NTRODUCCIÓN
al Cap. XIX :
Y entonces el sexto canto del sexto grado será oído:
Aleluya: Salvación y honra y gloria y potencia al Señor Dios nuestro …
Y el cielo (cabeza) se ve el tercer testigo Fiel y
Verdadero, sentado sobre el tubo central de la espina dorsal, como caballo
blanco. Este fiel testigo es el Fuego Sagrado que llegó hasta el cerebro y es
llamado el Verbo de Dios, que descendió y nuevamente subió al Padre. Y la
bestia fue presa con su mente y sus deseos bajos fueron muertos por la espada
del Verbo.
Cap. XIX
Alabanzas
en el cielo
19:1 Después de esto oí una gran voz de gran
multitud (el Conquistador de si mismo
con el coro de seres divinos que le acompañaron en el camino de la iniciación) en el cielo (en el nuevo estado del
Espíritu), que decía: ¡Aleluya!: Salvación
y honra y gloria y poder son del Señor Dios nuestro (es el canto de la
victoria por el renacimiento espiritual);
19:2 porque sus juicios son verdaderos y
justos; pues ha juzgado a la gran ramera
(atracción carnal) que ha corrompido la
tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de
ella (todo este coro de victoria es cantado por todos los poderes del
hombre o del Universo Microcósmico, por haberse librado de las cadenas de la
atracción carnal).
19:3 Y otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo
de ella sube (se desvaneció) por los siglos de los siglos.
19:4 Y los veinticuatro ancianos (los veinticuatro jerarcas que trabajaron por la
formación de la ciudad cuerpo) y los
cuatro seres vivientes (cuatro deidades de los elementos de la Naturaleza) se postraron en tierra y adoraron a Dios,
que estaba sentado en el trono (el Íntimo), y decían: ¡Amén! (así sea) ¡Aleluya!.
19:5 Y salió del trono una voz que decía: Alabad
a nuestro Dios todos sus siervos (esta
voz fue del hombre Cristo), y los que le
teméis, así pequeños como grandes.
19:6 Y oí como la voz de una grande multitud (todo el Coro en el Microcosmos), como el estruendo de muchas aguas, y como
la voz de grandes truenos (todos los seres mentales y psíquicos), que decía: ¡Aleluya: porque el Señor
nuestro Dios Todopoderoso reina!.
19:7 Gocémonos y alegrémonos y démosle
gloria (por nuestra liberación); porque han llegado las bodas del Cordero (del
hombre que conquistó el triunfo, y que dominó a su materia) y su esposa se ha preparado (su unión
con su alma y cuerpo solar: El hombre se une conscientemente con <Cristo>
su Íntimo y todo su ser vibra al unísono de la Divinidad).
19:8 Y a ella se le ha concedido que se vista
de lino fino (de aura blanca y
purísimo), limpio y resplandeciente;
porque el lino fino (el aura inmaculada) es las acciones justas de los santos (puesto que los santos no
despiden de su aura más que luces brillantes y limpias).
La
cena de las bodas del Cordero
19:9 Y el ángel me dijo: Escribe (aprende y enseña): Bienaventurados los que son llamados (<flujos> ángeles puros)
a la cena de la boda del Cordero
(porque serán alimentados del saber, del poder y del amor del Iniciado, en cuyo
corazón yace el Cristo y se convierte en uno con El). Y me dijo(El Íntimo): Estas son palabras verdaderas de Dios. (Son
verdaderas promesas, estas son las doctrinas arcanas de Dios).
19:10 Yo me postré a sus pies para adorarle (creyendo que era el Íntimo Dios en mi). Y él me dijo: Mira no lo hagas. Yo soy
consiervo tuyo (el Yo espiritual contigo) y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús (el Cordero,
el Logo Solar, el Segundo atributo o aspecto de la Trinidad). Adora (solamente) a Dios (el Uno); porque el
testimonio de Jesús es (solamente el Paráclito, el Espíritu Santo, el Fuego
Divino que desciende sobre) el espíritu
de la profecía.
El
jinete del caballo blanco
19:11 Entonces vi
el cielo (de razón) abierto, y he aquí un caballo blanco
(vehículo de Luz), y el que lo montaba
se llamaba Fiel y Verdadero (Era el Cordero, el segundo Logo o el Yo
encarnado, que es actualmente convertido en el Conquistador de si mismo), y con justicia juzga y pelea (avanza
hacia la batalla final contra el yo elemental que es la personalidad).
19:12 Sus ojos
eran como llama de fuego (despiden el
fuego del poder y del saber), y había en
su Cabeza muchos diademas (de virtudes conquistadas); y tenía un nombre escrito (en su frente, sello o la marca de la
Divinidad) que ninguno conocía sino él
mismo.
19:13 Estaba
vestido de una ropa (aura) teñida en sangre (de auto sacrificio
para salvar a los demás); y su nombre es:
El Verbo de Dios (porque después de su auto sacrificio por los demás se
convierte en Cristo, Salvador del mundo y entonces él es llamado la Palabra, el
Verbo, el Hijo de Dios).
19:14 Y los
ejércitos celestiales (todo el coro
de ángeles celestial de los mundos Divinos), le seguían en caballos blancos (espacio luminoso), vestidos de lino finísimo, blanco y limpio (de
aura luminosa sin mancha),
19:15 de su boca
sale una espada aguda (el Verbo, la
Palabra del Poder), para herir con ella a
las naciones (los elementos de deseos y de las pasiones, creados en la
naturaleza inferior): y él las regirá
(las dominara) con vara de hierro
(con voluntad inquebrantable); y él pisa
(con firmeza) el lagar del vino del
furor y de la ira de Dios Todopoderoso (pisa el lagar de las fuerzas
sexuales, que arden en el cuerpo con el furor de las pasiones y de los viles
placeres).
19:16 Y en su
vestidura (aura) y en su muslo (eufemismo para falo) tiene escrito este nombre: Rey de Reyes y Señor de Señores (como lo
es el Cristo).
19:17 Y vi un
ángel que estaba de pie en el sol (a
Miguel el >flujo> Maestro del hombre que se halla en el aura mental que
brilla en el iniciado como el Sol. Miguel es la entidad que reúne todo lo
bueno, hecho por el hombre, es luz y reina sobre los ángeles de la Luz y está
siempre en presencia del Íntimo y reside en la parte superior de la espina
dorsal) y clamó con gran voz, diciendo a
todas las aves que vuelan en medio del cielo (a todos los <flujos>
ángeles de la Luz): Venid, y congregaos a la Gran cena de
Dios (a la unión con él),
19:18 para que
comáis carne de reyes (para devorar
con el fuego sacro los >flujos> impuros de las fuerzas de la vida), y de capitanes (de los deseos), y carne de fuertes, y carne de caballos y
de sus jinetes, (de todas las fuerzas de los elementos psíquicos y
materiales y de todo lo que fue malo en la encarnación); y carne de todos, libres y siervos, pequeños y de grandes (porque
el Iniciado con su fuego sagrado y devorador debe aniquilar todo lo que puede
constituir una traba en su adelanto).
19:19 Y vi la
bestia (la naturaleza y Yo inferior),
a los reyes de la tierra (sentidos,
deseos) y a sus ejércitos
(creaciones), reunidos para guerrear
(la guerra decisiva) contra el que montaba
(El Yo superior) el caballo (espacio
como vehículo), y contra su ejército
(de luz).
19:20 Y la bestia (el Yo inferior) fue
apresada (en la materia), y con ella
el falso profeta (el intelecto) que
había hecho las señales (prodigiosas) con
las cuales (con los prodigios fantasmales de las ideas) había engañado a los que recibieron la marca
de la bestia (y a los que creyeron en sus atracciones), y habían adorado su imagen (la ilusión
de los sentidos). Estos dos (la
naturaleza inferior y el intelecto) fueron
lanzados vivos (conscientes de sus errores y dolores) dentro de un lago de fuego (dentro del ardor del deseo
insatisfecho) que arde con azufre
(en instintos y anhelos).
19:21 Y los demás
fueron muertos con la espada (el
Verbo que salía de la boca, la palabra Creadora) que salía de la boca del que montaba el caballo (el Yo Superior), y todas las aves se saciaron de las carnes
de ellos.
“El conquistado, después de
la vida descrita, recibe el sexto grado y será un pilar en el Templo de Dios y nunca
más saldrá fuera. Los tres últimos capítulos describen la séptima y última
Iniciación (una por cada centro energético durante su encarnación), cuando el
hombre será uno con Dios, y se convertirá en la Ciudad Santa descendida del
Cielo”.
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