INTRODUCCIÓN
al Cap. VIII :
Y cuando el Íntimo o Cristo abre el séptimo sello o
Coronario, el iniciado vibra al unísono de la Divinidad, y los seis centros
corresponden a la llamada y vibran todos; pero a la vibración de cada centro,
se desechan todos los <reflujos> de índole vil y baja de cada iglesia o Centro
Energético del cuerpo y prevalecen solamente los <flujos> puros, los
limpios y aquellos que trabajaron por el adelanto espiritual en el hombre.
Cap. VIII
El séptimo
sello
8:1 Cuando abrió el séptimo sello (en el centro energético Coronario, <iglesia
de Laodicea> en donde se produce el equilibrio y donde reina la mística
meditación y silencio), se hizo silencio
en el cielo por casi media hora (el tiempo necesario para la perfecta
meditación para que este punto eje del sistema nervioso comunique su poder y
sus vibraciones a los demás centros).
8:2 Y vi los siete ángeles (de las siete iglesias o Centros Energéticos) que estaban en pie ante Dios (en el
cuerpo); y se les dieron siete trompetas
(después de la iniciación y del desarrollo del séptimo sello que radica en la
glándula pineal cada centro es despertado con sus sentidos internos, y la
corriente Creadora produce un sonido vibrante en él como el sonido de
trompeta).
8:3 Otro ángel vino entonces y se paró ante
el altar, con un incensario de oro
(es el corazón, altar del Íntimo <iglesia de Tiatira>, altar de oro en
donde el Iniciado o Sacerdote debe quemar el incienso del servicio y del amor
en el lugar Santo, antes de poder penetrar al Santo de los Santos); y se le dio mucho incienso (por el
propio esfuerzo en el servicio) para
añadirlo a las oraciones de todos los santos (que sufrieron las mismas
pruebas), sobre el altar de oro que
estaba delante del trono (o en el corazón).
8:4 Y de la mano del Ángel (Divinidad <flujo> en el corazón, <iglesia de
Tiatira>) subió a la presencia de
Dios (el aroma del servicio desinteresado) el humo del incienso con las oraciones de los santos.
8:5 Y el ángel (Divinidad Coronaria) tomó el incensario (el pensamiento), y le llenó del fuego del altar (del fuego del amor del corazón), y lo arrojó a la tierra (en el cuerpo);
y hubo truenos (en los sentidos
psíquicos), y voces, y relámpagos, y un
terremotos (porque los mundos inferiores, al recibir las energías de los
siete ángeles cerebrales, sienten una fuerte sacudida comparada a los
terremotos. Sienten también los sonidos vibrantes en el aura, esto es, las
trompetas de los ángeles).
Las
trompetas
8:6 Y los siete ángeles (regentes de las iglesias o Centros Energéticos) que tenían las siete trompetas (las
siete vocales de la Palabra Sagrada que habían permanecido ocultas) se dispusieron a tocarlas (para
vocalizar el mantra sagrado o la Palabra Sagrada Perdida).
8:7 Y el primer
ángel tocó la trompeta (vocalizó el
primer sonido después de recibir la corriente <flujo> divina y Creadora),
y hubo granizo y fuego mezclado con
sangre (las formas de los pensamientos creados por el intelecto y de las
pasiones ardientes y del fluido áurico fueron condensados), y fueron lanzados sobre la tierra (o a
la parte inferior del cuerpo físico); y
la tercera parte de los árboles (de los pensamientos) se quemó, y se quemó toda la hierba verde (los sentimientos que
mantienen el deseo).
8:8 El segundo
ángel (centro energético) tocó la trompeta (vocalizó la segunda
letra de la palabra sagrada), y como una
gran montaña ardiendo en fuego (la ardorosa vibración) fue precipitada en la mar (en el cuerpo de los deseos); y la tercera parte de la mar (o de los
deseos carnales) se convirtió en sangre.
8:9 Y murió la
tercera parte de los seres vivientes que estaban en la mar (que son los deseos del cuerpo inferior y percibido
por el intelecto) y la tercera parte de
las naves fue destruida (las causas y promotores que conducían a estos
deseos al mundo externo).
8:10 El tercer
ángel (del centro energético) tocó la trompeta (vocalizó la tercera
letra sagrada de la palabra perdida), y
cayó del cielo (cabeza) una gran
estrella (la fuerza luminosa de la Energía Creadora), ardiendo como una antorcha, y cayó sobre tercera parte de los ríos
(del sistema simpático-nervioso), y
sobre las fuentes de las aguas (de los placeres y deseos).
8:11 Y el nombre
de la estrella es Ajenjo (la amargura
que se saborea después de cada placer ilícito el que se convierte en dolor). Y la tercera parte de las aguas (deseos
bajos) se convirtió en ajenjo (los
placeres son transmutados en amarguras); y
muchos hombres murieron a causa de esas aguas, (de sus pasiones), porque se hicieron amargas.
8:12 El cuarto
ángel (del centro Energético) tocó la trompeta (vocalizó la cuarta
letra), y fue herida la tercera parte
del sol (la mente), y la tercera
parte de la luna (del intelecto), y
la tercera parte de las estrellas (de los pensamientos producidos por las
dos polaridades), para que se obscureció la tercera parte de ellos (y
se neutralizaron estas fuerzas por el equilibrio que eleva la conciencia a un
plano superior), y no alumbraba la
tercera parte del día (del conocimiento intelectual), y lo mismo la noche (del instinto).
8:13 Y miré, y
oí un ángel (águila: el Pensador
iluminado) volar por en medio del cielo
(cabeza) diciendo a gran voz: ¡“Ay! Ay!
Ay! De los que moran en la tierra (de los <reflujos> del deseo
corrompido que moran en el bajo vientre y en el sistema nervioso inferior) a causa de los otros toques de trompetas
(de los tres Centros restantes) que
están para sonar los tres ángeles! (porque la vocalización de las tres
letras restantes tienen el poder de abrir las puertas del infierno en el
hombre, de donde aparecerán todos los dolores y tormentos; porque los flujos
sexuales lujuriosos se convertirán en instrumentos de dolor y de fuego que
aniquilan la individualidad y la hace padecer la horrible “Muerte Segunda”. El
abuso de esta función Creadora constituye el más terrible de los crímenes, que
es la blasfemia contra el Espíritu Santo y que es el pecado imperdonable. La
Energía sexual es un arma tremenda en manos del iniciado o del hombre que sabe
que con su Fuerza Creadora puede unirse con su Íntimo y más fácilmente con su
demonio. Es el pensamiento el que atrae a la espina dorsal el fluido sexual
para depositarlo en su bolsa respectiva; si el deseo es animal o satánico que
causa el derrame, millones de <flujos> demoniacos serán atraídos de los
infiernos por el cuerpo de deseos, en compensación de los derramados, pero si
este fluido es contenido por un pensamiento de pureza, su luz vuelve al cuerpo
de deseos y aparece más astral o brillante).
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