domingo, 16 de agosto de 2015

CAP. XV

INTRODUCCIÓN al Cap.  XV :

Pero el Cordero con sus <flujos> de Luz ante el Padre Celestial cantan el cuarto canto del triunfo, que pertenece al cuarto grado de la iniciación y envía a castigar a los que tenían el nombre de la bestia en su frente; esto es, a los que adoran a la Naturaleza inferior con su mente carnal, con el fuego y el furor de sus propias pasiones, y así “no tienen reposo de día ni de noche” porque todos tienen que ser devorados por aquel fuego en lugar hallado fuera de la ciudad-cuerpo purificado.

Cap. XV

Los ángeles con las siete postreras plagas

15:1 Vi en el cielo otra señal (cerebro), grande y admirable: siete ángeles (siete divinidades para cumplir con el trabajo de la regeneración humana) que tenían las siete plagas postreras (o de las siete pruebas finales); porque en ellas se consumaba la ira (ardor) de Dios. (Estas siete divinidades rigen los siete centros astrales <siete iglesias de Asia> que manejan la fuerza regenerativa espiritual).

15:2 Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego (el espacio celestial); y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia (los <flujos> o Ángeles de luz que triunfaron en su lucha con la Naturaleza inferior) y de su imagen (el intelecto), y su marca (de su marca y estigma) y el número de su nombre (que equivale a impureza), en pie sobre el mar de vidrio (el aura luminoso) con las arpas de Dios (las cuerdas del sistema nervioso).

15:3 Y cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios (después del cruce del mar Rojo, o lo que representa el canto triunfal cuando el hombre atraviesa el mundo pasional que yace en el hígado), y el cántico del Cordero (o del Cristo que resucitó de entre los muertos, de la limitación en la materia densa) diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los Santos.

15:4 Quién no te temerá, oh señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones (gentes) vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestados.

15:5 Después de estas cosas miré, y he aquí (el arca del cerebro) fue abierto en el cielo (la cabeza y vino la iluminación) el templo del tabernáculo del testimonio (de tus obras);
15:6 y del templo salieron (del cerebro) siete ángeles (deidades <flujos>) que tenían las siete plagas (pruebas para precipitar la regeneración), vestidos de lino limpio (aura refulgente) y resplandeciente (luminoso porque su origen está en el pensamiento de Dios), y ceñidos alrededor del pechos con cintos de oro (y estas divinidades son andrógenos: aparecen en figuras masculinas con senos femeninos que brillan con la luz dorada).

15:7 Y uno de los cuatro seres vivientes (o Reyes de los cuatro elementos) dio a los siete ángeles siete copas de oro (siete recipientes de la fuerza creativa y primordial llamada copas), llenos de la ira (ardor, fuego) de Dios, que vive por los siglos de los siglos.

15:8 Y el templo se lleno de humo (ardor) por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiese cumplido las siete plagas de los siete ángeles (hasta experimentar las pruebas de los siete grados de la iniciación interna, que consiste en desprenderse de todos los apetitos, ambiciones y vicios que forman parte del cuerpo de deseos y radican en los centros energéticos).




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