INTRODUCCIÓN
al Cap. IX :
Y cuando vibra el quinto Centro, las formas del
pensamiento, aquellas entidades creadas por el hombre y que radican en el
sistema nervioso, comienzan a aguijonear con el remordimiento a aquél que los
creó.
Las vibraciones del sexto Centro Frontal, <iglesia
de Filadelfia> ataca al eje del cerebro espinal y desata los cuatro ángeles
solares que gobiernan el río Éufrates o el cordón del mismo sistema, para
conquistar los <flujos> trabajadores en el interior del sexo, el número
del ejército liberado representa los poderes del Cristo, que domina y aniquila
los <reflujos> destructores de la armonía.
Cap. IX
9:1 El quinto ángel (del Centro Energético Sexual, iglesia de Esmirna) tocó la trompeta (vocalizó la letra quinta),
y vi una estrella (la imaginación) que cayó del cielo (cabeza) en la tierra (en el bajo vientre o
infierno); y se le dio la llave del pozo
del abismo (la llave del infierno que es el pensamiento).
9:2 Y abrió el pozo del abismo (del bajo vientre por el pensamiento) y subió humo (del fuego del sexo) del pozo como el humo de un gran horno
(y penetró en el sistema nervioso); y se
obscureció el sol (el entendimiento) y
el aire (pensamiento) por el humo
del pozo (ardor libertino del sexo).
9:3 Y del humo (libertino) salieron
langostas (entidades creadas por el libertinaje) sobre la tierra (el cuerpo físico); y se les dio poder, como tienen potestad los escorpiones de la tierra (para
aguijonear, envenenar y atormentar).
9:4 Y se les mandó que no dañasen a la
hierba de la tierra (a la
percepción), ni a cosa verde alguna
(ni a los sentimientos que mantienen vivo el deseo del hombre), ni a ningún árbol ( de los
pensamientos), sino solamente a los
hombres que no tienen la señal de Dios en sus frentes (aquellos que sus
cerebros se convirtieron en instrumentos de sus bajas pasiones).
9:5 Y les fue dado (a aquellas entidades creadas durante el acto
lujurioso), que no los matasen, sino que
los atormentasen cinco meses (cinco ciclos que se relacionan con los cinco
sentidos del hombre. El ser que se entrega a sus bajas pasiones será
atormentado por aquellas entidades que ha criado durante la satisfacción de su
placer. Estas criaturas demoníacas castigan al hombre por medio de sus cinco
sentidos astrales. El hombre durante el pensamiento y el acto aspira
<flujos> afines a sus pensamientos. El hombre que no lleva el sello de
Dios, el que no forma por el pensamiento y la aspiración una aura pura y
limpia, atrae a su cuerpo de deseos aquellas entidades que le causan el
suplicio de Tántalo. Los elementarios bajos del cielo le convierten en
neurasténico y muy sensible al dolor. Los del fuego le comunican el
apasionamiento y la fogosidad; las entidades del aire le hacen inquieto,
impetuoso. Los del agua le comunican la crueldad y los de la tierra le vuelven
egoísta y ambicioso. Todos esos vicios le encadenan en el bajo plano del mundo
del deseo, que es el verdadero infierno durante los cinco ciclos o meses, hasta
sufrir la horrible segunda muerte de su segundo cuerpo de deseos) y su tormento (de las entidades) era como tormento de escorpión, cuando
hieren al hombre.
9:6 Y en aquellos días los hombres buscarán
la muerte (el aniquilamiento para no
sufrir el ardor de las pasiones unido al remordimiento), pero
no la hallaran; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.
9:7 El aspecto de las langostas (entidades astrales o formas del pensamiento) era semejante a caballos preparados para la
guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro (poder destructor o de
castigo); sus caras eran como caras
humanas (Estas formas del pensamiento están visibles al ojo del
clarividente. Cada pensamiento determina el color. La naturaleza del
pensamiento determina la precisión de los contornos. Todo pensamiento emanado
vuelve al pensador para recompensarle o castigarle según sus intenciones);
9:8 tenían cabellos (emanaciones áuricas) como cabellos de mujer; sus dientes eran como de leones (prestos
para clavarlos en su victima o en el ser que los ha creado o emanado);
9:9 tenían corazas (bien precisas en sus contornos por la premeditación)
como corazas de hierro; el ruido de sus
alas (pensamientos) era como el
estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla;
9:10 tenían colas como, de escorpiones (para clavarlas en su propio creador) tenían colas aguijones; y en sus colas
tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses (o atormentar a
los cinco sentidos sin aniquilarlos como en las leyendas de Sísifo, de Tántalo
y de Prometeo).
9:11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel
del abismo (el Enemigo Secreto o
demonio que es el conjunto de los hechos maléficos y brutales del hombre. Este
enemigo reside en la base de la espina dorsal y rige a todos los
<reflujos> o ángeles de la tinieblas), cuyo nombre en hebreo es Abadón (Aba: padre; addon = destrucción, o
matador de los sentidos profanados por las pasiones de la carne) y en griego, Apolión.
9:12 El primer ¡Ay! es pasado (el primer tormento terminó): he aquí vienen aún dos ¡ay! después de esto.
9:13 El sexto ángel (regente del Centro Vital) tocó la trompeta (respondió a la vocalización de la seta vocal), y oí una voz de entre los cuatro cuernos
del altar (de las cuatro divinidades o cuatro poderes de la Mente Superior)
de oro (del sol o luz) que estaba delante de Dios,
9:14 diciendo el sexto ángel que tenia la
trompeta: Desata los cuatro ángeles
(Centros Energéticos = Básico, Sexual, Solar, Cardiaco, divinidades
<flujos> que rigen las cuatro modalidades de la vida) que están atados junto al gran rio Éufrates
(la espina dorsal o cerebro espinal).
9:15 Y fueron desatados los cuatro ángeles (divinidades <reflujos> solares) que estaban preparados (en la espina
dorsal o el Rio Éufrates) para la hora,
y día, y mes y año, a fin matar la tercera parte de los hombres (el primer
¡Ay! quema y mata las sensaciones bajas, el segundo ¡Ay! aniquila lo falso, lo
vil y las supersticiones de la mente carnal que están dominando al mundo mental
inferior de los hombres).
9:16 Y el número de los ejércitos de los
jinetes (bajo el comando de las cuatro
divinidades) era doscientos millones
(de las ilimitadas formas creadas por el pensamiento humano). Y oí su número.
9:17 Así vi en visión los caballos (deseos) y a
sus jinetes, los cuales tenían corazas de fuego (pasión), de zafiro y de azufre (las entidades
<reflujos> tenían los aspectos o caracteres asfixiantes y aniquiladores).
y las cabezas de los caballos eran como
cabezas de leones (feroces formas); y
de su boca salía fuego, humo y azufre (para quemar los poderes
intelectuales y pensamientos formas inferiores).
9:18 Por estas tres plagas fue muerta la
tercera parte de los hombres (de los
pensamientos que los crearon, porque el pensamiento es el hombre); por el fuego (el ardor de la ira), el humo (del oscurantismo y la
ignorancia) y del azufre (las
supersticiones) que salían de la boca de
ellos.
9:19 Pues el poder de los caballos estaba en
su boca (el deseo que emanaba fuego,
humo y azufre) y en sus colas (que
envenenaban); porque sus colas,
semejantes a serpientes, tenían cabezas, y con ellas dañaban (aguijonean
con el remordimiento a aquél que las creó).
9:20 Y los otros hombres (de pensamientos tenaces) que no fueron muertos con estas plagas, ni aún así se arrepintieron de
las obras de sus manos (o la creación de nuevas formas dañinas de sus
pensamientos), ni dejaron de adorar a
los demonios (entidades pasionales de las tinieblas), y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera,
las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar (porque estos pensamientos
idólatras de la mente carnal piden las posesiones materiales y no buscan el oro
del espíritu que es la Sabiduría);
9:21 y no se arrepintieron de sus
homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos (están como sordos y ciegos).
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