INTRODUCCIÓN
al Cap. XV :
Pero el Cordero con sus <flujos> de Luz ante el
Padre Celestial cantan el cuarto canto del triunfo, que pertenece al cuarto
grado de la iniciación y envía a castigar a los que tenían el nombre de la
bestia en su frente; esto es, a los que adoran a la Naturaleza inferior con su
mente carnal, con el fuego y el furor de sus propias pasiones, y así “no tienen
reposo de día ni de noche” porque todos tienen que ser devorados por aquel
fuego en lugar hallado fuera de la ciudad-cuerpo purificado.
Cap. XV
Los
ángeles con las siete postreras plagas
15:1 Vi en el cielo otra señal (cerebro), grande
y admirable: siete ángeles (siete divinidades para cumplir con el trabajo
de la regeneración humana) que tenían
las siete plagas postreras (o de las siete pruebas finales); porque en ellas se consumaba la ira
(ardor) de Dios. (Estas siete
divinidades rigen los siete centros astrales <siete iglesias de Asia> que
manejan la fuerza regenerativa espiritual).
15:2 Vi también como un mar de vidrio mezclado
con fuego (el espacio celestial); y a los que habían alcanzado la victoria
sobre la bestia (los <flujos> o Ángeles de luz que triunfaron en su
lucha con la Naturaleza inferior) y de
su imagen (el intelecto), y su marca
(de su marca y estigma) y el número de
su nombre (que equivale a impureza), en
pie sobre el mar de vidrio (el aura luminoso) con las arpas de Dios (las cuerdas del sistema nervioso).
15:3 Y cantan el cántico de Moisés, siervo
de Dios (después del cruce del mar
Rojo, o lo que representa el canto triunfal cuando el hombre atraviesa el mundo
pasional que yace en el hígado), y el
cántico del Cordero (o del Cristo que resucitó de entre los muertos, de la
limitación en la materia densa) diciendo:
Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; Justos y
verdaderos son tus caminos, Rey de
los Santos.
15:4 Quién no te temerá, oh señor, y
glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones (gentes) vendrán
y te adorarán, porque tus juicios se han manifestados.
15:5 Después de estas cosas miré, y he aquí (el arca del cerebro) fue abierto en el cielo (la cabeza y vino la iluminación) el templo del tabernáculo del testimonio
(de tus obras);
15:6 y del templo salieron (del cerebro) siete
ángeles (deidades <flujos>) que
tenían las siete plagas (pruebas para precipitar la regeneración), vestidos de lino limpio (aura
refulgente) y resplandeciente
(luminoso porque su origen está en el pensamiento de Dios), y ceñidos alrededor del pechos con cintos
de oro (y estas divinidades son andrógenos: aparecen en figuras masculinas
con senos femeninos que brillan con la luz dorada).
15:7 Y uno de los cuatro seres vivientes (o Reyes de los cuatro elementos) dio a los siete ángeles siete copas de oro
(siete recipientes de la fuerza creativa y primordial llamada copas), llenos de la ira (ardor, fuego) de Dios, que vive por los siglos de los
siglos.
15:8 Y el templo se lleno de humo (ardor) por la
gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiese
cumplido las siete plagas de los siete ángeles (hasta experimentar las
pruebas de los siete grados de la iniciación interna, que consiste en
desprenderse de todos los apetitos, ambiciones y vicios que forman parte del
cuerpo de deseos y radican en los centros energéticos).
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