jueves, 13 de agosto de 2015

Cap. VIII


INTRODUCCIÓN al Cap.  VIII :


Y cuando el Íntimo o Cristo abre el séptimo sello o Coronario, el iniciado vibra al unísono de la Divinidad, y los seis centros corresponden a la llamada y vibran todos; pero a la vibración de cada centro, se desechan todos los <reflujos> de índole vil y baja de cada iglesia o Centro Energético del cuerpo y prevalecen solamente los <flujos> puros, los limpios y aquellos que trabajaron por el adelanto espiritual en el hombre.


Cap. VIII

El séptimo sello
8:1 Cuando abrió el séptimo sello (en el centro energético Coronario, <iglesia de Laodicea> en donde se produce el equilibrio y donde reina la mística meditación y silencio), se hizo silencio en el cielo por casi media hora (el tiempo necesario para la perfecta meditación para que este punto eje del sistema nervioso comunique su poder y sus vibraciones a los demás centros).

8:2 Y vi los siete ángeles (de las siete iglesias o Centros Energéticos) que estaban en pie ante Dios (en el cuerpo); y se les dieron siete trompetas (después de la iniciación y del desarrollo del séptimo sello que radica en la glándula pineal cada centro es despertado con sus sentidos internos, y la corriente Creadora produce un sonido vibrante en él como el sonido de trompeta).

8:3 Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro (es el corazón, altar del Íntimo <iglesia de Tiatira>, altar de oro en donde el Iniciado o Sacerdote debe quemar el incienso del servicio y del amor en el lugar Santo, antes de poder penetrar al Santo de los Santos); y se le dio mucho incienso (por el propio esfuerzo en el servicio) para añadirlo a las oraciones de todos los santos (que sufrieron las mismas pruebas), sobre el altar de oro que estaba delante del trono (o en el corazón).

8:4 Y de la mano del Ángel (Divinidad <flujo> en el corazón, <iglesia de Tiatira>) subió a la presencia de Dios (el aroma del servicio desinteresado) el humo del incienso con las oraciones de los santos.

8:5 Y el ángel (Divinidad Coronaria) tomó el incensario (el pensamiento), y le llenó del fuego del altar (del fuego del amor del corazón), y lo arrojó a la tierra (en el cuerpo); y hubo truenos (en los sentidos psíquicos), y voces, y relámpagos, y un terremotos (porque los mundos inferiores, al recibir las energías de los siete ángeles cerebrales, sienten una fuerte sacudida comparada a los terremotos. Sienten también los sonidos vibrantes en el aura, esto es, las trompetas de los ángeles).

Las trompetas

8:6 Y los siete ángeles (regentes de las iglesias o Centros Energéticos) que tenían las siete trompetas (las siete vocales de la Palabra Sagrada que habían permanecido ocultas) se dispusieron a tocarlas (para vocalizar el mantra sagrado o la Palabra Sagrada Perdida).

8:7 Y el primer ángel tocó la trompeta (vocalizó el primer sonido después de recibir la corriente <flujo> divina y Creadora), y hubo granizo y fuego mezclado con sangre (las formas de los pensamientos creados por el intelecto y de las pasiones ardientes y del fluido áurico fueron condensados), y fueron lanzados sobre la tierra (o a la parte inferior del cuerpo físico); y la tercera parte de los árboles (de los pensamientos) se quemó, y se quemó toda la hierba verde (los sentimientos que mantienen el deseo).

8:8 El segundo ángel (centro energético) tocó la trompeta (vocalizó la segunda letra de la palabra sagrada), y como una gran montaña ardiendo en fuego (la ardorosa vibración) fue precipitada en la mar (en el cuerpo de los deseos); y la tercera parte de la mar (o de los deseos carnales) se convirtió en sangre.

8:9 Y murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en la mar (que son los deseos del cuerpo inferior y percibido por el intelecto) y la tercera parte de las naves fue destruida (las causas y promotores que conducían a estos deseos al mundo externo).

8:10 El tercer ángel (del centro energético) tocó la trompeta (vocalizó la tercera letra sagrada de la palabra perdida), y cayó del cielo (cabeza) una gran estrella (la fuerza luminosa de la Energía Creadora), ardiendo como una antorcha, y cayó sobre tercera parte de los ríos (del sistema simpático-nervioso), y sobre las fuentes de las aguas (de los placeres y deseos).

8:11 Y el nombre de la estrella es Ajenjo (la amargura que se saborea después de cada placer ilícito el que se convierte en dolor). Y la tercera parte de las aguas (deseos bajos) se convirtió en ajenjo (los placeres son transmutados en amarguras); y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, (de sus pasiones), porque se hicieron amargas.

8:12 El cuarto ángel (del centro Energético) tocó la trompeta (vocalizó la cuarta letra), y fue herida la tercera parte del sol (la mente), y la tercera parte de la luna (del intelecto), y la tercera parte de las estrellas (de los pensamientos producidos por las dos polaridades), para  que se obscureció la tercera parte de ellos (y se neutralizaron estas fuerzas por el equilibrio que eleva la conciencia a un plano superior), y no alumbraba la tercera parte del día (del conocimiento intelectual), y lo mismo la noche (del instinto).

8:13 Y miré, y oí un ángel (águila: el Pensador iluminado) volar por en medio del cielo (cabeza) diciendo a gran voz: ¡“Ay! Ay! Ay! De los que moran en la tierra (de los <reflujos> del deseo corrompido que moran en el bajo vientre y en el sistema nervioso inferior) a causa de los otros toques de trompetas (de los tres Centros restantes) que están para sonar los tres ángeles! (porque la vocalización de las tres letras restantes tienen el poder de abrir las puertas del infierno en el hombre, de donde aparecerán todos los dolores y tormentos; porque los flujos sexuales lujuriosos se convertirán en instrumentos de dolor y de fuego que aniquilan la individualidad y la hace padecer la horrible “Muerte Segunda”. El abuso de esta función Creadora constituye el más terrible de los crímenes, que es la blasfemia contra el Espíritu Santo y que es el pecado imperdonable. La Energía sexual es un arma tremenda en manos del iniciado o del hombre que sabe que con su Fuerza Creadora puede unirse con su Íntimo y más fácilmente con su demonio. Es el pensamiento el que atrae a la espina dorsal el fluido sexual para depositarlo en su bolsa respectiva; si el deseo es animal o satánico que causa el derrame, millones de <flujos> demoniacos serán atraídos de los infiernos por el cuerpo de deseos, en compensación de los derramados, pero si este fluido es contenido por un pensamiento de pureza, su luz vuelve al cuerpo de deseos y aparece más astral o brillante).


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