sábado, 8 de agosto de 2015

INTRODUCCION

 

INTRODUCCIÓN

Las dos obras: Evangelio y Apocalipsis, nos dan la interpretación del “Cristo Místico” representado por Jesús, el Logo Solar que nos señala la verdad de la vida y la única senda de la vida eterna. El nos da la clave del conocimiento Divino que está oculto, encerrado y clausurado en la mismísima Naturaleza del hombre. Esta Ciencia Sagrada y espiritual es ignorada por el hombre; pero él mismo debe y puede develar sus arcanos para poder volver al Edén de donde fue expulsado por sus propios hechos, y sus propios deseos.
Pero para que el lector pueda descifrar estos arcanos, debemos develar al hombre, “debemos conocernos a nosotros mismos”, espiritual y físicamente, antes de develar el Apocalipsis.
El mundo: el Macro y el Microcosmos: el Universo y el hombre están compuestos de energías o flujos <energías> inteligentes, diversas e infinitas.
El hombre en su cuerpo es la miniatura del Cosmos: Todo lo que está arriba es igual a lo que está abajo; y todo lo que está en el Macrocosmo lo contiene el Microcosmos: el hombre.
El mundo de las inteligencias divinas, flujos y diversas, es el mundo interno del hombre y el mundo interno de la naturaleza.
El cuerpo es la emanación de estas inteligencias que residen en todos sus centros.
No existe mal ni bien, sino en el pensamiento del hombre.
Todo ser aspira y respira; pero el hombre aspira, respira y piensa.
En el pensamiento se halla lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo; cuando llega el hombre a distinguir entre los dos y a desintegrar a los dos para seguir la Ley Divina, se convierte en Hijo de Dios.
El flujos es una inteligencia viva que rodea el pensamiento, esperando la aspiración y la respiración para penetrar en él.
Los flujos son ángeles inteligentes y poderosos que tienen, como el hombre, sus jerarquías, pero en el hombre obedecen a sus pensamientos y aspiraciones.
El hombre que aspira y concentra, abre un camino directo a su objeto.
La Iniciación significa ir dentro en busca del Cristo, impulso que es el iniciador de toda sabiduría; pero los flujos ángeles que residen en el mundo interno del hombre son como archivos, dueños de esta sabiduría.
El hombre aspira y respira flujos afines a sus pensamientos: pensar y aspirar la belleza, es adquirir belleza; aspirar, concentrar y respirar flujos de luz, es conducirnos a la iluminación.
El objeto de la Iniciación del Apocalipsis, en nuestra nueva edad, es liberar nuestros sentidos de la esclavitud de nuestros flujos inferiores creados por nosotros, para lograr la conquista de nosotros mismos, como lo ha hecho el “Cordero”.
El hombre, según los sabios es un Reino completo y perfecto y según el Apocalipsis es una Ciudad: para comprender estas alegorías tenemos que descifrarlas claramente, en lo físico y en lo espiritual, por medio de comparaciones.
Comenzamos por el Reino Físico: el hombre como mundo pequeño, “Microcosmos”, es comparado a la ciudad capital rodeada de una fuerte y compacta muralla: la piel.

Tiene fuertes cimientos:                El esqueleto, los huesos.
Elegantes edificios:                       La carne y los músculos.
Calles simétricas:                          Las arterias.
Casas comerciales:                        Fuerzas receptoras y emisoras.
Muchos habitantes:                       Átomos o flujos.
Caminos trazados:                         Sistemas circulatorios.
Comercios abiertos:                       Experiencia.
Fábricas industriales:                     Fuerzas para el crecimiento.
Tiene un rey:                                  La fuerza pensadora en el cerebro central.
Un correo:                                      La imaginación en la frente.
Unos noticieros:                             Los cinco sentidos.
Un cajero:                                       La memoria (el subconsciente).                                                        Un traductor:                          El Verbo, en la lengua                                                        Un anotador:                          La mano.                                                                            En la ciudad hay habitantes   Flujos                                                                              Malos y buenos:                     Los defectos y las cualidades.

Los trabajadores de estas fuerzas son 7: la atracción, la afinidad, la retención, la digestión, la repulsión, el crecimiento, la nutrición y la visualización
Cuando la razón es fuerte, todas las dependencias del alma la obedecen.
Como no hay igualdad en las Criaturas de Dios, las fuerzas del alma tienen jerarquías que obedecen a las superiores y rigen a lo inferior: la pasión es dominada por la cólera; la cólera tiene que obedecer a la Razón y la Razón debe ser iluminada por la Luz de la Gran Ley, para conservar el equilibrio y que no reine la confusión.
Así como en toda ciudad hay gente mala y buena, en el alma humana hay defectos y cualidades. Los defectos y vicios son los instintos viles, las pasiones, la ambición, los cuales buscan el desequilibrio y van contra la razón; mientras que las virtudes son el dominio personal, el altruismo y el amor que buscan la paz y el equilibrio. El Rey o la Razón debe desoír a los malos y atender a los buenos.
La apertura sucesiva de los sellos del libro apocalíptico es la apertura de los centros energéticos del cuerpo que se efectúa por medio de la Energía Creadora
, la que al presionar desde el Sacro para arriba, forma el canal en la columna vertebral de nuestro templo individual.
Cuando comienza a presionar la Energía del Espíritu Santo en el hombre, éste irradia varios rayos que son atributos del Yo Soy.
Cuando presiona sobre el primer sello el Yo Soy nos envía las corrientes de energía en forma de calor, sonido y luz, mientras que el enemigo secreto llamado Bestia, con su serpiente y dragón, trata de llenar esas corrientes de confusiones, inarmonía y humo.
El “vapor” que se levanta del semen es el que destapa los sellos apocalípticos y da al hombre el poder de la realización; pero si se dirige este vapor hacia la tierra produce y causa las plagas desatadas por los siete ángeles regentes de los sellos.
Esta Energía ascendente infunde en el hombre los ideales del alma del mundo y abre en él los canales de la Divinidad, limpiando de su mundo interno los flujos destructores que moran en sus sentidos inferiores, y así podrá conocer o mejor dicho sentir a su Íntimo Dios y convertirse en Ciudad Santa descendida del cielo.

Abierto el primer sello del corazón, o la puerta de entrada al mundo interno, el iniciado obtiene un cerebro poderoso y sensible para captar las enseñanzas escritas en el sistema simpático, entonces ya puede reconstruir su pasado y recibir la actividad del Yo Soy para salvar a sus flujos y a los demás y “le será dada una corona, y saldrá victorioso, para que también venciere”.

Abierto el segundo sello umbilical y encendido este candelabro despierta en el iniciado la prudencia; las facultades y el talento del hombre descubren los fenómenos de la Naturaleza y obtiene el dominio sobre las ilusiones que entonces “se matan las unos a las otros”.
La apertura del tercer sello, el Esplénico, otorga la salud, el crecimiento y el equilibrio en el sistema nervioso. Sus atributos son el consejo, la justicia y la caridad; por eso tenía “un peso en su mano” que regula el proceso vital y elabora en la mente ideas sanas, armonía en el cuerpo, alma y espíritu, etc.
La apertura del centro fundamental da la fortaleza, vigoriza el ánimo, estimula el sistema nervioso, revive el entusiasmo de todos aquellos flujos para barrer la cuarta parte de los reflujos que incitaban a la lujuria y revivir los que esperaban la apertura de los sellos para levantarse a la conquista y el dominio sobre los elementos de la tierra.
Cuando se abre el sello Laríngeo se abre la puerta de la Liberación porque otorga el entendimiento, la esperanza y la generosidad. Despierta ocho facultades latentes o dormidas que son: 1°. El odio a lo ilógico; 2°. La resolución; 3°. La veracidad al hablar; 4°. El obrar correctamente; 5°. La armonía en el vivir; 6°. El esfuerzo para la superación; 7°. El provecho de la experiencia, y 8°. El poder de estudiar la naturaleza interna oyendo siempre la voz del silencio.
El sexto sello abierto despierta la inteligencia, el discernimiento y su atributo es la clarividencia, “Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra” o las ideas del intelecto ante la clarividencia se caen por erróneas y falsas. La Energía Vital produce en él el respeto, la templanza y la abstinencia; en él reside el ser pensante; despierta ideas de dignidad, grandeza, veneración y sentimientos delicados. Su despertar otorga la evolución espiritual y el dominio del espíritu sobre la materia.
Antes de abrir el séptimo sello llamado “Loto de mil Pétalos” el iniciado debe despertar “Las doce facultades del espíritu”, representadas por las doce tribus de Israel y los doce discípulos de Jesús que son la doce glándulas endocrinas. El despertar de estas facultades pertenece también a la iniciación interna y consiste en la pureza de la aspiración, de la inspiración y del pensamiento.

Los Vedas dicen:
En el hombre existen ocho regiones habitadas por los ocho hijos del fuego Divino y son las siguientes:
1)      Entre ambos hemisferios cerebrales.
2)      En la glándula hipófisis.
3)      En la Tiroides.
4)      En las Parótidas.
5)      En el Timo.
6)      En las suprarrenales
7)      En el Páncreas.
8)      En las glándula sexuales.

También el Reino del Cielo tiene ocho grados que corresponden a los ocho esfuerzos realizados por el Iniciado, para equilibrar la secreción de las glándula internas, equilibrio que la prepara para ser llenas o plenas de Dios.

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