el deseo del hombre), ni a ningún árbol ( de los pensamientos), sino solamente a los hombres que no tienen la señal de Dios en sus frentes (aquellos que sus cerebros se convirtieron en instrumentos de sus bajas pasiones).

9:5 Y les fue dado (a aquellas entidades creadas durante el acto lujurioso), que no los matasen, sino que los atormentasen cinco meses (cinco ciclos que se relacionan con los cinco sentidos del hombre. El ser que se entrega a sus bajas pasiones será atormentado por aquellas entidades que ha criado durante la satisfacción de su placer. Estas criaturas demoníacas castigan al hombre por medio de sus cinco sentidos astrales. El hombre durante el pensamiento y el acto aspira <flujos> afines a sus pensamientos. El hombre que no lleva el sello de Dios, el que no forma por el pensamiento y la aspiración una aura pura y limpia, atrae a su cuerpo de deseos aquellas entidades que le causan el suplicio de Tántalo. Los elementarios bajos del cielo le convierten en neurasténico y muy sensible al dolor. Los del fuego le comunican el apasionamiento y la fogosidad; las entidades del aire le hacen inquieto, impetuoso. Los del agua le comunican la crueldad y los de la tierra le vuelven egoísta y ambicioso. Todos esos vicios le encadenan en el bajo plano del mundo del deseo, que es el verdadero infierno durante los cinco ciclos o meses, hasta sufrir la horrible segunda muerte de su segundo cuerpo de deseos) y su tormento (de las entidades) era como tormento de escorpión, cuando hieren al hombre.

9:6 Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte (el aniquilamiento para no sufrir el ardor de las pasiones unido al remordimiento),  pero no la hallaran; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.

9:7 El aspecto de las langostas (entidades astrales o formas del pensamiento) era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro (poder destructor o de castigo); sus caras eran como caras humanas (Estas formas del pensamiento están visibles al ojo del clarividente. Cada pensamiento determina el color. La naturaleza del pensamiento determina la precisión de los contornos. Todo pensamiento emanado vuelve al pensador para recompensarle o castigarle según sus intenciones);
9:8 tenían cabellos (emanaciones áuricas) como cabellos de mujer; sus dientes eran como de leones (prestos para clavarlos en su victima o en el ser que los ha creado o emanado);
9:9 tenían corazas (bien precisas en sus contornos por la premeditación) como corazas de hierro; el ruido de sus alas (pensamientos) era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla;
9:10 tenían colas como, de escorpiones (para clavarlas en su propio creador) tenían colas aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses (o atormentar a los cinco sentidos sin aniquilarlos como en las leyendas de Sísifo, de Tántalo y de Prometeo).

9:11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo (el Enemigo Secreto o demonio que es el conjunto de los hechos maléficos y brutales del hombre. Este enemigo reside en la base de la espina dorsal y rige a todos los <reflujos> o ángeles de la tinieblas), cuyo nombre en hebreo es Abadón (Aba: padre; addon = destrucción, o matador de los sentidos profanados por las pasiones de la carne) y en griego, Apolión.

9:12 El primer ¡Ay! es pasado (el primer tormento terminó): he aquí vienen aún dos ¡ay! después de esto.

9:13 El sexto ángel (regente del Centro Vital) tocó la trompeta (respondió a la vocalización de la seta vocal), y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar (de las cuatro divinidades o cuatro poderes de la Mente Superior) de oro (del sol o luz) que estaba delante de Dios,
9:14 diciendo el sexto ángel que tenia la trompeta: Desata los cuatro ángeles (Centros Energéticos = Básico, Sexual, Solar, Cardiaco, divinidades <flujos> que rigen las cuatro modalidades de la vida) que están atados junto al gran rio Éufrates (la espina dorsal o cerebro espinal).

9:15 Y fueron desatados los cuatro ángeles (divinidades <reflujos> solares) que estaban preparados (en la espina dorsal o el Rio Éufrates) para la hora, y día, y mes y año, a fin matar la tercera parte de los hombres (el primer ¡Ay! quema y mata las sensaciones bajas, el segundo ¡Ay! aniquila lo falso, lo vil y las supersticiones de la mente carnal que están dominando al mundo mental inferior de los hombres).

9:16 Y el número de los ejércitos de los jinetes (bajo el comando de las cuatro divinidades) era doscientos millones (de las ilimitadas formas creadas por el pensamiento humano). Y oí su número.

9:17 Así vi en visión los caballos (deseos) y a sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego (pasión), de zafiro y de azufre (las entidades <reflujos> tenían los aspectos o caracteres asfixiantes y aniquiladores). y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones (feroces formas); y de su boca salía fuego, humo y azufre (para quemar los poderes intelectuales y pensamientos formas inferiores).

9:18 Por estas tres plagas fue muerta la tercera parte de los hombres (de los pensamientos que los crearon, porque el pensamiento es el hombre); por el fuego (el ardor de la ira), el humo (del oscurantismo y la ignorancia) y del azufre (las supersticiones) que salían de la boca de ellos.

9:19 Pues el poder de los caballos estaba en su boca (el deseo que emanaba fuego, humo y azufre) y en sus colas (que envenenaban); porque sus colas, semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas dañaban (aguijonean con el remordimiento a aquél que las creó).

9:20 Y los otros hombres (de pensamientos tenaces) que no fueron muertos con estas plagas, ni aún así se arrepintieron de las obras de sus manos (o la creación de nuevas formas dañinas de sus pensamientos), ni dejaron de adorar a los demonios (entidades pasionales de las tinieblas), y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar (porque estos pensamientos idólatras de la mente carnal piden las posesiones materiales y no buscan el oro del espíritu que es la Sabiduría);
9:21 y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos (están como sordos y ciegos).


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