INTRODUCCIÓN
Las dos
obras: Evangelio y Apocalipsis, nos dan la interpretación del “Cristo Místico” representado
por Jesús, el Logo Solar que nos señala la verdad de la vida y la única senda
de la vida eterna. El nos da la clave del conocimiento Divino que está oculto,
encerrado y clausurado en la mismísima Naturaleza del hombre. Esta Ciencia
Sagrada y espiritual es ignorada por el hombre; pero él mismo debe y puede
develar sus arcanos para poder volver al Edén de donde fue expulsado por sus
propios hechos, y sus propios deseos.
Pero para
que el lector pueda descifrar estos arcanos, debemos develar al hombre,
“debemos conocernos a nosotros mismos”, espiritual y físicamente, antes de
develar el Apocalipsis.
El mundo: el
Macro y el Microcosmos: el Universo y el hombre están compuestos de energías o
flujos <energías> inteligentes, diversas e infinitas.
El hombre en
su cuerpo es la miniatura del Cosmos: Todo lo que está arriba es igual a lo que
está abajo; y todo lo que está en el Macrocosmo lo contiene el Microcosmos: el
hombre.
El mundo de
las inteligencias divinas, flujos y diversas, es el mundo interno del hombre y
el mundo interno de la naturaleza.
El cuerpo es
la emanación de estas inteligencias que residen en todos sus centros.
No existe
mal ni bien, sino en el pensamiento del hombre.
Todo ser
aspira y respira; pero el hombre aspira, respira y piensa.
En el
pensamiento se halla lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo; cuando llega
el hombre a distinguir entre los dos y a desintegrar a los dos para seguir la
Ley Divina, se convierte en Hijo de Dios.
El flujos es
una inteligencia viva que rodea el pensamiento, esperando la aspiración y la
respiración para penetrar en él.
Los flujos
son ángeles inteligentes y poderosos que tienen, como el hombre, sus
jerarquías, pero en el hombre obedecen a sus pensamientos y aspiraciones.
El hombre
que aspira y concentra, abre un camino directo a su objeto.
La
Iniciación significa ir dentro en busca del Cristo, impulso que es el iniciador
de toda sabiduría; pero los flujos ángeles que residen en el mundo interno del
hombre son como archivos, dueños de esta sabiduría.
El hombre
aspira y respira flujos afines a sus pensamientos: pensar y aspirar la belleza,
es adquirir belleza; aspirar, concentrar y respirar flujos de luz, es
conducirnos a la iluminación.
El objeto de
la Iniciación del Apocalipsis, en nuestra nueva edad, es liberar nuestros
sentidos de la esclavitud de nuestros flujos inferiores creados por nosotros,
para lograr la conquista de nosotros mismos, como lo ha hecho el “Cordero”.
El hombre,
según los sabios es un Reino completo y perfecto y según el Apocalipsis es una
Ciudad: para comprender estas alegorías tenemos que descifrarlas claramente, en
lo físico y en lo espiritual, por medio de comparaciones.
Comenzamos
por el Reino Físico: el hombre como mundo pequeño, “Microcosmos”, es comparado
a la ciudad capital rodeada de una fuerte y compacta muralla: la piel.
Tiene
fuertes cimientos: El
esqueleto, los huesos.
Elegantes
edificios: La carne
y los músculos.
Calles simétricas: Las
arterias.
Casas comerciales: Fuerzas receptoras y emisoras.
Muchos habitantes: Átomos
o flujos.
Caminos trazados: Sistemas
circulatorios.
Comercios abiertos: Experiencia.
Fábricas
industriales: Fuerzas
para el crecimiento.
Tiene un rey: La fuerza pensadora en el cerebro
central.
Un correo: La
imaginación en la frente.
Unos noticieros: Los cinco sentidos.
Un
cajero: La
memoria (el subconsciente). Un
traductor: El
Verbo, en la lengua Un
anotador: La
mano. En la ciudad hay habitantes Flujos Malos
y buenos: Los
defectos y las cualidades.
Los
trabajadores de estas fuerzas son 7: la atracción, la afinidad, la retención,
la digestión, la repulsión, el crecimiento, la nutrición y la visualización
Cuando la
razón es fuerte, todas las dependencias del alma la obedecen.
Como no hay
igualdad en las Criaturas de Dios, las fuerzas del alma tienen jerarquías que
obedecen a las superiores y rigen a lo inferior: la pasión es dominada por la
cólera; la cólera tiene que obedecer a la Razón y la Razón debe ser iluminada
por la Luz de la Gran Ley, para conservar el equilibrio y que no reine la
confusión.
Así como en
toda ciudad hay gente mala y buena, en el alma humana hay defectos y
cualidades. Los defectos y vicios son los instintos viles, las pasiones, la
ambición, los cuales buscan el desequilibrio y van contra la razón; mientras
que las virtudes son el dominio personal, el altruismo y el amor que buscan la
paz y el equilibrio. El Rey o la Razón debe desoír a los malos y atender a los
buenos.
La apertura sucesiva de
los sellos del libro apocalíptico es la apertura de los centros energéticos del
cuerpo que se efectúa por medio de la Energía Creadora
, la que al presionar desde
el Sacro para arriba, forma el canal en la columna vertebral de nuestro templo
individual.
Cuando comienza a presionar la Energía
del Espíritu Santo en el hombre, éste irradia varios rayos que son atributos
del Yo Soy.
Cuando
presiona sobre el primer sello el Yo Soy nos envía las corrientes de energía en
forma de calor, sonido y luz, mientras que el enemigo secreto llamado Bestia,
con su serpiente y dragón, trata de llenar esas corrientes de confusiones,
inarmonía y humo.
El “vapor”
que se levanta del semen es el que destapa los sellos apocalípticos y da al hombre
el poder de la realización; pero si se dirige este vapor hacia la tierra
produce y causa las plagas desatadas por los siete ángeles regentes de los
sellos.
Esta Energía
ascendente infunde en el hombre los ideales del alma del mundo y abre en él los
canales de la Divinidad, limpiando de su mundo interno los flujos destructores
que moran en sus sentidos inferiores, y así podrá conocer o mejor dicho sentir
a su Íntimo Dios y convertirse en Ciudad Santa descendida del cielo.
Abierto el
primer sello del corazón, o la puerta de entrada al mundo interno, el iniciado
obtiene un cerebro poderoso y sensible para captar las enseñanzas escritas en
el sistema simpático, entonces ya puede reconstruir su pasado y recibir la
actividad del Yo Soy para salvar a sus flujos y a los demás y “le será dada una
corona, y saldrá victorioso, para que también venciere”.
Abierto el
segundo sello umbilical y encendido este candelabro despierta en el iniciado la
prudencia; las facultades y el talento del hombre descubren los fenómenos de la
Naturaleza y obtiene el dominio sobre las ilusiones que entonces “se matan las
unos a las otros”.
La apertura
del tercer sello, el Esplénico, otorga la salud, el crecimiento y el equilibrio
en el sistema nervioso. Sus atributos son el consejo, la justicia y la caridad;
por eso tenía “un peso en su mano” que regula el proceso vital y elabora en la
mente ideas sanas, armonía en el cuerpo, alma y espíritu, etc.
La apertura
del centro fundamental da la fortaleza, vigoriza el ánimo, estimula el sistema nervioso,
revive el entusiasmo de todos aquellos flujos para barrer la cuarta parte de
los reflujos que incitaban a la lujuria y revivir los que esperaban la apertura
de los sellos para levantarse a la conquista y el dominio sobre los elementos
de la tierra.
Cuando se
abre el sello Laríngeo se abre la puerta de la Liberación porque otorga el
entendimiento, la esperanza y la generosidad. Despierta ocho facultades
latentes o dormidas que son: 1°. El odio a lo ilógico; 2°. La resolución; 3°.
La veracidad al hablar; 4°. El obrar correctamente; 5°. La armonía en el vivir;
6°. El esfuerzo para la superación; 7°. El provecho de la experiencia, y 8°. El
poder de estudiar la naturaleza interna oyendo siempre la voz del silencio.
El sexto
sello abierto despierta la inteligencia, el discernimiento y su atributo es la
clarividencia, “Y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra” o las ideas
del intelecto ante la clarividencia se caen por erróneas y falsas. La Energía
Vital produce en él el respeto, la templanza y la abstinencia; en él reside el
ser pensante; despierta ideas de dignidad, grandeza, veneración y sentimientos
delicados. Su despertar otorga la evolución espiritual y el dominio del
espíritu sobre la materia.
Antes de
abrir el séptimo sello llamado “Loto de mil Pétalos” el iniciado debe despertar
“Las doce facultades del espíritu”, representadas por las doce tribus de Israel
y los doce discípulos de Jesús que son la doce glándulas endocrinas. El
despertar de estas facultades pertenece también a la iniciación interna y
consiste en la pureza de la aspiración, de la inspiración y del pensamiento.
Los Vedas
dicen:
En el hombre
existen ocho regiones habitadas por los ocho hijos del fuego Divino y son las
siguientes:
1)
Entre
ambos hemisferios cerebrales.
2)
En
la glándula hipófisis.
3)
En
la Tiroides.
4)
En
las Parótidas.
5)
En
el Timo.
6)
En
las suprarrenales
7)
En
el Páncreas.
8)
En
las glándula sexuales.
También el Reino del Cielo
tiene ocho grados que corresponden a los ocho esfuerzos realizados por el
Iniciado, para equilibrar la secreción de las glándula internas, equilibrio que
la prepara para ser llenas o plenas de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario